❝ Incluso en un mundo oscuro, el amar es posible...❞
Los pilares son gente conocida como los más fuertes cazadores de demonios, personas tan poderosas capaces de dominar sus técnicas de respiración a la perfección, e incluso, creando nuevas.
Cada un...
Aquel vago recuerdo de mi única familia era entonces lo que podía observar, sin color, triste porque yo así lo había querido.
Ambos sentados sobre el piso de madera, yo observándolo con confusión. Así mismo, sus ojos ónix tan parecidos a los mios no me veían a mi, si no que miraban por la ventana.
— Me voy... —Avisó con seriedad, todavía sin poder verme a los ojos.
— ¿Porqué...? —Mi voz salió en un suave murmuró, llena de decepción y tristeza.
¿Qué más podría hacer yo? No podía obligarlo a quedarse, después de todo, cada persona es libre de hacer lo que guste. Pero aún sabiendo esto, me dolía. Mi única familia, mi único amigo... La única persona que yo conocía se iría.
Pese haber pasado apenas dos semanas desde la muerte de nuestros padres, no parecía muy afectado.
En cierta forma, me hacía temblar de irá y de rencor, pero una parte dentro mía me decía que simplemente se hacía el fuerte, que por dentro estaba destrozado tal y como yo. Que lo que estaba haciendo ahora era para poder vivir sin pena alguna por el pasado ruinoso que teníamos, que vivíamos.
— Aquella chica, la mujer que nos a salvado me a pedido ser su aprendiz —Una sonrisa adorno su rostro, una tan parecida como la que mamá le daba a mi padre.
Una llena de amor... Un sentimiento que odié porque sólo hacía daño...
Lo aborrecí al instante, a él, a ella, a todos, pero no pude hacer más que devolver una misma sonrisa, fingida, una máscara.
— Está bien... —Trague saliva para evitar llorar, aguantando el dolor.
La única persona que tenía, se fue, y con ello, fue la llegada de sentimientos tan negativos que me destrozaban el alma y me rompían en pedazos.
Pero un día, cambio, todo pareció brillar ante mi. Fue hasta entonces que pude sonreír con sinceridad y emoción, sólo con ver cuán era el esfuerzo que aquel chico ponía en su entrenamiento.
Casi como si se dijera “No te rindas”. No había podido evitar quedarme y observarlo desde la lejanía, completamente embobada ante la imagen.
Cuando finalmente se fue, una sensación dolorosa se expandió por mi pecho, y las ganas de volver a ver aquel joven de ojos jade llegó a mi.
Me había decidido a entrenar la misma respiración que él, quería verlo a él, e incluso superarlo si así se fijaba en mí ¿pensaria igual mi hermano con aquella chica?
Amor... Un sentimiento tan extraño, que puede llegar en un instante y hacerte tan feliz. También así, destrozarte hasta no querer vivir más...
Yo sentía amor con aquel joven de hermosas orbes y gran talento. Aún que no sería capaz de decir nada...
Oh, el amor, una sensación que siempre odié pero que no pude evitar.
Mientras poco a poco perdía el conocimiento debido a la asfixia en la que me encontraba dentro de aquel jarrón. La silueta de un muchacho tan conocido se acercaba, tan conocida pero a la vez difusa.
— Muichiro...
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Semehizoraronarrarasí, pero me dieronganasyasíquedó...
