Dominante. [Frededdy's Fic]

20°

Difamación.

Aquel fin de semana, fue por mucho distinto a como lo eran los demás normalmente. Un sábado y un domingo en la vida normal de Freddy se resumía en levantarse aproximadamente dos horas después de lo que normalmente lo hacía para ir a la escuela, osease las ocho de la mañana. Luego se aseaba para bajar a desayunar en compañía de Helen, quien no tenía que ir a trabajar y podía quedarse en casa. En la tarde salían a mercar, o traer lo poco o mucho que les hiciera falta para el transcurso de la semana, y al volver, Freddy tenía hasta las siete de la noche para hacer lo quisiera con su tiempo; y por lo general salía con sus amigos a pasar el rato en el parque o hacían planes para alguna actividad juntos. Pero ese día, no. Planeaba quedarse en su habitación durante esos dos días seguidos para ponerse al día con algunos de los proyectos que debía terminar antes de que llegara la semana de exámenes, pues ya no faltaba mucho para que su último año escolar llegara a su fin, tendría su graduación y ya no tendría que volver a ver a todos esos idiotas del otro grupo que se burlaban de él por ser un nerd y por se homosexual, y sobretodo a su pesadilla. Sally.

Almenos eso era lo que pensaba hace algunas semanas atrás.

Antes de conocer a Fred Anderson la ilusión de no tener que regresar a su institución no era intervenida por la tristeza y melancolía que ahora sentía al imaginar cómo sería su vida después de conocerlo, amarlo, y no poder volver a verlo denuevo.

Pero eso era algo en lo que no quería malgastar su tiempo pensando.

Primero acabó con su proyecto de Química, luego de Historia y finalmente de lenguaje extranjero para después descansar, puesto que todos los demás ya los había terminado. Todos los demás, excepto Matemáticas. Aquella clase ya la tenía resuelta...

Le puso seguro a la puerta para evitar que alguien, o mejor dicho su madre, quien permanecia sentada en la sala, en el piso de abajo viendo su telenovela, pudiera entrar sin previo aviso. Eso era algo que Freddy en otras circunstancias no haría, pero las cosas habían cambiado, él había cambiado desde el momento en que eligió dejar que él entrara en su vida. Tenía cosas que esconder y aún no tenía el valor suficiente para confrontar a su querida, dulce y tierna madre para decirle que ya no era un niño y que debía dejarlo tranquilo, solo él y su privacidad. Simplemente no podía.

Así que solo tomaba precauciones para que la situación no empeorara. Se encerraba, y así ella no vería algo que no debería ver, y Freddy no tendría que explicar las cosas que no sabía cómo explicar.

Tumbado en su cama, cerro la cortina y la ventana y apagó la televisión. Entonces estiró su mano por encima y detrás de su cabeza, para sacar el teléfono nuevo que su papi le había regalado, el cuál tenía escondido dentro de la funda de una de las tres almohadas de su cama.