53. Pesadillas

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Noto un suave y agradable calor que se extiende por toda mi espalda. Estoy tan cómodo que el único movimiento que hago es para estirar un poco las piernas sin dejar de estar tumbado. Poco a poco voy abriendo los ojos. La habitación todavía está oscura, signo de que aún queda para que amanezca.

Ahora que estoy más despierto noto algo de presión sobre mi cuerpo. Bajo la vista para ver el brazo de Mirio sobre mí. Al mirar hacia atrás lo veo profundamente dormido boca abajo mientras babea mi almohada. Normalmente no sería una visión agradable, pero verlo tan tranquilo, con la cara aplastada contra la almohada y despeinado hace que prefiera dejarlo así por un tiempo.

Cojo mi teléfono para ver la hora. Dentro de poco serán las seis. Comienzo a entrenar a las ocho así que tendré que acompañar a Mirio para que coja el metro de las siete y así tener tiempo para todo.

Con cuidado de no despertarlo quito su brazo de encima mía y lo dejo sobre el colchón. Me levanto suavemente y una vez de pie estiró cada parte de mi cuerpo mientras bostezo suavemente. Una vez despierto decido bajar a la cocina y preparar algo para desayunar.

Hago unas tostadas de mantequilla, y como no se si a Mirio le gusta el café o no decido calentar dos tazas de leche y echarle un poco de cacao en polvo. Una vez está todo preparado me decido a ir a despertar a Mirio. Sin embargo Okarasu aparece por la puerta de la cocina justo cuando iba a salir.

— ¿Qué haces levantado tan temprano? —dice ella mientras se frota la cara. Ella también se acaba de levantar. Es extraño verla sin su traje de heroína.

— Voy a acompañar a mi amigo ha coger el metro antes de empezar el entrenamiento. Iba a despertarlo para desayunar.

— ¿Cómo piensas sobrevivir a toda la mañana solo con unas tostadas y leche? —dice ella mirando por encima de mí.

— Bueno, es un desayuno rápido y suficiente para...

— Estupideces. ¿Como algo así ha podido sustituir al desayuno de verdad? Ve a despertar a tu amigo, yo prepararé un desayuno que si que te dará fuerzas para aguantar el día entero.

— No hace falta, con eso tengo bastante.

— ¿Acaso he dicho que puedas elegir? —dice ella mientras comienza a sacar una pequeña olla que llena de agua y coloca encima de la vitrocerámica.— Vamos, ve a despertar a tu amigo.

Asiento con la cabeza y subo las escaleras para acercarme a mi cuarto. Al entrar veo a Mirio en la misma posición en la que estaba cuando me fui. Me acerco a la cama pensando en cómo despertarlo. ¿Le llamo? ¿Le toco el hombro? ¿Las dos cosas? Tal vez pueda poner alguna alarma para que se despierte solo... Creo que lo mejor será intentar levantarlo suavemente.

— Mirio. —digo mientras comienzo a empujar su hombro. No responde.— Mirio. —digo más alto y empujando su hombro más fuerte.

Mirio solo suelta un suave ronquido y continúa sin despertar. Creo que voy a tener que llamarlo más fuerte.

— ¡Mirio! —grito mientras intento empujar todo su cuerpo. Sin embargo lo único que consigo es que se queje un poco en sueños y se gire hacia el otro lado sin llegar a despertarse. Voy a tener que recurrir a algo más fuerte.

Lo agarro de los brazos y con todas mis fuerzas tiro de él hasta sacarlo de la cama dejándolo sobre el suelo mientras grito fuertemente su nombre. Al dejarlo caer sobre el suelo este desierta con una gran confusión.

— ¿Qué? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy en el suelo? —dice él sentándose en el suelo mientras mira confundido a su alrededor.

— No despertabas así que no me ha quedado otra que tirarte de la cama. Vamos, date prisa que tenemos que desayunar.

Dark Wings |BNHA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora