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Estragos.

—¿Así está mejor? —Dijo Fred lentamente mientras cerraba la puerta a sus espaldas

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—¿Así está mejor? —Dijo Fred lentamente mientras cerraba la puerta a sus espaldas.

—Si... Gracias. —Respondió el castaño como si nada. Y acto seguido, siguió de largo hasta el final de salón para dejar su mochila en el último puesto, el cual era suyo.

Y en el momento en que volteó a ver al escritorio del maestro, lo vió parado frente al mueble, recostando de muy levemente mientras lo miraba fijamente y sonreía, obviamente con algo en mente. Entonces, levantó su mano hasta la altura de su rostro, cerró su puño y levantó su índice para flexionarlo tres veces mientras agachaba levemente la cabeza; indicándole a Freddy que se acercara a él.

Freddy tragó grueso mientras ocultaba su sonrisa y caminó de manera mecánica, con las manos en la parte baja de su espalda hasta llegar junto a él. Levantó la mirada para encontrar sus bellos ojos, oscuros, con un leve destello que desbordaba lujuria.

Mientras que el adulto, cruzado de brazos, se inclinó para estar más cerca de su alumno y rosar sus labios sin llegar a besarlo. Era solo un roce, una leve caricia.

—Bebé... —Le llamó en voz baja, susurrando contra sus labios.

—...¿Sí, papi? —Respondió con ternura, en un tono juguetón e inocente, con la intención de seguir su juego.

—¿Hiciste tu tarea...? —Dijo de repente para luego mirar el rostro del pequeño chico, quién al oírle comenzó a palidecer, y ante ello sonrió malévolo 

—... ¿M-mi tarea? —Flaqueó al hablar, y sonaba torpe pues debido al nerviosismo hacía pausas, pero a ojos del mayor aquello solo lo haría ver adorable—... Y-yo no recuerdo que hallas encargado una tarea.

Entonces el señor Anderson soltó sus brazos y se lanzó para agarrar sus muslos y levantarlo del suelo, cargándolo con sus piernas a cada uno de sus costados y sus brazos en medio de sus cuerpos. Lo cual fue un movimiento inesperado, tomando a freddy por sorpresa.

—Es broma, dulzura. —Dijo mientras reía y lo apegaba cada vez más a si mismo. Pero Freddy por su lado, suspiró como si  estuviera ahogándose en el mar, donde no pudiese respirar y de un momento a otro lograba llegar a la superficie y respirar de nuevo, sintiendo que el alma volvía a su cuerpo.

—...Dios... —Soltó una pequeña risa, y llevó sus manos hasta su cara para tapar sus ojos que picaban, pero no porque quisiese llorar. —Creí que era enserio...  ¿Porqué eres tan malo conmigo? — Posó sus manos sobre su pecho, no solo con un acto instintivo, sino también con la intención de sentir el leve calor de su cuerpo tener contacto con las palmas de sus suaves manos, y quizás, para sentir sus latidos también.

Dominante. [Frededdy's Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora