VIII

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Baeckhyun vaciló. La idea de saber más cosas de Chanyeol era una tentación. Una enorme tentación.
- Creo que ahora sé lo que me está sucediendo. Podría soportarlo yo solo. Es muy tarde, padre, y ya me avergüenza bastante que haya tenido que estar ahí fuera a la intemperie para vigilarme.
El padre Hummer le dio un golpecito en la muñeca.
-No digas tonterías, chico. Me gusta hacer estos favores. A mi edad, uno espera con ilusión cosas inusuales. Al menos baja al salón y pasa un rato conmigo. La señora Galvenstein tiene el fuego encendido.
Baeckhyun sacudió la cabeza con vigor, un acto instintivo de protección por Chanyeol. El mesón alojaba entre sus paredes a muchos de sus enemigos. Nunca le pondría en peligro, por difícil que fuera el momento que estaba experimentando. Edgar Hummer soltó un leve suspiro.
- No puedo dejarte, Baeckhyun. He dado mi palabra a Chanyeol. Ha hecho tanto por mi congregación, por la gente de este pueblo, y pide tan poco a cambio… -El sacerdote se frotó la barbilla con gesto pensativo-. Tengo que quedarme, niño, por si la cosa va a peor. Baeckhyun tragó saliva con dificultad. Margaret Summers estaba dormida en algún lugar en ese mismo edificio. Baeckhyun podía blindarse, ocultar incluso de su más profundo dolor, pero no le costaba entrever la preocupación natural del padre Hummer. Si el podía, también Margaret. Se decidió, y cogió la chaqueta. Se secó las lágrimas del rostro y abrió la marcha escalera abajo antes de cambiar de idea. Lo más importante para el en aquel momento era proteger a Chanyeol. La necesidad era elemental, parte de su alma.
Una vez fuera, Baeckhyun se subió la cremallera de la chaqueta hasta la barbilla. En el momento en que había vuelto a su habitación en el mesón, se había cambiado de ropa y ahora llevaba sus téjanos gastados y una sudadera con capucha del instituto. Había una espesa bruma por doquier, a menos de medio metro del suelo. Hacía mucho frío. Echó una ojeada al sacerdote. Su inglés tal vez fuera un poco titubeante, pero sus rasgos curtidos y el azul apagado de sus ojos traslucían inteligencia e integridad. Tenía frío, seguro que por el rato que había pasado en el balcón. Era demasiado viejo para sacarle del calor de su casita y encomendarle una tarea como ésta en medio de la noche.
Se apartó unos mechones sueltos mientras se obligaba a caminar con calma por el pueblo. El lugar era tranquilo, pero el estaba al corriente de que un grupo de fanáticos estaba asesinando a cualquiera que tomaran por vampiro. El corazón le dolía, lo sentía pesado. Su mente necesitaba la tranquilidad del contacto mental con Chanyeol. Miró de reojo al hombre mayor que iba a su lado. Andaba con brío, con aire apacible, algo que lo calmó. Era un hombre que llevaba mucho tiempo en paz consigo mismo y con los que lo rodeaban.
-¿Está seguro de que sigue con vida? -La pregunta surgió antes de que pudiera detenerla, justo cuando se enorgullecía de mostrar una apariencia normal.
-Del todo, niño. Me dio la impresión de que estaría ausente hasta la caída de la noche, y no sería posible contactar con él de la forma habitual. -Le sonrió, con expresión de conspirador-. Yo personalmente empleo su buscapersonas. Esos chismes me fascinan. Cuando le visito, jugueteo con su ordenador siempre que puedo. Una vez lo dejé bloqueado, y le llevó un tiempo adivinar lo que yo había hecho. -Aquello le complacía de un modo absurdo-. Por supuesto, se lo podía haber dicho, ya me entiendes, pero no habría sido tan divertido. Baeckhyun se rió, no podía evitarlo.
-Por fin alguien con quien me identifico. Me alegra que alguien, aparte de mí, le dé problemas. Lo necesita, ya sabe. Toda esa gente haciendo reverencias y lisonjas. No es bueno para él. -Tenía las manos heladas cuando se las metió en los bolsillos.
-Hago lo que puedo, Baeckhyun -admitió el sacerdote- pero no hace falta que se lo digamos. Es mejor que algunas cosas queden entre nosotros. Le sonrió al sacerdote, un poco más relajado.
-Tiene razón en eso. ¿Cuánto hace que conoce a Chanyeol? -Ya que no podía alcanzarle, tocarle, tal vez pudiera aliviar aquella herida de vacío, en carne viva, hablando de él. Descubrió que empezaba a estar enfadado con Chanyeol. Debería haberlo preparado para esto.
El sacerdote miró en dirección al bosque, en dirección a la casa de Chanyeol. Luego alzó la vista al cielo. Le conocía desde joven, cuando él era un sacerdote inexperto, enviado de su lugar de nacimiento a un pequeño pueblo en medio de la nada. Por supuesto, desde entonces le habían destinado varias veces, pero ahora estaba semiretirado, y le dejaban ir a donde quisiera, al lugar que había acabado queriendo. Los ojos azules de Baeckhyun le penetraban mientras le estudiaba.
-No quiero obligarle a mentir, padre. Yo mismo me encuentro demasiado a menudo en esa circunstancia por Chanyeol, y ni siquiera estoy seguro de por qué.
Dios sabe que él no me lo pide. -Había pesar en su voz, confusión y lástima.
-Yo no miento -dijo.
-¿Omisión no es lo mismo que mentira, padre? -Las lágrimas hicieron que sus ojos brillaran, que chispearan sobre sus largas pestañas-. Algo me está pasando, algo que no entiendo, y me aterroriza.
-¿Le amas?
Baeckhyun podía oír sus pisadas fuertes en el silencio de las horas anteriores al amanecer, sus corazones latiendo a ritmo constante, la sangre surcando sus venas. Al pasar junto a una casa, oyó los ronquidos, los crujidos, susurros, el sonido de una pareja que hacía el amor.
Buscó y encontró con los dedos el anillo de Chanyeol como si fuera su talismán. Lo cubrió cuidadoso con la palma de la mano, como si pudiera retenerle ahí.
¿Le amaba?
Todo en el estaba fascinado, estimulado por Chanyeol. Con toda certeza la química física entre ambos era poderosa, incluso explosiva. Pero Chanyeol era un misterio, un hombre peligroso que vivía en un mundo que le resultaba imposible de comprender.
-¿Cómo se ama lo que no entiendes, cómo se ama lo que desconoces? -Pese a plantear esta pregunta, el seguía viendo la sonrisa de él, la ternura de sus ojos. Podía oír su risa, las conversaciones que se prolongaban durante horas, los silencios extendiéndose de manera amigable entre ellos.
-Conoces a Chanyeol. Eres un doncel extraordinario. Puedes percibir su bondad, su compasión.
-Tiene una vena celosa. Con él, el término posesivo se queda corto -comentó Baeckhyun. Le conocía, sí, lo bueno y lo malo, y le aceptaba tal y como era. Pero ahora lo comprendía: aunque Chanyeol había abierto su mente, sólo había avistado partes de él. -No olvides su vena protectora, su profundo sentido del deber -replicó el padre Hummer con una leve sonrisa. Baeckhyun se encogió de hombros, se percató de que estaba a punto de romper a llorar una vez más. Era humillante perder el control de tal manera pese a saber que el sacerdote tenía razón. Chanyeol no estaba muerto; se encontraba en algún lugar del sueño inducido por fármacos y se pondría en contacto con el en cuanto pudiera.
-La intensidad de lo que siento por él me asusta, padre, no es normal.
-Él daría la vida por ti. Chanyeol sería incapaz de hacerte daño. Si algo sé de ese hombre es que puedes iniciar esta relación convencido de que nunca te será infiel, nunca te levantará la mano y siempre te antepondrá a todo lo demás. -Edgar Hummer dijo estas palabras con absoluta convicción. Sabía que aquello era verdad, con la misma certeza que sabía que había un Dios en el cielo.
Se secó precipitadamente las lágrimas con el dorso de la mano.
-Lo creo, no me pegaría, sé que no lo haría. Pero ¿ya los demás? Tiene tantos dones especiales, tanto poder. Las posibilidades de emplear de modo erróneo tanto talento son tremendas. El padre Hummer abrió la puerta de su pequeña casa y le hizo una indicación para que entrara.
-¿De verdad crees que ha hecho eso? Es su líder por sangre. El linaje se remonta en el tiempo. Le llaman su príncipe, aunque nunca lo admitirá ante ti. Acuden a él en busca de liderazgo y guía, igual que mi congregación acude a menudo a mí. Baeckhyun necesitaba hacer algo, de modo que preparó el fuego en el hogar de piedra mientras el sacerdote se encargaba de la infusión.
-¿Es de verdad un príncipe? -Por algún motivo eso la consternó. Encima estaba considerando un compromiso con un miembro de la realeza. Esas cosas nunca funcionaban.
-Eso me temo, hijo -admitió el padre Hummer con arrepentimiento-. Tiene la última palabra en todo. Tal vez por eso tienda a actuar como una persona
importante.
Tiene muchas responsabilidades, y por lo que yo sé nunca ha dejado de cumplirlas. El se sentó en el suelo y se apartó la pequeña cascada de pelo del flequillo surcado de lágrimas.
-A veces, cuando Chanyeol y yo estamos juntos, parece que seamos dos mitades del mismo todo. A veces es tan serio, inquietante y tan solitario, que me encanta hacerle reír, dar vida a sus ojos. Pero, por otro lado, hace las cosas… -Su voz se apagó. El padre Hummer dejó una taza de té al lado de Baeckhyun y ocupó su lugar en su sillón habitual.
-¿Qué tipo de cosas? -le animó a seguir.
El dejó ir su aliento poco a poco, de forma irregular. - He estado solo la mayor parte de mi vida. Siempre he hecho lo que he querido. Cojo mis cosas y me muevo cuando me place. Viajo bastante y valoro mi libertad. Nunca he tenido que dar explicaciones a nadie.
- ¿Y prefieres esa forma de vida a lo que podrías tener con Chanyeol? Le temblaban las manos cuando rodeó la taza; absorbió aquel calor.
- Plantea preguntas duras, padre. Pensaba que Chanyeol y yo podríamos llegar a algún tipo de acuerdo mutuo. Pero todo ha sucedido tan deprisa que ahora no sé si lo que siento es del todo real. Siempre está conmigo. Ahora, de repente, no está, y no lo puedo soportar. Míreme, estoy hecho un desastre. Usted no me conocía, pero estoy acostumbrado a estar solo, soy independiente al cien por cien. ¿Es posible que él haya hecho algo para conseguir esto? - Chanyeol nunca te obligaría a amarle. No estoy seguro de que fuera capaz de algo así. Baeckhyun dio un trago a la infusión para calmarse. - Ya lo sé. Pero ¿cómo explica esto que me pasa ahora? ¿Por qué no puedo estar lejos de él? Me gusta estar a solas, valoro mi vida privada y, ahora, sin su contacto me desmorono. ¿Tiene idea de lo humillante que es eso para alguien como yo? El padre Hummer dejó la taza sobre el platillo y la miró con ojos preocupados. - No tienes por qué sentirte así, Baeckhyun. Sé que Chanyeol ha mencionado que cuando el varón de su raza conoce a la pareja de su vida, puede decirle las palabras de un ritual y unirles para siempre, se supone que debe ser así. Si el o ella no es la pareja verdadera, a ninguno de los dos les afecta lo más mínimo, pero si lo es, no pueden estar el uno sin el otro. Baeckhyun se llevó una mano defensiva a la garganta. - ¿Qué palabras? ¿Le dijo las palabras en concreto? El padre Hummer negó a su pesar.
-Sólo sé que una vez pronunciadas a el doncel o mujer adecuado, ellos quedan unidos y no pueden escapar. Las palabras son como nuestros votos nupciales.
Los carpatianos tienen valores diferentes, sobre lo bueno y lo malo. No existe tal cosa como el divorcio, no aparece en su vocabulario. Las dos personas constituyen virtualmente dos mitades del mismo todo.
-¿Y si uno es infeliz? -Retorcía los dedos lleno de agitación. Recordó haber oído a Chanyeol algo poco usual. Tenía el recuerdo borroso, como un sueño.
- Un varón carpatiano hará todo lo necesario para garantizar la felicidad de su pareja en la vida. No lo sé, ni entiendo cómo funciona, pero Chanyeol me dijo que el vínculo es tan fuerte que un varón no puede hacer otra cosa que saber cómo hacer feliz a su doncel. Baeckhyun se tocó el cuello, mantuvo un rato la palma sobre el pulso.
-Hiciera lo que hiciera, tiene que funcionar, padre, porque no soy el tipo de doncel que se arroja de un balcón porque lleve un par de horas sin ver a un hombre.
-Supongo que los dos deberíamos confiar en que Chanyeol pague con la misma moneda -dijo el padre Hummer con una sonrisita. El corazón de Baeckhyun golpeó con fuerza en su pecho, todo su cuerpo chilló con una protesta instantánea. La idea de que Chanyeol sufriera, daba igual cómo, resultaba de lo más sobrecogedora. Intentó esbozar una sonrisa de respuesta.
-Creo que de algún modo él está a salvo, no sentirá nada. El sacerdote estudió ese rostro sombrío, compungido de dolor, por encima de su taza.
-Creo que Chanyeol tiene mucha suerte de haberte encontrado. Tú también eres muy fuerte, tanto como él.
-Estoy dando una buena imagen entonces. -Baeckhyun se secó los ojos con los nudillos-, porque me siento como si me estuviera rompiendo por dentro. Y no estoy muy contento con Chanyeol. - Ni pienso yo que debas estarlo; de todos modos tu primer instinto ha sido protegerle. Te horrorizó la idea de que pudiera estar sufriendo como tú.
-No me gusta ver a nadie sufrir. Hay algo triste en Chanyeol, como si hubiera cargado con el peso del mundo sobre sus hombros durante demasiado tiempo. A veces le miro a la cara y hay tanto dolor ahí, tanto… no en sus ojos exactamente, está grabado en su cara. -Baeckhyun suspiró-. Supongo que no tiene ningún sentido, pero necesita que alguien despeje las nubes. - Es una valoración interesante, hijo, y debo decir que sé a qué te refieres. He visto lo mismo en él. Despejar las nubes. -Repitió las palabras en voz alta, reflexionando sobre ellas-. Es eso exactamente.
Baeckhyun asintió. - Como si hubiera visto demasiada violencia, demasiadas cosas terribles, algo que le ha arrastrado cada vez más a la oscuridad. Cuando estoy cerca de él puedo sentirlo. Se planta como un guardián delante de alguna puerta maligna, malévola, y mantiene a los monstruos a raya para que los demás podamos seguir con nuestras vidas, sin enterarnos en ningún momento de la amenaza. Al padre Hummer se le cortó la respiración.
-¿Así es como le ves? ¿Un guardián de la puerta? Baeckhyun hizo un gesto de asentimiento. - Es una imagen que está muy viva en mi mente. Sé que a usted probablemente le sonará melodramática.
-Ojalá le hubiera podido decir yo esas palabras -dijo bajito el sacerdote-. Ha venido muchas veces aquí buscando consuelo y sin embargo nunca he sabido qué decir exactamente. Rogaba a Dios que le enviara ayuda para encontrar una respuesta, Baeckhyun, y tal vez te ha enviado a ti.
El temblaba, combatía sin descanso el tormento en su cabeza, la necesidad de tocar a Chanyeol, la idea de que pudiera haberse ido de la Tierra. Baeckhyun respiró hondo para tranquilizarse, agradecido por las palabras del sacerdote. - No creo que yo sea la respuesta de Dios a nada, padre. Ahora mismo quiero hacerme un ovillo y echarme a llorar.
-Puedes hacerlo, Baeckhyun. Tú sabes que sigue con vida. Baeckhyun dio un sorbo a la infusión. Estaba caliente y deliciosa. Devolvió un poco de calor a sus entrañas, pero nunca podría esperar calentar el terrible vacío, frío como el hielo, que no lo soltaba y lo devoraba. Muy despacio, centímetro a centímetro, el agujero negro iba creciendo. Intentó concentrarse en otras cosas, disfrutar de la conversación con este hombre que conocía y respetaba a Chanyeol, que sentía incluso un gran afecto por él. Baeckhyun dio otro trago a la infusión, esforzándose con desesperación por no perder la cordura.
-Chanyeol es un hombre extraordinario -dijo el padre Hummer confiando en distraerlo-. Es uno de los hombres más dulces que he conocido. Su sentido del bien y del mal es tremendo. Tiene una voluntad de hierro.
-Ya lo he visto -reconoció Baeckhyun.
-Apuesto a que sí. Chanyeol es un hombre que pocos querrían tener como enemigo. Pero además es leal y bondadoso. Le vi restaurar este mismo pueblo casi sólo con sus manos después de una catástrofe. Cada persona que vive aquí es importante para él. Hay grandeza en él. Baeckhyun había levantado las rodillas y se balanceaba hacia delante y hacia atrás. Le costaba respirar, pues cada inspiración para llenar los pulmones era por sí sola una agonía. ¡Chanyeol! ¿Dónde estás?
El grito fue arrancado de su corazón. Le necesitaba, al menos una vez… Que le contestara, que lo tocara. Sólo una vez. El vacío negro se abrió de nuevo en el. Se mordió intencionadamente con fuerza el labio inferior, recibió el dolor con beneplácito y se concentró en él. ¡El era fuerte! Tenía un cerebro. Fuera lo que fuera lo que lo consumía, lo que lo convencía de que no podía soportar continuar sin Chanyeol, fuera lo que fuera, no lo derrotaría. No era real. El padre Hummer se puso en pie de súbito, luego lo levantó y lo puso a su lado.
-Basta ya, Baeckhyun. Salgamos, vayamos a cuidar un poco el jardín. En cuanto notes la tierra en tus manos y respires el aire fresco, te sentirás mucho mejor. -Si eso no funcionaba, no tendría otra opción que ponerse de rodillas y rezar. Baeckhyun consiguió reírse a través de las lágrimas. - Cuando me toca, padre, sé lo que está pensando.
¿Un sacerdote debería detestar ponerse de rodillas?
Él lo soltó como si el le hubiera quemado, luego empezó a reírse.
-A mi edad, querido, con mi artritis, me apetece mucho más maldecir que rezar cuando me arrodillo.
Y has descubierto uno de mis grandes secretos.
Pese a todo, los dos se rieron bajito mientras salían a la luz de la mañana. A Baeckhyun le empezaron a llorar los ojos, que protestaban así por el destello. Tenía que cerrarlos para combatir el dolor que perforaba su cabeza. Se sujetó la mano sobre los ojos.
-¡El sol es tan brillante! Apenas puedo ver y me duele cuando abro los ojos. ¿No le molesta a usted?
- Tal vez Chanyeol haya dejado unas gafas por aquí. Suele hacer ese tipo de cosas cuando pierde una partida de ajedrez. El sacerdote revolvió en el cajón y regresó con unas gafas oscuras, hechas ex profeso para Chanyeol.
La montura era demasiado grande para su rostro, pero el padre Hummer se las sujetó con una cinta. Poco a poco, Baeckhyun abrió los ojos. La montura le sorprendió por su ligereza, considerando lo oscuras que eran las lentes. El alivio fue instantáneo.
-Es fantástico. No reconozco la marca. - Uno de los amigos de Chanyeol las fabrica.
El jardín era precioso.
Baeckhyun se hundió en el suelo y enterró las manos en la fértil tierra oscura. Sus dedos rodearon aquella riqueza. Algo pesado se aligeró en su corazón, lo que permitió que entrara un poco más de aire en sus fatigados pulmones. Sintió la necesidad de tumbarse estiradi en el lecho fértil, cerrar los ojos y absorber la tierra dentro de su piel. Fue el jardín del padre Hummer lo que le permitió pasar las largas horas de la mañana. El sol del mediodía la envió a buscar el santuario interior de la vivienda. Incluso con la protección de las gafas los ojos le ardían, lloraban y le dolían por la fuerza del sol. Su piel parecía ultrasensible, se enrojecía y se quemaba deprisa, aunque antes el nunca se había quemado al sol. Se retiraron juntos y consiguieron jugar dos partidas de ajedrez, una interrumpida mientras Baeckhyun se concentraba en combatir sus demonios privados. Agradecía la presencia del sacerdote, pues no estaba seguro de haber sobrevivido a la separación de Chanyeol. Sin él. Bebió infusiones para contrarrestar la terrible debilidad de su cuerpo por la falta de alimento. Las horas de la tarde parecieron interminables. Baeckhyun sólo consiguió engañar el vacío abismal con un par de ataques de llanto. A las cinco de la tarde estaba agotado y decidido a pasar el último par de horas el solo en su habitación, era cuestión de orgullo. Chanyeol vendría a buscarlo dentro de dos horas, tres como mucho, si había dicho la verdad. Si Baeckhyun quería tenerse cierto aprecio, recuperar algo de su independencia y dignidad, tenía que enfrentarse solo a estas últimas horas. Incluso con el sol tan bajo en el cielo y las nubes empezando a moverse por el horizonte, la luz le hacía daño en los ojos, pese a las gafas oscuras. Sin ellas, nunca habría podido abrirse camino por las calles del pueblo de regreso al mesón. Por suerte, el mesón estaba más bien tranquilo. La señora Galvenstein y su gente se hallaban en plena preparación de la cena y del comedor. Ninguno de los otros huéspedes estaba presente, o sea, que fue capaz de escaparse a su habitación sin que nadie se enterara. Se dio una larga ducha, permitió que el agua caliente golpeara su cuerpo con la esperanza de eliminar su terrible necesidad de Chanyeol. Cepillo su pelo húmedo, negro azulado, en un espeso cabello corto, y se tumbó en la cama totalmente desnudo. El aire fresco abanicaba su piel, caliente de la ducha, y deambulaba sobre el, lo calmaba. Baeckhyun cerró los ojos. Tomó conciencia del sonido de la vajilla que tintineaba mientras ponían la mesa. Captó aquello sin ser consciente. Parecía una buena manera de mantener a raya el sufrimiento y la pena, explorar su nueva capacidad. Baeckhyun descubrió que con un poco de concentración podía bajar el volumen, incluso apagarlo, o podía oír a los insectos agitando las alas en la despensa. Percibía el movimiento de los ratones escurriéndose por las paredes, y algunos en el desván. El cocinero y la doncella discutieron un momento sobre los deberes de esta última. La señora Galvenstein canturreaba desafinando en la cocina mientras trabajaba. Unos susurros atrajeron la atención de Baeckhyun, susurros de conspiradores.
-No es posible que Chanyeol Dubrinsky o Baeckhyun Whitney sean muertos vivientes -decía Margaret Summers con vehemencia-. Es posible que él conozca a esta gente, pero no es un vampiro.
-Tenemos que ir ahora. -Ése era Hans-. No tendremos otra oportunidad como ésta otra vez. No podemos esperar a los demás. No tengo intención de esperar a que se haga de noche.
-Ya es bastante tarde. -La voz de Jacob sonó quejumbrosa-. Quedan sólo un par de horas para que el sol se ponga. Solo tardaremos una hora en llegar allí.
-No si nos apresuramos. Está atrapado en la tierra- insistió Hans-. Mañana ya se habrá ido. - Sigo pensando que deberíamos esperar a Eugene y a los otros -protestó Jacob-. Tienen experiencia. - No podemos esperar -decidió Harry Summers-. Hans tiene razón.
Los vampiros saben que vamos tras ellos y es probable que estén moviendo los ataúdes cada día. No podemos perder la oportunidad. Cojamos los utensilios enseguida. - Sigo pensando que ese tipo, Dubrinsky, es uno de ellos. Baeckhyun está del todo hechizado por él. Shelly me ha dicho que están prometidos -protestó Jacob. - Estoy seguro, igual que lo estaba mi padre antes que yo. Estoy convencido de que era joven cuando mi padre nació -dijo Hans con gesto grave. - Y yo te digo que no. -Margaret se mantenía firme. - Es extraño el efecto que tiene sobre los donceles o las mujeres y lo lejos que llegan para protegerle -dijo Hans con recelo, silenciando con eficacia a la mujer de mayor edad.
Baeckhyun oyó los sonidos de los asesinos mientras juntaban su equipo mortífero. ¿Habían convencido Hans y Jacob a Harry Summers para matar a Chanyeol? ¿O a otro miembro de su raza? Se bajó de la cama y se puso unos téjanos limpios, gastados. Mientras se ponía unos calcetines gruesos y las botas de montaña, envió una llamada a Chanyeol. De nuevo encontró un negro vacío. Balbuciendo unas cuantas maldiciones escogidas, Baeckhyun se echó una suave camisa azul pastel de cambray por encima de la cabeza. No conocía a los policías locales ni sabía dónde encontrarles. Y, de todos modos, ¿quién creería que había cazadores de vampiros? Era ridículo. ¿El padre Hummer? Estaba claro que a su edad no podía andar a la caza por las montañas.
- Pondré estas cosas en el coche -estaba diciendo Jacob.
- ¡No! Iremos más rápido a pie. Podemos atajar por el bosque.
Coged las mochilas -insistió Hans-. Deprisa, deprisa, no tenemos mucho tiempo. Debemos irnos antes de que se despierten y recuperen toda su fuerza. Baeckhyun se apresuró a mirar por la habitación en busca de un arma. Nada. Cuando ayudaba al FBI con algún caso, los agentes que la acompañaban llevaban armas de fuego. Tomó aliento para tranquilizarse y se mantuvo atento al grupo mientras salían del mesón. Eran cuatro, con toda seguridad: Margaret, Harry, Jacob y Hans. Debería haber sospechado de Jacob. La noche en que había intentado cenar con ellos se encontraba muy enfermo; debería haberse percatado de que era su reacción natural a las mentes dementes de unos asesinos. Pero no había prestado tanta atención debido a la sobrecarga de emociones por todo lo que le había sucedido. Aun así, Jacob lo había tocado. Si hubiera tomado parte en el asesinato de Noelle, Baeckhyun lo habría sabido. Harry y Margaret podrían haberle convencido de que había vampiros en la zona; era gente fanática, peligrosa. Baeckhyun sabía que Shelly no estaba implicada. Estaba sentada en su cama, escribiendo trabajos para su escuela. Tal vez hubiera una oportunidad de buscar el apoyo de Jacob, hacerle comprender lo demente que era ir a cazar vampiros. Cogió sus gafas oscuras, salió con sigilo de la habitación y avanzó sin hacer ruido por el pasillo. Era necesario blindar sus pensamientos y emociones con Margaret Summers rondando cerca. Desde que había conocido a Chanyeol y empleado la comunicación telepática con él, a Chanyeol le resultaba cada vez más fácil concentrar su talento. Esperó hasta que el grupo desapareció por el camino que llevaba al bosque. El corazón le dio un vuelco, casi se le detiene un momento, luego empezó a latir con fuerza. La boca se le secó. El camino llevaba a casa de Chanyeol, estaba seguro de que era el mismo sendero que había usado la primera vez que le había invitado a su casa. Él estaba indefenso, herido y sedado con fármacos. Baeckhyun echó a correr, con cuidado de no alcanzar a los asesinos ni acercarse demasiado. Defendería a Chanyeol con su vida si hiciera falta, pero no estaba demasiado ansioso por tener un enfrentamiento si había manera de evitarlo. Unas nubes más oscuras, amenazadoras, flotaban en el cielo azul. Se levantó viento, lo justo para avisar de la tormenta que se aproximaba poco a poco. Las hojas se arremolinaban sobre el sendero de forma ininterrumpida; las ramas más ligeras oscilaban y descendían a su paso. Sintió un escalofrío con el aire más fresco, el miedo se aferró a el. ¡Chanyeol! ¡Escúchame!
Envió la llamada imperiosa con desesperación, rezando mientras continuaba adelante para poder penetrar cualquier barrera que levantaran los fármacos. Oyó el sonido de una respiración entrecortada y se detuvo, retrocedió para situarse tras el amplio tronco de un árbol. Harry Summers se había rezagado del grupo que avanzaba a buen ritmo y se había detenido para recuperar el aliento. Baeckhyun observó mientras él resoplaba enfurruñado y llenaba los pulmones de aire. El grupo trepaba cada vez más arriba por la montaña. Con un suspiro de alivio, Baeckhyun se percató de que habían tomado un desvío por el sendero y ahora se alejaban de Chanyeol. Pronunció una silenciosa oración de agradecimiento y se puso a andar detrás de Harry.
El se movía con el sigilo de uno de los lobos de Chanyeol, asombrado de  poder hacerlo. Ni una ramita se quebraba bajo sus pies, ni una sola piedra se iba rodando. Ojalá tuviera su fuerza también. Estaba tan débil por la falta de alimento, tan agotado por la falta de sueño. Baeckhyun alzó la barbilla. Esta gente no iba a cometer otro asesinato sin sentido. No importaba que la víctima elegida no fuera Chanyeol, tenía que intentar evitar lo que pretendían hacer, fuera lo que fuese. Harry lo estaba demorando pues se paraba a descansar cada pocos minutos. Consideró la opción de deslizarse entre los árboles y adelantarle, pero eso supondría tener enemigos en el frente y en la retaguardia. Media hora más tarde, Baeckhyun alzó una mirada ansiosa hacia el cielo. Había densos grupos de árboles en algunos puntos y largas extensiones de prados en otros. Eso lo obligaba a reducir la marcha aún más. No se atrevía a correr el riesgo de que lo atraparan en un claro. Y ahora el viento soplaba con suficiente fuerza como para acribillarlo con ráfagas de aire frío. Con las prisas por seguir al grupo se había olvidado la chaqueta. Aún quedaba una buena hora para la puesta de sol, pero las nubes que se estaban formando habían disminuido la luz. A menudo las tormentas se formaban deprisa en estas montañas y castigaban durante horas. Al llegar a lo alto del siguiente risco, Baeckhyun se detuvo de forma abrupta. Ante el se extendía un prado cubierto de césped, lechos de hierbas y campos de flores silvestres.
Había una casa encajonada entre los árboles, rodeada de frondosos arbustos. Harry se había unido a los demás a un metro de la casa, rodeando una zona de terreno. Sostenía en la mano una estaca de madera, mientras que Hans blandía un pesado martillo. Estaban canturreando y rociando la tierra con agua de una urna. Jacob sostenía una pala y un pico. Entonces la primera oleada de náuseas se apoderó de Baeckhyun, luego comenzó una sensación peculiar, una oleada de dolor en la parte inferior de la espalda rodeó su abdomen y tensó todos sus músculos. No era su propio dolor. Pertenecía a otra persona. Percibió el miedo en su mente, en su boca. Desesperación. Baeckhyun tenía su mente conectada con otra mujer. Necesita salir a la superficie para que nazca su bebé. - Es la ramera del diablo, va a dar a luz -gritó Margaret, con el rostro transformado en una máscara de repulsa y odio-. Percibo su miedo. Sabe que estamos aquí y está indefensa. Jacob hundió el pico en la blanda tierra. Hans empezó a cavar de un modo frenético. El terrible tintineo del metal sobre la roca puso malo a Baeckhyun. Era la música de fondo para la depravación de sus mentes fanáticas.
Baeckhyun imaginó que podía oír la mismísima tierra gritar de dolor e ira. Respiró trabajosamente para sosegarse. Necesitaba trazar un plan. La mujer debía de encontrarse en uno de los muchos pozos mineros que entrecruzaban la zona o en una bodega subterránea de algún tipo. Sentía dolores, estaba de parto, temía por su vida y por la vida de la criatura que iba a nacer. Baeckhyun captó las huellas mentales, las siguió y bloqueó todo lo demás, concentrándose en mantener a la mujer enfocada. Esperó hasta que la contracción pasó y sondeó. El doncel que viene con los asesinos puede oír tus pensamientos, siente tu dolor y tu miedo. Ocúltate y protege con cuidado cualquier comunicación conmigo o ambas estaremos en peligro.
