—Hora de levantarse, dormilona —dijo suavemente Maura despertando a Cristina.
La joven salió poco a poco del sueño para ver a su madrastra junto a la cama con la bandeja del desayuno. Se incorporó y dejó que Maura le pusiera la bandeja sobre la cama. Cristina se estregó los ojos y vio en el reloj de su mesa de noche que eran casi las once. Había pasado una noche de insomnio y solo se había quedado dormida a la madrugada, cuando el cansancio por fin la había vencido.
—No te oí llegar anoche —dijo Maura.
Cristina se removió algo incómoda. Tomó la taza de café y bebió un sorbo.
—Llegué un poco tarde —dijo—. No quise despertarlos.
—Ten cuidado —dijo la mujer con preocupación—. Hay muchos peligros en la calle.
Cristina asintió sonriendo. Maura se preocupaba por ella de verdad.
Si ella supiera que sus intentos por reunirla con su hijo habían sido en balde... Matthew no la había perdonado, jamás la perdonaría y eso no permitiría que volviera a ver a su madre. Sintió tristeza pues quería que, por primera vez en ocho años, Maura tuviera una Navidad feliz al lado de su hijo.
Tenía que dejar de pensar en eso. Ya no había nada más que hacer, solo seguir su vida como hasta ahora.
—Esta mañana —continuó Maura—, te llamó una mujer. Dijo que se llamaba Betty y que el señor M.C. quiere que lo llames en cuanto puedas.
Cristina dejó la taza sobre la bandeja de manera abrupta. Recordó que Matthew se había referido a la mujer que la había recibido en su casa con el nombre de Betty... M.C. solo podía ser Matt Castelo. ¿Podría ser que...?
—¿Estás... segura de que dijo eso? —preguntó ella ansiosa.
—Claro que sí. ¿De qué se trata? ¿Quién es ese hombre?
—Es... un nuevo proveedor... Tengo que hablar con él ahora mismo —dijo levantándose de la cama rápidamente, dejando la bandeja a un lado.
—¿Y tu desayuno?
—No tardaré —dijo Cristina sacando su celular del bolso y marcando el teléfono de Matthew.
—No dejes que se te enfríe —dijo Maura antes de salir de la alcoba de Cristina.
La joven asintió antes de marcar el número.
No habían pasado tres segundos, cuando el teléfono fue contestado.
—Matt Castelo —dijo la varonil voz que no la había abandonado en toda la noche.
—Hola... soy Cristina —dijo ella temiendo que hubiera sido una equivocación, que él le dijera que no lo llamara más antes de colgarle.
—Estaba esperando tu llamada —dijo él para alivio de la joven.
El corazón de Cristina sintió alivio.
—Acabo de recibir el mensaje, me comuniqué en cuanto pude —dijo ella.
—Bien —dijo él—. Creo que... te debo una disculpa por el modo en el que te hablé anoche. Quiero que conversemos. ¿Podrías venir a cenar hoy a mi casa?
—Sí —dijo ella sin pensarlo dos veces, temía que si titubeaba él pudiera arrepentirse—. ¿A qué hora?
—A las ocho estará bien.
—Perfecto, allí estaré —dijo ella.
Cristina cortó la comunicación sintiendo que su corazón latía rápidamente. Era la emoción de volver a verlo, de volver a escucharlo... pero su objetivo era hacer que Matt visitara su casa en Navidad para que Maura fuera feliz de nuevo, no otro. Verlo no tenía nada que ver con lo que sentía... y lo que sentía debía desaparecer.
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Un Regalo de Navidad
RomantizmHace mucho tiempo, Cristina cometió un error que dejó a su familia profundamente herida. Ahora, ella quiere darles a su padre y su madrastra un regalo de Navidad que haga sus vidas más felices y enmiende los errores que ella cometió en el pasado. A...