Cómo me gustaba empezar la semana con buen pie. Me había levantado junto con J, el mejor despertar del mundo. La noche anterior había puesto la alarma a las 7 de la mañana.
-Buenos días peque- me dijo J. Con ese aire a recién levantado, con los ojos medio cerrados y ese pelo alborotado tenía una aire pero que muy muy sexy.
-Buenos días campeón!- hoy me había levantado con energía. Levantarme con J me había dado ánimos para empezar bien el día.
-Buenos días peque. Sabes me gusta levantarme por la mañana con estas vistas que me das.
-Serás tonto!
- ¿Qué me has llamado?- me dijo con una sonrisa picara.
-Tonto
Aún no había acabado de pronunciar la palabra que J se puso sobre de mí, atrapandome con sus piernas, y empezó a hacerme cosquillas. No podía parar de reír.
-J por favor para. -Mis palabras casi no se entendían en medio de tanta risa.
-A las chicas que se portan mal se las tiene que castigar. ¿No te enseñaron eso tus padres?
-J, por favor.
No se como lo hice pero logré salir de ahí, supongo que J me dejó ya que era un tio musculoso, debido a su trabajo se tenía que mantener en forma.
Entonces me levanté rápidamente y empecé a correr. J me seguía muy de cerca, persiguiéndome.
Cando llegué a la cocina ya no podía más, casi medio ahogada debido a la carrera y las risas en medio:
-Vale, vale me rindo- le dije.
- Sabía que iba a ganar de todas formas.
-Eso no se vale!
Entonces se acercó y me dio un beso que me dejó sin aliento.
-Esto si que es empezar bien el día.
- A que hora empieza tu turno?-le pregunté.
- Empiezo a la 9.
-Perfecto, entras a la misma hora que yo. ¿Te animas a venir a correr un rato conmigo? Sabes que hay costumbres no cambian.
-Pero me vas a poder seguir el ritmo?- Me preguntó con orgullo.
- Seguro que no, pero para intentarlo no piedo nada.J era policía, nunca me contaba muchas cosas sobre su trabajo, me decía que era mejor que no lo supiese. Nuestros puntos de vista a veces eran muy diferentes sobre ciertos temas, ya que yo como abogada tenía la función de defender a mis clientes fueran culpables o no. Por eso era mejor mantenernos alejados del tema trabajo.
Me puse mi ropa de hacer deporte, básicamente consistía en unas mallas y una camiseta vieja de la universidad. J tenía alguna que otra prenda de ropa en mi casa, las había dejado ahí anteriormente de algún fin de semana que se había quedado a dormir en casa. Des de hace años tengo la costumbre de ir a correr un rato antes de irme a trabajar, como el resto de día tenía la agenda muy apretada y muchas veces me quedaba trabajando hasta tarde, era el único rato libre que tenía para dedicarlo a hacer un poco de ejercicio.
Salió de la habitación con unos pantalones negros y una camiseta blanca que se le ajustaba a su cuerpo. ¿Como podía estar tan bueno incluso vestido así?
- ¿Preparada?
- Cuenta con ello-le respondí.
Corrimos como unos cuarenta minutos. A esa hora de la mañana había mucha gente corriendo por el parque. Tenía la costumbre de hacer la misma ruta cada mañana. J se mantenía en una forma excepcional, tenía razón no le aguanté el ritmo. Creo que al cuarto de hora siguiéndolo mis piernas ya no daban abasto. Sólo con mirarme ya vio que no podría resistir mucho más. Agradecí eternamente para mis adentros que bajara el ritmo.
Cuando volvimos a casa nos duchamos y desayunamos unas tostadas y zumo de naranja, que preparamos entre los dos. Las horas a su lado parecían minutos.
Miré el reloj. Eran las ocho y cuarto. O me daba un poco de prisa o llegaría tarde al trabajo. Una cosa que mi padre no soportaba era que la gente llegara tarde a los sitios.
-Nos vamos peque?
-Pues si porque sino mi padre me va a matar.
Cerré la puerta de casa y bajamos con el ascensor hasta el portal.
- Ahora empieza lo duro- me dijo J.
-Con lo bien que estaba yo contigo y ahora nos tenemos que separar.
- El deber nos llama- me dijo sonriendo.
Nos despedimos como pudimos ya que ninguno de los dos tenía ganas de separarse del otro. Quedamos en que más tarde nos llamaríamos.
Me subí a mi coche y encendí la radio. En ella sonaba un popurrí de música que me había grabado Karen. Iba conduciendo cantado como una posesa. Por dios, ¿como podía ser tan feliz? ojalá todos los días empezasen así de bien.
Aparqué mi Audi en la plaza que tenía reservada en el párquing del edificio donde teníamos la oficinas. En un principio mis padres trabajaban des de casa, pero en seguida pudieron trasladar su oficina a un bonito edificio de cristal situado en la mejor parte de la ciudad. Subí con el ascensor hacía la planta numero quince. Allí era donde pasaba más tiempo a parte de mi casa. Abrí la puerta de cristal con el logotipo de la empresa. El bufete de abogados Mathew era un sitio dónde destacaba la elegancia. La recepción destacaba por su combinación en blanco y negro. Mis padres decidieron poner todos los muebles de color negro, que fuera elegante y serio, y lo contrarestaron con la pared de color blanco. Daba impresión cuando lo veías. Cuando entré por la puerta Amelia, la recepcionista que teníamos contratada, me saludó. Amelia era una chica guapa. Debía medir metro setenta, tenía los ojos azules y era morena. Sabía vestir muy bien. Hoy había elegido una falda de tubo negro conjuntada con una camisa de color gris.
-Buenos días Amelia- la saludé Han llegado ya mis padres?
- Si señorita Mathew.
-Gracias.
Con pase decidido me dirigí hacía el despacho de mi padre y entré.
Mi padre estaba sentado en su mesa con los ojos puestos en el ordenador. Era un tipo atractivo, a sus 45 años se conservaba muy bien. Eramos muy parecidos físicamente, de él había heredado su pelo rubio y sus ojos marrón-verde. Iba vestido con un traje negro y una camisa blanca.
-Buenos días cielo!- me saludó y yo me acerqué para darle un beso.
-Buenos días papá. Como ha ido el fin de semana?
- Bien, trabajando. He estado repasando los últimos casos que nos han pedido. Hoy tengo dos juicios importantes, y ya sabes se tiene que trabajar duro si los queremos ganar.
- Te recuerdo que deberías dejar de trabajar tanto, tienes que empezar a disfrutar de los fines de semana. Mamá te lo agradecería.
-Hablando de tu madre,¿la has ido a saludar ya? Aún espera tu llamada del sábado.
-No he ido todavía. Salimos con Karen el fin de semana y luego me olvidé de llamarla.
-Ve a verla antes de que se enfadé.
- Ya voy!- le respondí.
Cuando estaba saliendo por la puerta mi padre me dijo:
- Acuerdate que a las 3 tenemos la reunión para repartir los casos que tenemos esta semana.
-Si papá, ahí estaré.
Crucé el pasillo en dirección al otro despacho que había. Mi madre tenía la costumbre de dejar siempre la puerta abierta a no ser que estuviera reunida con algún cliente. Entre, mi madre era una mujer atractiva, su piel fina daba la sensación de pureza, era como una muñeca. tenía el cabello castaño, hoy lo llevaba recogido con un moño alto. Tenía los ojos azules como el mar cristalino. Era una mujer elegante. iba vestida con un traje de pantalón negro. Mis padres juntos daban la impresión de ser la pareja perfecta. En cierto modo lo eran, se dedicaban siempre toda la atención del mundo. Se querían como pocas personas lo hacen. Después de 22 años juntos aún les brillaban los ojos cuando hablaban del otro.
- No te da vergüenza no llamar a tu madre en todo el fin de semana? Donde te habías metido?
-Buenos días a tu también mamá.
- Buenos días hija. ¿Dónde estuviste?
-Mamá no te pongas pesada. Salimos con Karen por ahí y me olvidé llamarte.
-Tu y Karen, vaya par. Salir tanto os llevará por mal camino.
-Mamá no empieces. Me voy a trabajar luego hablamos- Cuando mi madre se ponía así podía ser la madre mas pesada del mundo. Le di un beso en la mejilla y me dirigí hacia mi despacho.
Entré, me senté enfrente del ordenador y lo encendí. Tenia cada día la misma rutina. Primero revisaba mi agenda y luego leía los correos que tenía. Pasaba por el cuarto cuando mi móvil empezó a sonar. Lo saqué de mi bolso y una sonrisa se formó en mi cara cuando vi que era J.
-Hola campeón lo saludé.
-No ha pasado ni una hora y ya te echo de menos.
-Y yo.
-Cómo se presenta la mañana?
-Pues la verdad es que de momento tranquila. Y la tuya?- cuando acabé de decir eso oí como el la radio les daban un aviso.
-Te tengo que dejar te llamo luego peque.
-Está bien cielo, ten cuidado.
-Siempre lo tengo- y me colgó.Aún no había dejado el móvil en la mesa que volvió a sonar.
-Que quieres ahora pesado?-le dije
-Lía?
-Dime
-Te quiero- y volvió a colgar.
Un poco más y salto de alegría. Me acababa de decir te quiero? El día no podía empezar mejor.Cogí el móvil y le mandé un mensaje:
<< Yo también >>
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Solo necesito una noche contigo
RomanceLía es una chica de 22 años. Esta dispuesta a comerse el mundo. Es muy simpatica y un poco alocada. Hace 2 años cuando salio de fiesta con su mejor amiga Karen, conocio a J. Desde ese dia tiene una aventura con él. Lía esta enamorada hasta las tran...