Conmoción, luego nada. La mujer respondió con vacilación.
¿Eres uno de ellos?
No. ¿Estás atrapada? Están cavando en la tierra.
Pánico, miedo, luego el vacío mientras la mujer se esforzaba por recuperar el control.
No quiero que muera mi bebé. ¿Puedes ayudarme? ¿Ayudarnos? ¡Por favor, ayúdanos!
Entonces sufrió otra contracción, que la dominó de pies a cabeza. - ¡Está intentando comunicarse con alguien! -gritó Margaret-.
¡Deprisa! ¡Chanyeol! ¡Te necesitamos! Baeckhyun envió la llamada. ¿Qué iba a hacer? Estaba demasiado lejos para conseguir ayuda, las autoridades, un equipo de rescate. Necesitaba de alguien, algo, que lo ayudara a imaginar una manera de salvar a la mujer y al niño que iba a nacer.
Tengo que salir a la superficie , dijo la mujer desesperada.
No puedo permitir que el niño muera. Mi pareja intentará frenarles mientras yo doy a luz.
Os matarán a todos. Intenta aguantar un poco. ¿Puedes aguantar media hora, una hora? Tendremos ayuda entonces.
Ellos llegarán antes. Les noto encima mío, removiendo la tierra. Hay muerte en sus mentes. Intentaré darte un poco más de tiempo. ¿Quién eres?
La mujer estaba más tranquila, decidida a mantener el control ahora que una fuerza externa colaboraba con ella. Baeckhyun tomó aliento y luego lo soltó. ¿Cuál era la manera más tranquilizadora de responder? Era complicado que Baeckhyun Whitney pudiera inspirar alguna confianza.
Soy el doncel de Chanyeol.
La mujer rebosó alivio y Margaret volvió a chillar, hostigando a los hombres para que cavaran con más ímpetu. Baeckhyun salió del límite de la vegetación, empezó a pasearse con descaro, a paso lento, por el prado, canturreando para sí mientras caminaba. Harry fue el primero que lo detectó. Oyó su maldición, cómo susurraba órdenes a los demás. Jacob y Hans dejaron de trabajar, Hans miró con inquietud al cielo. Baeckhyun saludó con el brazo al grupo y les dedicó una sonrisa inocente.
- Hola a todo el mundo. ¿Qué estáis haciendo? ¿No es precioso todo esto? -Se dio una vuelta completa, con los brazos estirados-. Qué flores tan brillantes, ¿verdad? -continuó deshaciéndose en elogios. Tenía mucho cuidado de mantenerse a buena distancia de ellos-. Qué rabia haber olvidado la cámara. Los cuatro asesinos intercambiaron miradas nerviosas, de culpabilidad. Margaret fue la primera en recuperarse, envió a Baeckhyun una mirada serena de bienvenida. - Qué ilusión verte, cielo. Te has alejado mucho del mesón. - He pensado que una caminata y un poco de aire fresco sería bueno para mi salud. ¿Vosotros también habéis venido de excursión? -Baeckhyun no tuvo que fingir escalofríos cuando se pasó las manos por los brazos para calentarse-. Parece que vamos a tener otra tormenta. Estaba pensando en dar media vuelta cuando nos hemos encontrado. -Volvió la cabeza a la casona de piedra llena de recovecos-. Me encantaría vivir así de alejado en la montaña, rodeado de naturaleza. -Miró directamente a Hans y le sonrió sin malicia-. Su casa es preciosa. Tiene que estar encantado de vivir aquí arriba. Todos parecieron confundidos y culpables, como si no tuvieran idea de qué hacer. Jacob fue el primero en recuperarse. Dejó caer su pico y se dirigió resuelto hacia el. A Baeckhyun se le cortó la respiración. Estaba tan indeciso como ellos. No se atrevía a salir corriendo y delatarse, pero tampoco quería que Jacob le pusiera la mano encima. Baeckhyun dio un paso atrás, permitió que su sonrisa se desvaneciera. - ¿He interrumpido algo? En aquel momento, la mujer atrapada bajo tierra tuvo otra contracción. Recorrió todo su cuerpo como una fuerte oleada, irradiando dolor con intensidad. Al instante Margaret miró con fijeza a Baeckhyun.
Baeckhyun sólo podía hacer una cosa, y la hizo. Con un jadeo de horror, corrió hacia el grupo.
- ¡Oh, santo Dios! ¡Hay alguien atrapado en el pozo y está de parto! ¡Margaret! ¿Qué está sucediendo? ¿Ha pedido alguien ayuda?
En su carrera precipitada eligió adrede una ruta alejada de Jacob, se fue hacia la izquierda, hacia el límite de vegetación más cercano al resto del grupo. Se detuvo dando un traspié justo en un extremo del punto de la excavación. El aire estaba enrarecido, apenas se movía, casi costaba respirar. Reconoció una versión más débil del tipo de escudo mental que utilizaba Chanyeol. La pareja de la mujer embarazada debía de haber establecido barreras apresuradamente en un intento de dificultar el avance de los fanáticos. - Todo va a ir bien -contestó Margaret con calma, como si hablara con una niña-. Esa cosa de ahí abajo no es humana.
Baeckhyun alzó la cabeza, sus ojos azules llenos de consternación. - ¿No puedes percibirla? Margaret, te dije que yo tenía ciertas habilidades. No me inventaría algo así. Hay una mujer atrapada ahí abajo y va a tener un bebé. Hay minas por toda esta zona. Debe haberse quedado atrapada en una de ellas. Puedo percibir su miedo. - No es humana. -Margaret rodeaba con cuidado el emplazamiento en dirección a Baeckhyun-.
Yo soy como tú, Baeckhyun. Somos hermanos. Sé lo doloroso que te resultará perseguir a los asesinos en serie para llevarlos ante la justicia, porque yo he hecho lo mismo.
Baeckhyun se tragó un nudo de miedo. Margaret sonaba tan dulce y refinada. Pero apestaba al olor agrio del fanatismo. Sus ojos cansados ardían diabólicos de exaltación. A Baeckhyun se le revolvió el estómago. Tal vez pudiera llamar a Kris.
- Margaret, tienes que percibir su dolor, su miedo. -Baeckhyun tenía la boca seca, el corazón le palpitaba con fuerza-. Ya sabes quién soy, de lo que soy capaz. Nunca me he equivocado en algo así.
Hans reanudó su trabajo con la pala y balbució una advertencia a los demás. El viento les levantaba la ropa, les azotaba el cuerpo. Las nubes adquirían un amenazador color pizarra, empezaban a enturbiarse mientras el viento aullaba a través de ellas. Los relámpagos saltaban formando arcos de una nube a otra y los truenos bramaban su advertencia ensordecedora.
- Es una no muerta. Una vampiresa. Se alimenta de la sangre de nuestros niños.
-Margaret se acercó poco a poco a Baeckhyun.
Baeckhyun sacudió la cabeza, se apretó el estómago con las manos. - No puedes creerte eso, Margaret. Los vampiros son pura ficción. Esta mujer atrapada ahí abajo es muy real. Los vampiros no tienen niños. ¡Vamos, Jacob! No puedes creerte ese disparate.
- Es una vampiresa, Baeckhyun, y vamos a matarla. -Jacob indicó la mochila abierta en el suelo con la afilada estaca dentro. Sus ojos brillaban de expectación. Parecía ansioso por llevar a cabo aquella tarea.
Baeckhyun se echó hacia atrás.
- ¡Estáis todos locos!
¡Por favor! ¡Ayúdame! ¡Llámale!
El desesperado grito estaba cargado de terror y dolor. Baeckhyun reaccionó de inmediato.
¡Chanyeol! ¡Kris! Ayudadnos.
- La diablesa lo está llamando -informó Margaret.
-Detenedla -gritó Margaret-.
La vampiresa habla con el, le ruega que pida ayuda. No lo hagas, Baeckhyun. Te está engañando. No llames a Dubrinsky.
Baeckhyun se giró en redondo, esta vez para apartarse a toda velocidad, y echó a correr mientras enviaba una llamada frenética a Chanyeol a través del aire tormentoso. Alcanzó los árboles antes de que Jacob lo cogiera, lo atrapara por las piernas justo por debajo de las rodillas y la hiciera caer de un trompazo al suelo.
La caída lo dejó sin aliento, la cabeza le daba vueltas; por un momento se quedó quieto, boca abajo sobre el suelo del bosque, preguntándose qué había sucedido. Jacob lo obligó a darse la vuelta con brusquedad y se puso a horcajadas sobre el, con sus rasgos de chico guapo retorcidos por el deseo y la necesidad de dominarlo. El captó el nauseabundo olor químico de la cocaína que emanaba de todos sus poros.
¡Chanyeol!
Envió la llamada como una oración pues sabía lo que Jacob tenía en mente, y sabía que el no tenía fuerza suficiente para detenerle. El viento cobraba fuerza. En la lejanía, un lobo aulló y otro respondió. Aún más lejos, un oso rugió con irritación. - Te crees tan listo, puñetero, vendiéndote al mejor postor, tan inocente e intocable. -Jacob la cogió por la parte delantera de la camisa de cambray, la sacudió con fuerza y rompió el material hasta abajo, hasta su delgada cintura. Su pecho quedo descubierto y atrajeron toda la atención de él. Agarró a Baeckhyun con rudeza, toqueteando su blanda carne.
Lo siento.
El grito de la mujer atrapada dejaba traslucir culpabilidad. No había conseguido proteger sus gritos mentales, había permitido que Margaret Summers oyera sus llamadas a Baeckhyun.
¡Chanyeol! ¡Por favor!
La súplica desesperanzada de Baeckhyun se repitió de nuevo.
Tienes que oírme. Te necesito, por favor, ayúdame. Ayuda a esta pobre mujer.
Jacob rugió y le dio una bofetada, luego otra. - Te ha marcado. Dios mío, eres uno de ellos. -Le apretaba la garganta con la mano, amenazaba con dejarlo sin aliento-. Te ha fecundado como a los demás. Sabía que era él. Levantó la mano por encima de el y Baeckhyun captó el destello de un metal reluciente. Jacob descendió el puñal sobre el, con el rostro deformado por la furia y el odio. El dolor atravesó la parte inferior del abdomen de Baeckhyun con crueldad y la sangre manó en abundancia. Jacob sacó el cuchillo chorreante de su carne y lo volvió a alzar.

~Dark Prince~[Chanbek] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora