Vergüenza.

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Vergüenza: Nada más vergonzoso que estar una cena familiar donde no solo tu madre, sino también tu padre se meten a casamenteros y no dejan de competir por cuál de los dos chicos es el mejor... ¡Oh! esperen, si hay algo peor, que ese par de chicos no dejen de insinuar cosas que por ningún motivo sus padres podían saber.

Personajes: Red-x, Kid Flash, Raven, Arella, Trigon.

Clasificación: K.

Palabras empleadas: 2708. Two-shot.

Un sábado normal para Arella consistía en sacar a su hija de su cuarto, para que la acompañara a comprar las cosas que usaría para la cena, su pequeña Raven iba adelante, arrastrando con una mano la parte delantera del carrito de compras, usando los auriculares regalados en su cumpleaños.

—Raven, voy por la carne, tú, ve a buscar los cereales _La mujer tuvo que tocar el hombro de su hijo para que le prestará atención, la menor asintió, llevándose el carrito.

Arella pidió lo necesario al hombre detrás del mostrador escuchando unas mujeres reírse soñadoras a sus espaldas, el carnicero que antes veía a la mujer, ahora se concentraba prestando más atención algo detrás de ella.

Arella frunció el ceño, volteándose a ver que era más importante que atenderla.

Sus ojos se abrieron al igual que sus labios, esto debía ser una broma, o un sueño, si sonaba más lógico que estuviera soñando o alucinando...

Cualquier cosa era más lógica que creer que su hija estaba parada en la parte delantera de un carrito de compras, mientras un chico desconocido para ella que era su madre, corría alrededor de los pasillos, agarrando el suficiente impulso para él también montarse en el improvisado medio de transporte. Raven no llevaba sus audífonos, y sus ojos estaban fijos en su acompañante, por lo que ni siquiera notó su presencia.

Parpadeo un par de veces, tallando sus ojos, no parecía ser un sueño.

—Qué pareja tan linda _Escuchó decir a una mujer a su lado y mecánicamente asintió.

De repente, la realidad la hizo regresar en sí, ¡Ese pelirrojo debía ser el novio de su hija! Estaba tan segura de eso, Raven no era una persona muy sociable, era demasiado seria y madura para alguien de su edad, pero con ese chico, parecía diferente.

Su rostro se iluminó, pensando en las posibilidades, con ese chico en su familia tendría muchos y adorables nietos corriendo por su casa, con mejillas de querubín llena de millones de pecas. No pudo reprimir un chillido ante la idea.

Ella creyó que Raven iba a quedar soltera toda la vida, y como buena madre tenía que comprarle gatos para llenar de felicidad su vida.

Pero ahora, ¡Todo era diferente!

Miro al hombre con una sonrisa que lo hizo retroceder, y siguió pidiendo, tenía que actuar normal para no ahuyentar a su futuro yerno... Tal vez en un punto podía decirle hijo...

Chillo de nuevo ante la posibilidad, en lo personal, le hubiese gustado tener más niños, pero durante el embarazo de su hija presentó muchos problemas, tanto así que el que ambas estuvieran vivas era un verdadero logró. Por lo que tener un yerno le daba infinitas posibilidades.

El hombre la atendió lo más rápido que pudo, ignorando la sonrisa de ella, y esos arranques de euforia que comenzaban asustarlo, ante todo era un profesional, y una pequeña mujer no podía intimidarlo, por más loca que pareciera.

Cuando Arella se marchó al pasillo de los cereales, el carnicero pudo respirar tranquilo.

La mujer esperaba verlos muy cerca, más en vez de eso, se los encontró charlando, él estaba recargado sobre la barra del carrito, dándole una adorable sonrisa, mientras su hija veía las cajas de cereales, el único índice que daban del anterior viaje, era el cabello alborotado de su pequeña.

Triángulo Equilátero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora