IV

315 29 1
                                    

Chanyeol rodeó la forma delgada de Baeckhyun con los brazos, lo apretó con fuerza contra su dura figura. Su cuerpo se encorvó con gesto protector sobre el de Baeckhyun. Estaba profundamente dormido; era muy ligero. Tenía la cara pálida y unas marcadas ojeras. Le susurró en voz baja:
- Lamento esto, pequeño, lamento haberte puesto en esta situación. Qué animal soy, sé que lo haría otra vez. No morirás; no voy a permitirlo.
Trazó una línea sobre la vena de su propia muñeca y llenó la copa que tenía al lado de la cama con el oscuro líquido rojo.

Escúchame, Baeckhyun. Necesitas esta bebida. Obedéceme de inmediato.

Le puso la copa en los pálidos labios y le hizo tragar parte del contenido. Su sangre era muy curativa, garantizaría que siguiera con vida.
Baeckhyun se atragantó, intentó apartar la cabeza como había hecho antes.

Obedéceme de inmediato. Vas a bebértelo todo.

Esta vez dio la orden con más energía. El detestaba el contenido, el cuerpo se esforzaba por rechazarlo, pero ganó la fuerza de voluntad de Chanyeol, como siempre.

¡Chanyeol!

Oyó el grito desesperado en su cabeza.

Debes beber,Baeckhyun. Sigue confiando en mí.

El se relajó y volvió a hundirse en las capas de sueño, le obedeció a su pesar.
Chanyeol había captado un breve atisbo de sus pensamientos confundidos, el torbellino de emociones ansiosas. El creía que combatía una pesadilla. Tenía mejor color. Satisfecho, se tumbó a su lado. El recordaría el intercambio de sangre sólo como una parte de la pesadilla. Se apoyó en un codo para estudiar su rostro, las largas y espesas pestañas, la piel perfecta y sus altos pómulos. No era sólo su belleza, lo sabía, era lo que había dentro de el, la compasión y la luz que permitían a Baeckhyun aceptar su naturaleza brutal, sin domar.
Que un milagro así pudiera producirse era algo que iba más allá de su imaginación. Justo cuando había decidido que iba a exponerse al sol sin más vacilación, le habían enviado un ángel.
Una lenta sonrisa suavizó su boca. Su ángel se negaba a hacer lo que él le decía. Respondía mucho mejor cuando él recordaba pedirlo por favor. Llevaba demasiado tiempo acostumbrado a una obediencia total en todos quienes se encontraban bajo su protección. Tenía que recordar que el era mortal, educado de una época diferente, con valores distintos. Los carpatianos de sexo masculino lo llevaban grabado antes de su nacimiento: su deber era proteger a donceles, mujeres y niños. Con pocos donceles o mujeres y sin niños donceles o niñas nacidas en los últimos siglos, era esencial proteger a cualquier doncel o mujer que tuvieran.
Baeckhyun era mortal, no era carpatiano. No tenía que ver con su mundo. Cuando se marchara, se llevaría el color y las emociones con el. Se llevaría el aire que él respiraba. Cerró los ojos para no pensar en eso. ¿Dónde encontraría la fuerza para dejarlo ir? Tenía tanto que hacer antes de la puesta del sol... Quería quedarse con el, abrazarlo, convencerlo de que no le dejara, decirle lo que sentía su corazón, decirle lo que significaba para él, decirle que el no podía dejarle, que era muy posible que él no sobreviviera. No sobreviviría.
Dejó ir un hondo suspiro y se levantó una vez más. Necesitaba reponer fuerzas, ponerse a trabajar. Volvió a machacar las hierbas curativas y luego sumió a Baeckhyun en un sueño aún más profundo. Era meticuloso en cuanto a las protecciones de su hogar, por lo que añadió una orden para las criaturas del bosque. Si alguien se acercaba a su guarida, si la amenazaba de algún modo, él lo sabría de inmediato.
Nada más oír la llamada de Chanyeol, Kris y Kai se reunieron con él entre los árboles encima de la casa de Noelle y Rand.
Tras descubrir el cadáver, el cuerpo se había quemado como correspondía, como tenían por costumbre.
- ¿No has tocado nada más? -preguntó Chanyeol.
- Sólo el cuerpo. Todas sus ropas y objetos personales están como las encontramos. -Le tranquilizó-. Rand no regresó a la casa. Sabes que tendrán alguna trampa preparada para ti. Dejaron el cuerpo de forma deliberada como señuelo.
- Oh, estoy seguro de eso. Emplearán toda la tecnología moderna que tengan a su alcance: cámaras, vídeos... -Los rasgos sombríos de Chanyeol eran inquietantes-. Creen en todas las leyendas. Estacas, ajo, decapitaciones. Son tan predecibles y primitivos. -Había un gruñido en su voz, desprecio hacia los asesinos-. Se toman demasiadas molestias en aprender todo sobre nuestra especie antes de condenarnos a muerte.
Kai y Kris intercambiaron una mirada de inquietud. Chanyeol podía ser letal cuando estaba de este humor. Desplazó a ellos los párpados caídos, ardiendo de furia.
-Quedaos aquí y observad. No os dejéis ver. Si tengo algún problema, salid entonces. -Vaciló-. Si algo sale mal, quiero pediros un favor.
Chanyeol estaba recurriendo a un antiguo protocolo. Kai y Kris estaban dispuestos a dar la vida por él. Era un raro privilegio que el príncipe de su pueblo les pidiera un favor.
-Mi doncel duerme profundamente. Descansa en mi casa. Hay muchas defensas, y peligrosas. Debéis ser prudentes y tener sumo cuidado en desmontarlas con meticulosidad. Está ahí para sanarse, aprender a protegerse y, si lo decide así, quedarse bajo vuestra protección. Por nuestra línea de sangre, Kris, tú heredarás la capa de líder. Creo que debería ofrecérsela en este momento a Yugyeom, para que tengas tiempo de acabar tu formación como líder.
Si Yugyeom se negara a aceptar, y lo más probable es que lo haga, mi capa deber pasar a ti, Kris. Encontrarás que no es de tu agrado, sospecho que ya te has percatado. Llegado el caso, tendrás que asegurarte la lealtad de Yugyeom y también la de nuestro pueblo. Harás todo esto por mí. Kai, vas a ayudar a Kris igual que Yugyeom me ha ayudado a mí. Los dos juraréis lealtad a Yugyeom, si él acepta.
