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Señor Anderson

Es increíble como una insignificante acción puede cambiar todo el curso de la historia, se le conoce como el efecto mariposa, que nombre tan ridículo

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Es increíble como una insignificante acción puede cambiar todo el curso de la historia, se le conoce como el efecto mariposa, que nombre tan ridículo. No es como si el simple aleteo de una mariposa pudiera provocar un tornado o algo parecido, a pesar de que ese es el ejemplo más desgastado.

Una mentira por más minúscula que sea, puede acabar con toda la credibilidad de una persona. Y es de eso que se trata: Una decisión que lo cambia todo.

Lunes en la mañana, en las calles hacía bastante frío y esa mañana en especial había algo de neblina por el camino a la escuela, y mezclado eso con el ambiente húmedo causado por la lluvia de la noche anterior su bufanda gris no era suficiente para abrigarse.

Por suerte no tendría que sentir como las manos y cara se le congelaban en el camino, él iría en auto. No era un estudiate, un estudiante no tendría permiso para conducir, mucho menos un auto, a menos que ya tuviera la mayoría de edad, y él ya la había cumplido hace cuatro años.

Su historial académico había sido completamente impecable, al igual que su carrera universitaria, tan exitoso había sido que al final tuvo que terminar siendo un maestro en una secundaria.

Fantástico, tener que soportar a los insufribles adolescentes y sus niñerías. Él no tenía hijos y a pesar de eso tenía que soporta a los de otras personas.

Que lástima.

¡Daba igual! No era motivo para hecharse para atrás en ese momento, no podía ser algo tan malo y además si tenía que aguantar a sus alumnos al menos sería disfrutando de sus dotes como matemático y lingüista, esa era su carrera y profesión.

No le desagradaba la idea de ser un maestro, ni tampoco los alumnos, pero sí la idea de que al ser su primera vez como tutor en una escuela, los estudiantes lo tomaran del pelo creyendo que podrían faltarle al respeto y tuviera que ponerse realmente rudo para ser tomado encerio y dejar en claro quién es el que manda, logrando ser realmente intimidante. Luego tomaría la reputación del maestro que siempre está de mal humor, y no era así. Es verdad que no solía reír todo el tiempo pero tampoco era gruñón, solo era bastante estricto con él mismo, y ahora no sería diferente.

Aunque no necesitaba ser sacado de quicio para endurecer su carácter, después de todo, esa era su naturaleza. Ser una persona severa y con mano dura.
En cualquier tipo de situación se comportaba siempre muy formal, un caballero en donde fuera, con carácter fuerte y aunque solo lo demostraba en su debido momento, también un buen sentido del humor.

Acomodo su abrigo marrón, el cual era casual y solo tuvo que caminar un par de calles hasta el estacionamiento donde estaba su vehículo. Sacó sus llaves para subirse en él y manejar hasta su nuevo trabajo.

No quedaba muy lejos de su departamento, estaba en el centro de la cuidad y cuando solo faltaban un par de calles para llegar, comenzó a ver cómo algunas personas salían de sus casas para ir a trabajar, no eran muchas personas. Él solía referirse a ellos como aquellos que tomaban sus responsabilidades muy encerio, como él. No todo el mundo se levanta a las cuatro de la mañana a darse una ducha con agua fría o incluso helada y estar listo en una hora aunque su trabajo comenzara una hora después.
Eso hacía él cada día de su vida... Bueno, cuando debía hacerlo, y cuando no, pues sabía bien como disfrutar de su propia compañía en su casa o en cualquier otro lugar.

Dominante. [Frededdy's Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora