❝ Incluso en un mundo oscuro, el amar es posible...❞
Los pilares son gente conocida como los más fuertes cazadores de demonios, personas tan poderosas capaces de dominar sus técnicas de respiración a la perfección, e incluso, creando nuevas.
Cada un...
Sus párpados se abrieron con enorme sorpresa, empuñando su espada con debilidad en un inició, y haciendo aún más fuerte su agarré en breve.
— Makoto... —Murmuró, con seriedad, y la hermosa mueca que siempre decoraba a la mujer no se encontraba ella, pero si una fina línea.
El mencionado sonrió con gracia, mostrando sus colmillos afilados y blanquecinos. Se llevó el pelo marrón atrás con su mano, y observando a la pilar con sus ojos azules y esclerótica negra, el también sacó la katana para pelear.
El nuevo Makoto creía que la había visto en alguna parte.
— Que curioso... —La ronca voz de él atravesó el lugar, haciendo eco en el bosque— ¿Cómo es que sabes mi nombre? —Su antes maliciosa mueca desapareció, cambiando por una más arisca.
La pilar no se atrevió a contestar, pero si murmuro un par de palabras para si misma.
— No pensé que irías a caer tan bajo, Makoto —Shinobu sintió lástima por el demonio frente a ella, y tomando impulso, se lanzo a atacarlo con rapidez y agilidad, casi imperceptiblemente.
Detuvo el ataque con su propia arma, y ambos se miraron a los ojos, los morados de ella no hacían más que verlo con lástima, y los azules de él parecían brillar de emoción.
Shinobu retrocedió, sin hacer sonido al tocar el pasto verde que rodeaba el lugar. Hizo girar su nichirint de extraña forma y le dirigió ahora una frívola mirada.
— Éste será nuestro ultimo entrenamiento... Makoto —Casi canturreo lo último, esbozando una mueca dulce que logro distraerlo por breves segundos, y sin poder preverlo, solo sintió un corte que le arrebató ambos brazos, que por la impresión lo hizo caer al suelo.
Fue tan rápido, tan sigiloso que logro deleitarlo, en el césped invadido por su sangre sintió un terrible punzada en el pecho, que al poco tiempo se disipó y una enorme calma lo invadio.
— ¿Eres, una ángel? —Preguntó, cuando ella se puso enfrente de él para poder observarlo. Ambos parecieron tener un deja vú.
— Es una suerte que no llevaras mucho como demonio, de haber sido así, es probable que hubiera perdido... —Hablo, frente al joven de orbes azules.
Su mente logró recordar cuando lo había rescatado antes, era la misma posición, ella estaba frente a él, con una hermosa mueca que ahora parecía transmitir tristeza, ¿porqué?
— Kochou Shinobu... —Llamó, de nuevo ella le miro con sorpresa. De repente, a Makoto le había llegado ese nombre, sin entender la razón del porque, tal vez, comenzaba a recordar su vida humana...
— No te preocupes, Makoto... —Comenzó, sonriente— El veneno no dolerá, sólo debate llevar —Musito, observándolo con sus ojos morados.
— Me gustas... —Y ella se quedo en silencio, pero aún sonriente frente a el, viéndolo morir por su propia culpa— M-Mucho —Fue un murmuró débil y casi imperceptible, pero fue suficiente para que ella lo escuchara.
— Siempre lo supe.
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