Ambos respondieron formalmente, pronunciaron las palabras que les vinculaban a ese juramento. Kai se aclaró la garganta.
- ¿Ya has... quiero decir, es uno de los nuestros? -Se atrevió a preguntar con gran cautela.
Todos ellos sabían que los vampiros habían intentado la conversión de donceles humanos. Dada la situación desesperada en que se encontraban, incluso habían comentado la posibilidad de intentarlo. El riesgo era superior a las ventajas. Los donceles que se habían convertido habían enloquecido, habían asesinado a los niños pequeños, y al final había sido imposible salvarlos.
Los carpatianos tenían habilidades innatas y también recibían una rígida disciplina. Se trataba en el acto y con severidad a los pocos que rompían las leyes. La raza respetaba todas las formas de vida. Por su tremendo poder, así tenía que ser.
Chanyeol sacudió la cabeza.
- Sé que es mi verdadera pareja. El ritual ha sido duro para el. No tuve otra opción que reponerle la sangre. -Sus palabras fueron escuetas, hoscas, les desafiaban a continuar con las preguntas, pero advertían que sería por su cuenta y riesgo-. No lo he unido a mí. Es mortal y eso estaría mal.
-Haremos lo que tu digas -reiteró Kai mirando intranquilo a Kris, quien parecía más divertido que preocupado.
Chanyeol se disolvió sin esfuerzo y descendió con fluidez por las ramas del abeto. Una vez en el suelo adoptó la forma de lobo. La bruma no tenía olfato, o sea, que necesitaba las destrezas únicas de sus hermanos peludos. Encontraría el rastro y lo seguiría. Al fin y al cabo, ante todo y por encima de todo, era un depredador. Su perspicaz intelecto sólo servía para potenciar su pericia como cazador.
El lobo rodeó el claro con cautela, con el hocico cerca del suelo, examinando cada árbol en las proximidades de la casa. El lobo olió la muerte. Lleno sus orificios nasales de un olor penetrante, agrio. Empezó a recorrer el terreno siguiendo un entramado, cubriendo cada centímetro según su pauta de búsqueda, e identificó el olor de Rand, Eric y Kris. Descubrió por dónde se habían acercado los asesinos a la casa. Cuatro hombres. Se detuvo en cada olor hasta grabarlo a fuego en su mente. Le llevó un tiempo desentrañar la macabra y atroz historia.
Los hombres se habían acercado a hurtadillas, incluso se habían desplazado a rastras en algunos momentos para guarecerse. El lobo siguió su recorrido, se apartaba de vez en cuando para examinar más terreno, en busca de trampas escondidas. Al llegar a la puerta se detuvo, describió un círculo con cautela y retrocedió un poco. De repente sus patas traseras se clavaron en el suelo y se lanzó contra una ventana, haciéndola añicos. Aterrizó dos metros dentro de la habitación. Bien adentro del lobo, la risa de Chanyeol era adusta y sin humor. Los cuatro asesinos habían regresado a la escena del crimen, de su espeluznante crimen, para instalar cámaras y capturar imágenes de su especie.
Si los cuatro asesinos hubieran tenido agallas, se habrían quedado a esperar hasta que el cadáver fuera descubierto. Habían realizado su brutal tarea y habían salido corriendo como los cobardes que eran.
Notó la bilis en su garganta. El lobo sacudió la cabeza y gruñó en tono grave. Tres de los olores le resultaban desconocidos, el cuarto era muy familiar.
Un traidor. ¿Cuánto le habían dado por traicionar a Noelle? El lobo volvió a saltar y atravesó con estrépito una segunda ventana. La cámara sólo registraría un gran lobo, un movimiento borroso de vidrios rotos y bruma, y de nuevo el lobo. Sólo Chanyeol, y unos pocos cazadores más, Kris, Yugyeom, Sehun y Lay, eran capaces de tal velocidad a la hora de cambiar de forma.
Empezó a dar marcha atrás siguiendo el rastro de los asesinos. Un olor se separaba del resto, seguía una ruta sinuosa por el bosque y salía cerca del límite de vegetación, muy cerca de la cabaña de Edgar Hummer y la consulta del doctor Westhemer.
El lobo se quedó entre los árboles y observó la casita situada detrás de la consulta con ojos crueles, rojos, impasibles. El lobo se volvió en redondo y regresó. Correteó y en un momento estuvo en el lugar donde los asesinos se habían separado, captando el rastro de los otros tres. Le llevó directo al mesón donde se hospedaba Raven.
Chanyeol se reunió con Kai y Kris en lo alto del árbol.
-Tres de los asesinos se hospedan en el mesón. Los reconoceré cuando me halle cerca de ellos. Mañana acompañaré a mi doncel de vuelta para recoger sus cosas. Y mientras esté allí podré seguir su rastro. No hay manera de saber si ha habido más personas implicadas. Hasta que lo descubramos, tendremos que ser muy cautos. Han colocado una cámara de vídeo en la casa; el mecanismo que la activa se halla en la puerta. Es preciso que todo el mundo se mantenga alejado.
-Chanyeol estuvo callado un largo momento-. ¿Se visita Celeste con el doctor Westhemer? -preguntó por fin en voz baja.
-Creo que se visita con la esposa de Hans Romanov. Trabaja con el doctor y es quien trae al mundo a la mayoría de bebés -respondió Kris.
-¿Y Eleanor? -preguntó Chanyeol.
Kris se agitó con incomodidad.
- Creo que también.
-¿Esta mujer asistió a Noelle en su alumbramiento?
Kai se aclaró la garganta.
- Noelle dio a luz en casa con la ayuda de Heidi Romanov.
Rand estaba también, yo vine en cuanto él me llamó. Cuando la comadrona se marchó, Noelle sufrió una hemorragia. Rand tuvo que darle sangre. Me quedé con Noelle mientras Rand salía a cazar. Y no, la señora Romanov no vio nada de todo eso. No había nadie cerca, yo lo habría sabido.
-Fue Hans Romanov quien guió a los otros hasta Noelle.
No sé si su esposa estaba implicada, pero alguien informó a los asesinos de que los carpatianos se estaban reproduciendo.
-Chanyeol dio esta información en tono monocorde, sin alzar la voz. Los ojos le ardían, centelleantes, el cuerpo le temblaba de furia, abría y cerraba las manos, pero la voz estaba del todo controlada-. Es necesario saber si la mujer estaba comprometida.
-Tiene que estarlo -soltó Kai-. ¿Por qué esperamos?
-Porque no somos los animales bárbaros que esos malvados nos consideran. Tenemos que saber si la comadrona es una traidora. Y a ti no te corresponde administrar justicia, Kai. No es algo fácil de sobrellevar, quitar una vida.
-Chanyeol había cargado con cada una de esas vidas a lo largo de los siglos, pero a medida que aumentaba su poder y responsabilidades, también crecía la facilidad a la hora de matar. A medida que sus emociones se iban desvaneciendo, sólo su fuerza de voluntad y su sentido del bien y del mal impedían que entregara su alma a los susurros insidiosos de la oscuridad que pugnaba por la supremacía.
-¿Qué quieres que hagamos? -preguntó Kris.
- Eleanor y Celeste no están seguras en sus casas. Se acabaron las visitas a la comadrona. Lleva a Celeste a la casa que tengo encima del lago. Eric tendrá ocasión de estudiar arte antiguo, algo que tiene abandonado. Es un lugar fácil de defender. Eleanor no puede viajar tanto.
- Pueden quedarse en mi casa -ofreció Kai-. Les tendremos cerca si necesitan ayuda.
-Eleanor era su hermana, y siempre la había querido muchísimo. Pese al hecho de que hacía tiempo que había perdido las emociones, recordaba lo que sentía.
- Es arriesgado. Si saben que sois familia y sospechan de ella, o si te han visto acompañando a Rand... -Chanyeol sacudió la cabeza pues no le gustaba la idea-. Tal vez debieran trasladarse a mi casa.
- ¡No! -Su protesta simultánea fue instantánea y tajante.
- No, Chanyeol, no podemos arriesgarnos a dejar que te pongas en peligro. -Kris sonaba espantado.
-Nuestros donceles y mujeres están por encima de todo, Kris -les recordó Chanyeol con amabilidad-. Sin ellos, nuestra raza morirá. Podemos mantener relaciones con humanas, pero no podemos procrear con ellos. Nuestros donceles y mujeres son nuestros mayores tesoros. Cada uno de vosotros deberá aparearse y tener hijos. Pero aseguraros de escoger a vuestra verdadera pareja de vida. Todos sabéis cuáles son los signos: colores, emociones, un deseo incontenible por el o ella.
El vínculo es fuerte. Cuando uno muere, por lo general el otro también decide morir. Es la muerte o el vampiro. Todos nosotros sabemos eso.
- Pero Rand... -continuó Kai.
- Rand se impacientó con la espera. Noelle estaba obsesionada con él, pero no eran una pareja verdadera. Creo que acabaron odiándose el uno al otro, atrapados en su relación enfermiza. Él sobrevivirá a su muerte.
-Chanyeol consiguió que no se notara el asco en su voz. Las parejas verdaderas no conseguían sobrevivir mucho tiempo el uno sin el otro. Eso y la elevada mortandad de sus hijos se habían hecho notar a la hora de diezmar su raza. Chanyeol no estaba seguro de que ésta pudiera sobrevivir el próximo siglo. Por más que lo intentara, no encontraba la esperanza necesaria para evitar que los varones carpatianos se volvieran vampiros.
-Chanyeol -Kris escogió las palabras con cuidado-, sólo tú y Yugyeom conocéis los secretos de nuestra raza. Sabes que Yugyeom elegirá llevar una existencia solitaria.
Sólo tú puedes enseñarnos a los demás, guiarnos, ayudarnos a crecer. Si queremos sobrevivir, volver a ser fuertes, no podemos hacerlo sin ti. Tu sangre es la vida para nuestro pueblo.
- ¿Por qué me dices esto? -soltó Chanyeol, pues no quería oír la verdad.
Kris y Kai intercambiaron una mirada prolongada, inquieta.
-Llevamos un tiempo preocupados por tu continuo retiro.
-Mi retiro ha sido inevitable, y para nada es asunto vuestro.
-Has preferido permanecer solo del todo, incluso entre aquellos de nosotros que llamas parientes de sangre -continuó Kris.
-¿Qué es lo que intentas decir? -preguntó Chanyeol con brusquedad. Llevaba demasiado tiempo separado de Baeckhyun. Necesitaba verlo, abrazarlo, tocar con su mente la de el.
-No podemos permitirnos perderte. Y si no deseas continuar viviendo, empezarás a correr riesgos cada vez mayores, te volverás menos cuidadoso -dijo Kris arrastrando despacio las palabras.
Los ojos oscuros, inquietantes, de Chanyeol mostraron afecto y una sonrisa estiró las duras comisuras de su boca, suavizando sus facciones cinceladas con gran belleza.
-Pequeños diablejos. ¿Cómo os las habéis apañado para espiarme sin yo saberlo?
-La pareja alpha se preocupa además por ti -admitió Kris-. Puesto que yo tengo tu sangre y estoy bajo tu protección, me aceptan y hablan conmigo. Te observan durante tus solitarios paseos y cuando corres con la manada. Dicen que no hay alegría en ti.
Chanyeol se rió en voz baja.
-Necesito una buena piel de lobo para este invierno. Sean cuales sean mis sentimientos, Noelle era nuestra hermana, pertenecía a mi gente. No descansaré hasta que los asesinos tengan que comparecer ante la justicia.
Kris se aclaró la garganta, una mirada de gallito disipó la crueldad de sus oscuros rasgos.
-Supongo que este doncel que ocultas no tiene nada que ver con tu repentino deseo de salir de noche.
La puntera de la bota de Chanyeol casi tira a Kris de su posición en el árbol como represalia por su audacia.
Kai se agarró a la rama con fuerza:
-Eleanor y Vlad pueden quedarse conmigo. Será doble protección para ella y el niño que espera.
Chanyeol hizo un gesto de asentimiento. Aunque la decisión le incomodaba, se daba cuenta de que continuarían con sus protestas si él insistía en correr riesgos personales.
-Durante un par de días, hasta que encontremos una solución más segura.
- Cuídate mucho, Chanyeol -le advirtió Kris.
-Dormid bien mañana -respondió-.
Van por nosotros.
Kai se detuvo, alarmado de pronto.
-¿Cómo puedes bajar a la tierra a descansar si tienes a el doncel contigo?
-No pienso dejarlo. -La voz de Chanyeol era implacable.
- Cuanto más profundo nos encontremos en la tierra, más nos costará oír tu llamada si te encuentras en peligro -recordó Kris con tranquilidad.
Chanyeol suspiró.
- Vosotros dos sois insistentes como dos viejas tías. Soy muy capaz de proteger mi guarida. -Su cuerpo titiló, se dobló y se convirtió en un búho. Desplegó unas alas gigantes y se encumbró en el cielo para volver al lado de Baeckhyun.
Inspiró hondo, se llenó del aroma de el, puro y limpio, y purgó lo desagradable de los descubrimientos de la noche. Su aroma estaba en la biblioteca, fundido con el suyo. Se metió en los pulmones sus olores combinados y se inclinó para recoger las ropas esparcidas por el suelo. Lo quería dentro de él, quería tocarlo, pegar su boca a la de el, unir la sangre de ambos, recitar las palabras rituales y así quedar unidos para toda la eternidad, tal y como había que hacerlo. La idea de que el le ofreciera ese regalo, la aceptación de su ofrecimiento, era de veras excitante, y Chanyeol tuvo que permanecer quieto un momento hasta que las urgentes exigencias de su cuerpo se aliviaron de algún modo.
Se dio una buena ducha, que limpió su cuerpo de restos del lobo, de polvo y porquería, del olor de un traidor. Todos los carpatianos se tomaban la molestia de adquirir los hábitos de los mortales. La comida en las despensas y las ropas en los armarios. Lámparas en toda la casa. Todos ellos se daban duchas pese a no haber ninguna necesidad real, y la mayoría de ellos encontraban que era algo de lo que disfrutaban. Se dejó suelto el pelo color café y acudió al lado de Baeckhyun. Por primera vez se enorgulleció de su propio cuerpo, de la manera en que se endurecía y se tensaba con agresividad ante la visión de el.
Estaba dormido, con el cabello derramado sobre la almohada como una cortina de seda. La manta se había escurrido y su cabello era lo único que cubría su nuca y pequeña parte del cuello.
La imagen era erótica. Estaba echado esperándole a él, le necesitaba incluso en su sueño. Chanyeol murmuró con suavidad la orden que la liberaba de su sueño inducido por el trance.
Baeckhyun relucía bajo la luz de la luna con su suave piel, color albaricoque. Chanyeol deslizó la mano sobre el contorno de la pierna. El contacto le provocó una sacudida interior. Le acarició las caderas, siguió la figura de su delgada cintura. Baeckhyun se agitó inquieto y cambió de postura. Chanyeol se estiró a su lado y lo atrajo hasta la protección de sus brazos, luego apoyó la barbilla en lo alto de su cabeza.
Lo deseaba, de cualquier manera que él pudiera conseguirlo, pero le debía cierta apariencia de franqueza. Al menos toda la que se atreviera a darle. El fue surgiendo poco a poco de las capas de sueño, se hundía en la fuerza de Chanyeol como si buscara reconfortarse de una pesadilla. ¿Cómo era posible que un humano entendiera las necesidades de un macho carpatiano en el frenesí sexual de un auténtico ritual de apareamiento? A lo largo de tanto tiempo se había asustado ante pocas cosas, no obstante lo que más temía era verse a sí mismo a través de sus ojos inocentes.
Supo por la respiración el momento en que se despertó definitivamente, y por su súbita tensión comprendió que se percataba de dónde estaba y con quién. Le había arrebatado la inocencia con brutalidad, casi lo había dejado sin vida. ¿Cómo podía olvidar algo así?
Baeckhyun cerró los ojos en un intento desesperado de separar la realidad de la ficción, la verdad de la fantasía. Tenía el cuerpo irritado, tan sensible que le dolía. El cuerpo de Chanyeol contra el suyo parecía un mármol caliente, inamovible y agresivo, insoportablemente sexy. Podía oír los crujidos y susurros de la casa con agudeza, la oscilación de ramas fuera de la ventana. Empujó la barrera del pecho para intentar poner espacio entre sus cuerpos.
Chanyeol lo abrazó con más fuerza y enterró el rostro en su pelo.
-Si tocas mi mente, Baeckhyun, sabrás lo que siento por ti. -Su voz sonaba ronca, vulnerable.
A su pesar, Baeckhyun notó que su corazón se ponía a funcionar.
- No quiero que te marches, pequeño. Ten valor para quedarte conmigo. Tal vez sea un monstruo, ya no lo sé. De verdad que no lo sé, sólo sé que necesito que te quedes conmigo. - Podrías haberme hecho olvidar -comentó el, más para sí que para él, más una pregunta que una afirmación. Él se había portado como un salvaje, pero Baeckhyun no podía decir que le hubiera hecho daño. Más bien le había elevado hasta las mismísimas estrellas.
-Pensé en ello -admitió a su pesar-, pero no quiero eso entre nosotros. Lamento no haber sido más cuidadoso con tu inocencia.
Baeckhyun detectó el dolor en su voz, y notó la respuesta en su propio cuerpo.
-Pero sí te has asegurado de que yo sintiera placer. -Éxtasis era la palabra. Un bautismo de fuego, un intercambio de almas, y él la había arrastrado con él en la tormenta de fuego. Y el le deseaba otra vez, anhelaba su contacto, la fuerza impulsora del cuerpo de Chanyeol. Pero él era peligroso, peligroso de verdad. Ahora lo sabía. Sabía que era diferente, que algo vivía en su interior, más animal que hombre.
-Chanyeol. -Baeckhyun empujó la sólida barrera de su pecho. Necesitaba respirar, pensar sin sentir el calor de su piel y las demandas urgentes de su cuerpo.
-¡No hagas esto! -Su voz era una orden severa-. No me rechaces.
-Hablas de un compromiso con algo que va más allá de lo imaginable... -Baeckhyun se mordió el labio-. Mi hogar está muy lejos de aquí.
-Allí no hay más que dolor, Baeckhyun. -Rechazó aquella escapatoria sencilla para ambos-. Sabes que no sobrevivirás tú solo, y aunque tu intención es negarte a prestar tu capacidad cuando acudan a ti con otro crimen horrendo, sabes que tu corazón será incapaz de decir que no. No va contigo permitir que un asesino quede libre si cabe la posibilidad de salvar a la siguiente víctima. -Recogió con su mano la longitud sedosa de su cabello, como si eso pudiera sujetarlo a él-. No pueden ocuparse de ti como yo.
-¿Y qué me dices de nuestras diferencias? Tienes esta actitud hacia los donceles, como si fueran ciudadanos de segunda categoría y de poco talento. Por desgracia, tienes esa habilidad de imponer tu voluntad a cualquiera que se oponga a ti. Y yo lo haré. En todo momento. Tengo que ser yo mismo, Chanyeol.
Él levantó un poco el cabello de la nuca y depositó un beso ligero como una pluma en la piel expuesta.
- Sabes que mi actitud hacia las donceles y mujeres refleja mi necesidad de protegerlos, no es que piense que son menos que yo. Oponte a mí todo lo que quieras. Adoro todo lo tuyo.
Rozaba con el pulgar la blanda prominencia de su pecho, calentando la sangre de Baeckhyun, propagando un estremecimiento de excitación por su columna vertebral. Baeckhyun le quería salvaje e indómito, quería que él lo necesitara. Pero él mantenía tal control; percatarse de que podía hacerle perder ese control era un afrodisíaco muy potente.
Chanyeol inclinó la cabeza hasta el pezón endurecido que le llamaba. La lengua lo tocó con ternura, besó la punta de terciopelo y la absorbió dentro de la caverna húmeda y ardorosa de su boca. Baeckhyun profirió un sonido, un suave suspiro, y cerró los ojos. Su cuerpo tomaba vida, cada terminal nerviosa aullaba con su contacto. Se sintió flexible, sin huesos, sus cuerpos fundiéndose en el calor de él.
No era esto lo que quería. Las lágrimas le quemaban la garganta, le quemaban detrás de los párpados. No quería esto, pero lo necesitaba.
-No me hagas daño, Chanyeol -susurró las palabras contra los pesados músculos de su pecho. Era un ruego para el futuro. Baeckhyun sabía que él nunca le haría daño en lo físico, pero su vida juntos podría ser tempestuosa.
Chanyeol alzo la cabeza, se movió de tal manera que dejó inmovilizada a Baeckhyun con su peso. Sus ojos oscuros se desplazaron posesivos sobre su rostro pequeño y frágil. Lo tomó en su mano, le acarició la barbilla con el pulgar, a continuación el labio inferior.
-No me temas, Baeckhyun. ¿No sientes la fuerza de mis emociones, mi vínculo contigo? Daría mi vida por ti. -Puesto que quería verdad entre ellos, admitió lo inevitable-. No será fácil, pero superaremos los problemas entre nosotros. -Acarició su vientre plano y fue bajando la mano para recostarla entre los rizos de color negro medianoche.
Entonces el le detuvo.
- ¿Qué me sucedió? -Estaba confundido. ¿Se había desmayado? Todo estaba tan liado. Sabía con certeza que Chanyeol le había forzado a beber algún repugnante brebaje medicinal. Había dormido. Luego había habido pesadillas. Estaba acostumbrado a las pesadillas, pero ésta había sido horrible. Le habían pegado a un pecho desnudo, la boca sujeta a una herida terrible. Sangre que manaba como un río, y el obligado a tragársela. Se atragantó, sintió náuseas, forcejeó, pero de algún modo, en ese mundo de pesadilla, no podía apartarse. Había intentado llamar a Chanyeol. Y luego había alzado la vista y ahí estaba él, con sus ojos oscuros y misteriosos, obligándolo con la mano a mantener la cabeza en la herida de su pecho. ¿Era porque se encontraba en el corazón del país de Drácula y Chanyeol le recordaba a un príncipe sombrío, misterioso?
Baeckhyun no pudo contenerse: le pasó las puntas de los dedos por el pecho perfecto. Algo le había sucedido y sabía que aquello la había cambiado para siempre, que de algún modo ahora formaba parte de Chanyeol como él formaba parte de el.
La rodilla de Chanyeol le separó las piernas con suavidad. Se puso una vez más encima, bloqueando todo con sus enormes hombros. Aquel tamaño y poder lo dejó sin aliento, aquella fuerza y belleza. Con delicadeza, del modo que tendría que haberlo hecho la primera vez, lo penetró.
Baeckhyun soltó un jadeo. Nunca se acostumbraría a la manera en que lo llenaba, lo estiraba, la forma en que podía convertir su cuerpo en fuego líquido.
Si la primera vez había sido salvaje, en esta ocasión fue tierno y delicado. Cada caricia profunda generaba un fuerte anhelo, unas ganas incontenibles de acariciar los músculos cincelados de su espalda, de mover la boca hasta su cuello, su pecho.
Chanyeol continuaba con control, pero tenía que aplicar su extraordinaria disciplina. Le estaba volviendo loco con su boca, la sensación de los dedos sobre su piel. Baeckhyun se ajustaba a él por completo, el terciopelo ardiente se aferraba a él, alimentaba el fuego. Notaba la bestia en su interior luchando por liberarse, el hambre rugiendo con furia, el cuerpo moviéndose con rapidez, con más dureza, enterrándose en el, fundiendo sus cuerpos, sus corazones. Abrió la mente, buscó la de el. La necesidad de Baeckhyun le impulsó a continuar. Le clavó las uñas en la espalda mientras una oleada tras otra de sensaciones invadían su cuerpo. Chanyeol cedió al fuego antes de que la bestia pudiera liberarse. Se hundió en el y sintió su cuerpo ajustándose ardiente y con fuerza a él. Se permitió un grave gruñido de total satisfacción.
Chanyeol se echó sobre el delgado cuerpo de Baeckhyun, aún unido a el, saciado por el momento. Entonces notó las lágrimas en su pecho, levantando la cabeza poco a poco, se inclinó para poder saborearlas.
- ¿Por qué lloras?
- ¿Cómo encontraré alguna vez la fuerza para dejarte? -murmuró en tono quedo, doloroso.
La mirada de Chanyeol se oscureció de un modo peligroso. Se dio media vuelta, sintió lo incómodo que estaba el con su propia desnudez y lo cubrió con una manta. Baeckhyun se sentó, se apartó los espesos mechones de la frente con la manta-. Te deseo, ni siquiera puedo pensar en estar sin ti, pero no estoy seguro de lo que está sucediendo aquí.
Él le acarició todo el pelo con una mano turbadora, los dedos separaron la masa sedosa en pequeños mechones que caían por su nuca, y siguió acariciando hasta la base de la columna. Su contacto lo fundió por dentro, erizó su cuerpo de arriba abajo. Baeckhyun cerró los ojos, formó un ovillo apoyando la cabeza en las rodillas. No estaba a su altura, en absoluto.
Chanyeol llevó su mano hasta la nuca de Baeckhyun con dedos tranquilizadores.
- Ya nos hemos comprometido el uno con el otro. ¿No lo sientes, Baeckhyun? -Susurró aquellas palabras, una mezcla ronca de calor y sensualidad. Sabía que estaba luchando contra el instinto de Baeckhyun, su sentido innato de autoconservación. Escogió sus palabras con cuidado-. Sabes quién soy, qué hay en mi interior. Si la distancia nos separara, seguirías necesitando mis manos sobre ti, mi boca en la tuya, mi cuerpo en ti, una parte de ti...
Las palabras por sí solas calentaron la sangre de Baeckhyun, alimentaron el anhelo en lo más profundo. Baeckhyun se tapó la cara, avergonzado de sentir tal necesidad por alguien que, en definitiva, era un desconocido total.
-Me voy a casa, Chanyeol. Estoy tan absorto en ti, estoy haciendo cosas que nunca pensé fueran posibles. -No era sólo físico, deseó que así fuera. No quería sentir la soledad de Chanyeol en el, su magnificencia, su increíble voluntad y energía para mantener a salvo de todo peligro a quienes lideraba. Pero lo sentía. Podía notar su corazón, su alma, su mente. Se había comunicado con él sin hablar en voz alta, había compartido su mente. Sabía que estaba en el.
Él le rodeó los hombros con el brazo y atrajo su cuerpo acurrucado a su lado. ¿Para reconfortarlo o para retenerlo? Baeckhyun tragó las lágrimas que le quemaban. En su cabeza penetraba un torrente de sonidos, crujidos, susurros. Se llevó las manos a los oídos para bloquearles la entrada.
- ¿Qué me está sucediendo, Chanyeol? ¿Qué hemos hecho que me ha cambiado de tal modo?
-Eres mi vida, mi compañero, la mitad que le faltaba a mi ser. -Volvió a acariciarle el cabello con infinita ternura-. Mi gente se empareja para toda la vida. Soy un carpatiano genuino, pertenezco a la tierra. Tenemos dones especiales.
Baeckhyun volvió la cabeza, le estudió con sus enormes ojos azules.
-Capacidad telepática. La tuya es muy fuerte, mucho más fuerte que la mía. Y tan desarrollada. Me asombra, las cosas que puedes hacer.
-El precio por tener estos dones es alto, pequeño. Estamos malditos por la necesidad de una pareja con quien compartir el alma. Una vez que esto ocurre, y créeme, el ritual puede ser brutal para un doncel inocente, no podemos alejarnos de nuestra compañera.
Nacen pocos hijos, muchos se pierden durante el primer año y la mayoría de los que nacen son varones. Tenemos la suerte y la desgracia de la longevidad. Para quienes somos felices, la vida es una bendición; para el que está solo y atormentado, la vida es una maldición. Se convierte en una larga eternidad de oscuridad, una existencia estéril y cruda.
Chanyeol le cogió la barbilla con la palma de la mano y la inclinó para que no pudiera escapar a sus ojos oscuros, hambrientos. Inspiró hondo y dejó ir un prolongado suspiro.
-No tuvimos relaciones sexuales, pequeño, no hicimos el amor. Lo nuestro fue parecido a un auténtico ritual de apareamiento carpatiano, en la medida de lo posible, teniendo en cuenta que no tienes nuestra sangre. Si me dejas... -Su voz se apagó, y sacudió la cabeza. Necesitaba unirlo a él de un modo irrevocable. Tenía las palabras en su mente, en su corazón. La bestia sentía una violenta necesidad de pronunciarlas. Nunca se escaparía, y no obstante no podía hacerle eso a el, decir las palabras a un mortal. No tenía ni idea de lo que le sucedería.
A Baeckhyun le dolía el punto situado sobre su pecho izquierdo, incluso le escocía. Bajó la vista, vio la evidencia oscura de la marca que él le había dejado, la tocó con las puntas de los dedos. Recordaba la sensación de su dentadura sujetándola contra el suelo, su fuerza, el gruñido de advertencia que retumbó en su garganta como el de un animal. Había tomado su cuerpo como si le perteneciera, un poco salvaje, un poco brutal, aun así algo en el había respondido al ansia feroz y a la necesidad que había en él. Al mismo tiempo, había sido tierno, se había preocupado de garantizar su placer antes que el suyo, tan concienzudo con su tamaño y la fragilidad de sus pequeños huesos. Su mezcla de ternura y naturaleza salvaje era irresistible, y el sabía que ningún otro hombre podría tocarlo como él.
Sólo existiría Chanyeol para el.
- ¿Me estás diciendo que eres de otra raza, Chanyeol? -Se esforzaba por que todo encajara.
- Creemos que pertenecemos a otra especie. Somos diferentes. Lo ocultamos bien de todos modos, tenemos que hacerlo, pero podemos oír cosas que los humanos no pueden, hablamos con los animales, compartimos nuestras mentes así como nuestros cuerpos y nuestros corazones. Entiéndelo, esta información en manos equivocadas nos condenaría a todos. Mi vida está literalmente en tus manos. En más de un sentido.
El captó el eco de su pensamiento antes de que él lo censurara.
- ¿Te habrías detenido si yo hubiera caído en el pánico? Él cerró los ojos, avergonzado.
- Me gustaría mentirte, pero, no, no lo habría hecho. Te habría tranquilizado, me habría asegurado de que me aceptabas.
- ¿Me lo habrías ordenado?
- ¡No! -negó con vehemencia. No habría ido tan lejos. De eso estaba seguro. Estaba convencido de poder convencerlo para que le aceptara.
-Estos dones... -Baeckhyun se frotó la barbilla contra las rodillas-. Tienes más fuerza física que cualquier ser humano que haya conocido. Y el salto en la biblioteca... me recordaste a un gran gato montés, ¿también eso es parte de tu herencia?
- Sí. -Volvió a enredar la mano en su pelo y se acercó hacia su nuca para así aspirar el cabello y absorberlo a el.
La fragancia de él aún persistía en Baeckhyun, se quedaría con el. Un dejo de satisfacción adornó sus ojos inescrutables.
-Me mordiste. -Se tocó primero el cuello, luego el pecho. Un dolor dulce y ardiente la invadió con el recuerdo de un Chanyeol salvaje en sus brazos, el cuerpo frenético de necesidad, la mente, un deseo turbulento y rojo, la boca moviéndose con ansia, hambrienta sobre el.
¿Qué le sucedía? ¿Por qué ahora el deseaba más? Había oído hablar de donceles tan cautivados por el sexo que se convertían virtualmente en esclavos. ¿Era eso lo que le estaba pasando? Agitó una mano como si quisiera protegerse de él.
-Chanyeol, todo esto va demasiado rápido. No puedo enamorarme en dos días, decidir mi vida en unos minutos. No te conozco, incluso me das un poco de miedo, lo que eres, el poder que ostentas.
- Decías que confiabas en mí.
- Así es. Eso es lo que me vuelve loco. ¿No te das cuenta? Somos tan diferentes. Tú haces cosas extrañísimas, aun así yo quiero estar contigo, oír tu risa, discutir contigo. Quiero ver tu sonrisa, la manera en que se iluminan tus ojos, el ansia y necesidad que hay en ti cuando me miras. Quiero acabar con esa frialdad en tus ojos, la mirada distante, ausente, cuando tu boca se endurece y tienes un aspecto cruel y despiadado. Sí, confío en ti, pero no tengo motivos para hacerlo.
- Estás muy pálido. ¿Cómo te encuentras? -Quería decirle que era demasiado tarde, que habían ido demasiado lejos, pero sabía que eso sólo aumentaría su resistencia y desasosiego de un modo innecesario.
- Estoy raro, tengo el estómago un poco revuelto, como si tuviera que comer algo, pero la idea de comer me da náuseas. Me diste uno de tus brebajes de hierbas, ¿verdad?
-Bebe agua y zumos durante unos días, un poco de fruta. No comas carne.
- Soy vegetariano. -Miró a su alrededor-. ¿Dónde está mi ropa?
Él sonrió de forma inesperada, con una perfecta sonrisita varonil.
-Me dejé llevar y te destrocé tus téjanos. Quédate conmigo esta noche, y así mañana te compro ropa nueva.
- Ya es casi la mañana -indicó, pues no tenía ganas de acostarse con él otra vez. No podía tumbarse a su lado sin arder en deseos por él.
- Además, necesito una ducha. -Antes de que él tuviera oportunidad de protestar, salió de la cama y consiguió envolverse con una colcha anticuada.
Chanyeol sonrió en secreto. Que se sintiera seguro, a él no le costaba nada. No iba a dejar la casa de ninguna de las maneras, no con los asesinos instalados en el mesón. Para sacarse de la cabeza la imagen de el desnudo bajo el chorro de agua, se concentró en los detalles de las emociones de Baeckhyun antes de sacarlo a la fuerza del comedor, allí en el mesón.
¿Qué había provocado su frenética angustia aquella noche? Estaba literalmente enfermo, con un terrible dolor de cabeza. El pensó que esa reacción la había provocado el enfado de Chanyeol, pero él estaba enfadado por la angustia de el. Lo había sentido antes de que aquel humano zoquete le pusiera su impura mano encima.
Chanyeol le tocó la mente porque tenía que hacerlo. Encontró lo que esperaba, lágrimas y confusión. Su cuerpo estaba cambiando, había cambiado en cuanto la sangre de él empezó a correr por sus venas. La leyenda exigía que un humano y un carpatiano intercambiaran sangre en tres ocasiones para lograr la conversión. La sangre que él le había dado en la copa no contaba, porque no la había tomado directamente de su cuerpo. No había sido su intención convertirlo, arriesgarse a que el se convirtiera en un vampiro trastornado. La verdad era que se había sobrepasado de un modo peligroso. Volvería a hacerlo. Tenía que durar una eternidad.
Aunque Baeckhyun había oído sus palabras, todas ellas ciertas, él sabía que no tenía ni idea de la situación real. Oiría susurros de todas las habitaciones en el mesón, sabría cuándo entraba una abeja en el comedor de la planta baja. El sol le resultaría molesto a la vista y se quemaría con facilidad. Los animales le revelarían sus secretos.
La mayoría de alimentos le sentarían mal. Pero sobre todo, le necesitaría a él cerca, necesitaría tocarle la mente, sentir su cuerpo, arder con él. El ya lo sentía, y lo combatía de la única manera que sabía: luchar para liberarse de él, luchar para entender lo que le estaba sucediendo.
Baeckhyun inclinó el cuerpo contra el vidrio del plato de ducha. Sabía que no podía ocultarse en el baño como un niño que se ha escapado de casa, pero él era tan poderoso, tan persuasivo... Quería suavizar esas líneas de tensión que rodeaban su boca, quería bromear con él, discutir con él, oír su risa. Aún sentía una debilidad peculiar, aún estaba un poco mareado.
-Vamos, pequeño. -La voz de Chanyeol la envolvió con una caricia de terciopelo negro. Su brazo se introdujo en la ducha de cristal y cerró el agua. Lo sujetó por la muñeca y lo sacó de la seguridad de la gran ducha, cubriendo luego su delgado cuerpo con una toalla.
Baeckhyun se escurrió el pelo, mientras un rubor se apoderaba de todo su cuerpo. Chanyeol se sentía muy cómodo, no le importaba su desnudez. Había algo indomable y magnífico en su fuerza primitiva, la forma casual en que él lo aceptaba. Le frotó el cuerpo con una gran toalla de baño, friccionó su piel hasta que estuvo caliente y sonrosada. La toalla frotó sus pezones sensibles, se demoró en la redondez de su trasero, se deleitó en la línea de su cadera.
Pese a la resolución de Baeckhyun, su cuerpo cobró vida bajo aquellas atenciones. Chanyeol le tomó el rostro, se inclinó para rozarle los labios con la boca, ligera como una pluma, tentadora.
-Ven a la cama -susurró guiándolo hacia allí.
Lo agarró por la muñeca y desequilibró su cuerpo lo suficiente como para que chocara contra él. El cuerpo se fundió con Chanyeol, sus suaves pezones se pegaron a su voluminoso músculo, la evidencia del deseo de Chanyeol presionaba contra su estómago. Sus muslos eran dos fuertes columnas soldadas a las de el.
- Podría amarte toda la noche, Baeckhyun -murmuró sugerente contra su garganta. Movió las manos por su cuerpo y dejó un incendio en su estela-. Quiero amarte toda la noche.
- ¿Es eso lo que propones? Está amaneciendo. -Las manos de Baeckhyun decidían por sí mismas y encontraban cada uno de los músculos definidos con las puntas de los dedos.
- Entonces pasaré el día haciéndote el amor. -Susurró las palabras contra su boca, se inclinó más para mordisquear las comisuras del labio inferior-. Te necesito conmigo. Persigues las sombras e iluminas la terrible carga que amenaza con asfixiarme.
El pasó rozando el duro borde de su boca.
- ¿Es esto posesión o es amor? -Baeckhyun hundió la cabeza y apretó la boca contra el hueco de su esternón, para deslizar luego su lengua sobre la piel ultrasensible situada sobre su corazón. No había ninguna marca, ninguna cicatriz, pero el trayecto de su lengua siguió la línea exacta de la herida anterior, aquel punto en el que lo había obligado a aceptar su sangre vital. Baeckhyun estaba fundido con él, leía su mente y sus fantasías eróticas, a las que quería dar vida.
Las entrañas de Chanyeol reaccionaron con ardor, su cuerpo respondió con fiera agresión. Baeckhyun sonrió ante la idea del largo y musculoso cuerpo de él ardiendo contra su piel. Se sentía desinhibido cuando se tumbó a su lado, tan sólo con el intenso deseo de arder de nuevo juntos.
- Respóndeme, Chanyeol, la verdad. -Con las yemas de los dedos rozó la punta aterciopelada y a continuación rodeó el voluminoso miembro, disparando su ansia por todo el cuerpo. Estaba jugando con fuego, pero él no tenía fuerzas para detenerlo; él no quería detenerlo.
Chanyeol le introdujo las manos en el pelo mojado y cerró los puños.
- Las dos cosas -consiguió decir entre jadeos.
Cerró los ojos cuando el movió la boca sobre su vientre, dejando un rastro de fuego. Allí donde el le tocaba, a continuación llegaba su boca caliente y húmeda. Él lo acercó un poco más, lo instó a colocarse encima. Notaba la boca caliente que se ajustaba sobre él, le volvía loco. Se le escapó un gruñido grave, amenazador, y la bestia se estremeció de placer, pues necesitaba aquella satisfacción primitiva.
Las puntas de los dedos se pasearon ligeros, con erotismo, por las duras columnas de sus muslos y catapultaron el fuego en una espiral hasta su vientre. La mente de Chanyeol se empañó, se fundió con la de el aún más, en una neblina roja de deseo y necesidad, amor y ansia. Anhelaba su contacto, sus manos, su boca sedosa que le transformaba en una llama viva.
Chanyeol la atrajo sobre él cogiéndolo con manos que parecían correas, aunque ponía gran esfuerzo en controlar su fuerza. Tomó su boca, se acopló a sus labios y danzaron con hambre palpitante, el cada vez más pegada a él, deslizando su cuerpo contra él, con fricción y excitación.
- Dime que me quieres. -Desplazó la boca sobre la garganta, aproximándose al pecho dolorido. Cada fuerte lengüetada provocaba una descarga de calor líquido como respuesta.
- Sabes que es así. -Se pegó a Chanyeol y enroscó la pierna en la de él.
Baeckhyun apenas podía respirar a causa de la necesidad, intentaba acercarle aún más, adentrarse en el cobijo de su cuerpo, su mente, sentir su cuerpo dentro de el, para que él tomara posesión como se suponía que debía hacer, sentir su boca en su pecho, arrastrándolo a su mundo.
-Todo -dijo con voz ronca, mientras sus dedos hurgaban en el nido de diminutos rizos con caricias y roces-. Únete a mí a mi manera.
El se movía contra su mano con ansia.
- Sí, Chanyeol. -Estaba frenético por lograr alivio, frenético por darle a él alivio.
Lo consumía la misma neblina roja, no podía separar el amor del deseo, o el ansia de la necesidad. Ardía por él de un modo doloroso, tanto corporal como mental, incluso su alma sufría aquel tormento, incapaz de determinar donde se acababan las emociones salvajes y desinhibidas de él y donde empezaban las suyas propias.
Chanyeol lo levantó con facilidad con su enorme fuerza, lo deslizó de un modo lento y erótico sobre su duro vientre hasta dejarlo ejerciendo presión sobre la furiosa punta de terciopelo. El calor de Baeckhyun le abrasó, fue una invitación. El le rodeó el cuello con los brazos, las caderas con las piernas, y se abrió a él. Muy despacio, él bajó su cuerpo sobre el suyo, y lo empaló en la gruesa longitud de fuego de modo que el rodeó su miembro con tal humedad y presión que él se estremeció, más allá del placer, en una especie de cielo e infierno eróticos.
Baeckhyun le clavó las uñas en los hombros.
- ¡Para! Eres demasiado grande para hacerlo así. -La alarma se extendía por su rostro.
- Relájate, pequeño. Nos pertenecemos el uno al otro, nuestros cuerpos están hechos el uno para otro. -Se introdujo un poco más y empezó a moverse con un ritmo prolongado y lento, sin dejar de acariciarlo y apaciguarlo con las manos.
Él se movió un poco para poder ver bien el rostro de Baeckhyun, mientras su cuerpo la reivindicaba con movimientos profundos, seguros y posesivos. Sin ser consciente, las palabras brotaron de su alma:

~Dark Prince~[Chanbek] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora