❝ Incluso en un mundo oscuro, el amar es posible...❞
Los pilares son gente conocida como los más fuertes cazadores de demonios, personas tan poderosas capaces de dominar sus técnicas de respiración a la perfección, e incluso, creando nuevas.
Cada un...
Su joven pareja, de largos cabellos castaños y ojos del mismo color, descansaba a su lado, con la cabeza recargada sobre su hombro mientras dormían plácidamente.
Tanjiro, Inosuke, Zenitsu, Kyoujuro e Irene habían caído presos por la técnica del enemigo, y ahora los cinco se mantenían indefensos ante cualquiera.
Fue en silencio cuando un par de individuos se acercaron a los cazadores, con una cuerda, preparados para cumplir su objetivo y poder seguir soñando.
— ¿A ella también? —Una muchacha habló, refiriéndose a la castaña que dormía al lado de su pareja.
— Dijo que a todos —Respodio su otra compañera, y tras ello no tardaron en acercarse a ellos y adentrarse en el mundo de los sueños.
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—Irene—
El despertar no era algo que quisiera, al sentirme cómoda y segura. Manteniendo los párpados cerrados por cuenta propia, me permito exhalar con grandeza y un olor fresco invadió mis fosas nasales.
Sin embargo, un escalofrío me recorrió por completo y no pude evitar abrir los ojos con rapidez, inquieta; ¿Dónde estaba?
Procedí a levantarme, encontrándome en un bosque, un bosque conocido y frondoso. El sol iluminaba mi cara, cegandome cuando miraba hacia arriba. Observe el río, cristalino y limpió como lo recordaba ¿Qué hacía yo aquí? No recordaba cómo había llegado a este lugar.
Caminé por el sendero, aquel caminó que solía recorrer de niña con fervor y alegría, el que me llevaba directo a casa, y tenía que admitir que me causaba un poco de malestar acercarme, no sabía si estaba lista para volver ahí.
Golpes mis mejillas con mis manos, y me obligué a mi misma a respirar con profundidad antes de que llegase a la casa donde había pasado mi infancia. ¡Yo puedo! Sólo pasaré y hechare un ojo, sólo eso...
— ¿Te has perdido Irene? —Me mantuve en silencio mientras mis párpados se abrían con sorpresa, aquella voz…
— Papá… —Murmure como pude, síntiendo las ganas de llorar.
Por poco me lanzo a sus brazos, para gritarle cuanto lo había extrañado. Más, sin embargo, me resultó imposible, y todo la escena que mis ojos presenciaban se desmoronó.
No, no ¡No..! Tan solo quería intercambiar un par de palabras más con él, una última vez.
Agarré una gran bocanada de aire mientras me levantaba de mi asiento e instintivamente llevaba mis manos a la espada en mi costado.
— ¿Estás bien, Irene? —Quiso saber Kyoujuro, viéndome de reojo.
Asentí con reticencia.
— ¿Segura? —Pregunto de nuevo, no muy seguro—. Estás llorando.
Sonreí, limpiando mis lágrimas y negando con vehemencia.
— No te preocupes, estoy bien, he tenido un bonito sueño —Asegure, posando una mano en su hombro para tratar de tranquilizarlo.
Lo vi asentir, y seguidamente ambos tuvimos que ver adelanté y preparamos para luchar, el lugar comenzaba a tener deformaciones, claras de un demonio.
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Omniciente
— ¡Kyoujuro! —Fue su gritó llenó de preocupación y alarma lo que hizo a Akaza ver a la mujer.
— Con que tienes una chica —Comentó, y retrocedió hasta posarse encima de la rama de un árbol, observando las heridas que los contiguos ataques le habían dejado—. Kyoujuro, si te conviertes en demonio podrás sanar esas heridas, y protegerla a ella para siempre.
— No puedo hacer eso… —Murmuro con cierto toque de debilidad— No te acerques, Irene —Habló cuando se dió cuenta como ella estaba preparada para ir con él—. Por favor, no lo hagas…
La castaña trago el nudo en su garganta con dificultad, mientras se detenía en seco apesar de no querer hacerlo.
— Morirás Kyoujuro —Aseguro con seriedad el demonio, desde lo lejos—. Lo que menos quiero es que mueras como alguien débil lo haría, ¡puedes tener tu espíritu de pelea al máximo!
— Ya te había dicho, tú y yo tenemos distintos valores. Morir y envejecer es lo que hace hermoso al ser humano.
— Bien… —Akaza le había dado una, no, varias oportunidades de sobrevivir, y él las había negado todas.
Fue un movimiento rápido, y todo hubiese acabado con un sólo ataque suyo y el rubio de puntas rojizas no pudo evitar verse sorprendido al ver a su pareja frente a él, protegiéndolo, y él temiendo lo peor.
Akaza no pudo continuar, no había sido capaz de asesinar a la mujer que impedía el paso hacía el pilar.
— ¡No puedes matarlo…! —Exclamo, sollozando— Puedes tomar mi vida, pero no la de Kyou… Es todo lo que me queda… —Cerro los ojos, temblando de miedo.
— Irene…
Y la luna superior tres no pudo continuar, por lo tanto, desapareció tan rápido como pudo, mientras el sol comenzaba a acercarse.
Corriendo, la pareja del pilar se apresuró en avanzar hacia él, así también lo hizo Tanjiro, ambos llenos de preocupación.
— Tienes las costillas rotas y… —A Irene la voz de temblaba, el sólo verlo así, le partía el alma.
— Estoy bien —El dijo, y Tanjiro al igual que la joven negó—. Podré sobrevivir.
La cazadora de puso de cuclillas frente a él, y ambos conectaron miraras, bueno, él su ahora único ojo.
— Kyou… —Dijo, con la voz temblorosa al igual que su cuerpo, juntando ambas frentes— Sobreviviremos juntos —Y lo besó.
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