La pesada puerta se cerró detrás de Baeckhyun con un golpe irrevocable.
El se estremeció y se frotó los brazos con nerviosismo. Chanyeol lo envolvió con una capa, que lo rodeó de calor, de su masculino aroma a bosque. Cruzó a zancadas el suelo de mármol para abrir de par en par las puertas que daban a una biblioteca. En cuestión de momentos había encendido un crepitante fuego. Indicó una silla cerca de las llamas. Era una antigüedad de respaldo alto y cojines mullidos, pero, cosa curiosa, no estaba gastada. Baeckhyun estudió la estancia con asombro.
Grande y con un hermoso suelo de madera noble, cada pieza del parqué formaba parte de un mosaico más grande. En tres lados había estanterías que iban del suelo al techo, abarrotadas de libros, la mayoría de ellos encuadernados en cuero, muchos muy antiguos. Las sillas eran cómodas, y la mesita en medio de ellas una antigüedad en perfecto estado. El tablero de ajedrez era de mármol, con piezas talladas de un modo excepcional.
-Bebe esto.
El casi se muere del susto cuando él apareció a su lado con una copa de cristal.
-No bebo alcohol.
Él sonrió con una sonrisa que aceleró el corazón de Baeckhyun. Su agudo sentido olfativo ya había procesado esa información específica sobre el.
-No es alcohol, es un preparado de hierbas para el dolor de cabeza.
La inquietud lo invadió con violencia. Qué locura haber venido aquí. Era como intentar relajarse con un tigre salvaje en la misma habitación. Podría hacerle cualquier cosa y nadie acudiría en su ayuda. Si lo narcotizaba… Sacudió la cabeza con decisión:
-No, gracias.
-Baeckhyun. -Su voz sonaba grave, acariciadora, hipnótica-. Obedéceme.
El se encontró rodeando la copa con los dedos. Quiso oponerse a la orden, y el dolor le atravesó la cabeza obligándola a gritar. Chanyeol se encontraba a su lado, erguido sobre el, y le colocaba la mano en torno al frágil cristal.
-¿Por qué me desafías por una cosa tan trivial?
Las lágrimas le quemaban la garganta a Baeckhyun.
-¿Por qué tienes que obligarme? La mano de él encontró el cuello de Baeckhyun, lo rodeó y le levantó la barbilla.
-Porque sientes dolor y deseo aliviarlo.
El abrió los ojos lleno de asombro. ¿Podía ser tan sencillo? ¿Le dolía y él quería que se sintiera mejor? ¿Era de verdad tan protector o disfrutaba imponiendo su voluntad?
-La elección es mía. La voluntad consiste en esto.
-Veo el dolor en tus ojos, lo percibo en tu cuerpo. Puesto que sé que puedo ayudarte, ¿sería lógico que te permitiera continuar padeciendo sólo para que demuestres algo?
-Había una perplejidad genuina en su voz-.
Baeckhyun, si quisiera hacerte daño, no me haría falta drogarte. Permite que te ayude.
-Desplazó el pulgar sobre su piel, ligero como una pluma, sensual, siguiendo el pulso en su cuello, la línea delicada del mentón, la plenitud de su labio inferior.
El cerró los ojos y dejó que le pusiera la copa en la boca, que inclinara el contenido agridulce sobre su garganta: Baeckhyun sentía que estaba poniendo su vida en manos de él. Había demasiada posesión en su contacto.
-Relájate, pequeño -dijo con voz suave-. Háblame de ti. ¿Cómo es que puedes oír mis pensamientos? -Sus fuertes dedos encontraron las sienes de Baeckhyun e iniciaron un ritmo sosegador.
-Siempre he podido hacerlo. Cuando era pequeño, suponía que todo el mundo podía hacer lo mismo. Pero era terrible conocer los pensamientos más íntimos de la gente, sus secretos. Oía y sentía cosas a cada minuto del día. -Baeckhyun nunca hablaba con nadie de su vida, de su infancia, y menos con un completo desconocido. Sin embargo, Chanyeol no le parecía un desconocido. Se le antojaba parte de el. Una pieza que faltaba en su alma. Parecía importante decírselo-. Mi padre pensaba que yo era un bicho raro, un niño endemoniado, hasta mi madre me tenía miedo. Aprendí a no tocar nunca a la gente, a evitar las multitudes. Era mejor estar a solas, en lugares solitarios. Era la única manera de mantener la cordura.
Encima de su cabeza, una dentadura reluciente mostró la amenaza de un depredador. Chanyeol hubiera querido encontrarse a solas con el padre de Baeckhyun durante unos pocos minutos, para enseñarle lo que era de verdad un demonio. Le interesaba lo que explicaba, aunque le alarmaba que sus palabras pudieran provocar tanta rabia en él. Le enfurecía saber que el llevaba tanto tiempo solo, que había soportado dolor y soledad pese a estar también él en el mundo. ¿Por qué no había acudido en busca de el? ¿Por qué su padre no la había querido y mimado como debiera? Las manos de él estaban haciendo milagros, se deslizaban hasta la nuca, con dedos fuertes, hipnóticos.
-Hace pocos años, un hombre empezó a asesinar familias, niños pequeños. Yo vivía por entonces en casa de una amiga del instituto y, cuando regresé del trabajo, los encontré a todos muertos. Cuando entré en la casa percibí la maldad del asesino, conocí todos sus pensamientos. Me puso enfermo, las cosas terribles que rondaban por su cabeza, pero yo fui capaz de seguirle la pista, y al final guié a la policía hasta él. Las manos de Chanyeol descendieron por el cabello de la nuca, introduciendo sus dedos para desenredar los mechones aún húmedos de la ducha de hacía varias horas.
-¿Cuántas veces lo hiciste? -El iba desvelando cosas. Los detalles del horror y el dolor, los rostros de las personas a quienes ayudaba mientras observaban su trabajo, conmocionados, fascinados, pero de cualquier modo mostrando rechazo hacia su habilidad. Él vio esos detalles, fue partícipe de su mente, leyó los recuerdos para conocer su verdadera naturaleza.
-Cuatro. Perseguí a cuatro asesinos. La última vez me desmoroné. Era alguien tan enfermo, tan malvado. Me sentí impuro, como si nunca fuera a sacármelo de la cabeza. Vine aquí con la esperanza de encontrar un poco de paz. Decidí que nunca volvería a hacer nada igual. Chanyeol, por encima de su cabeza, cerró los ojos durante un momento para calmar su mente. Que el hubiera llegado a sentirse impuro… Alcanzaba a ver dentro de su corazón y su alma, distinguía cada uno de sus secretos, sabía que Baeckhyun era luz y compasión, valor y amabilidad. No debería haber visto las cosas que había visto de joven. Esperó a que su voz pudiera sonar calmada y tranquilizadora.
-¿Y tienes esos dolores de cabeza si utilizas la comunicación telepática?
-Ante el gesto solemne de asentimiento, continuó-: Y aun así, cuando me has oído sufrir, no te has protegido y te has acercado a mí, a sabiendas del precio que ibas a pagar. ¿Cómo podía explicarlo?
Era como un animal herido, irradiaba tanto dolor que le habían saltado las lágrimas sin poder contenerlas. Su soledad era la de el. Su aislamiento, el de el. Y había percibido una determinación en Chanyeol: poner fin a su dolor, a su mera existencia. No podía permitir que eso sucediera, pese al coste que suponía para el. Chanyeol exhaló lentamente, asombrado y conmocionado por la naturaleza de Baeckhyun, tan generoso. El vaciló mientras intentaba expresar en palabras por qué había tratado de ayudarle, pero él ya sabía que darse a los demás formaba parte de ese hermoso doncel. También sabía por qué la llamada había sido tan fuerte: ese algo en él que lo buscaba, había encontrado lo que necesitaba. Aspiró su aroma, lo incorporó a su cuerpo, disfruto de su visión y su olor en su casa, el tacto de su cabello sedoso en sus manos, su piel suave bajo las puntas de sus dedos. Las llamas de la chimenea encendían luces azules en su pelo. La necesidad se apoderó de Chanyeol con violencia, con dureza y urgencia y, por doloroso que fuera, disfrutó del hecho de poder sentir. Se sentó al otro lado de la mesita, enfrente de Baeckhyun, y su mirada se perdió perezosa y posesiva sobre el, sobre sus curvas seductoras.
-¿Por qué llevas ropas de varon? -preguntó. Baeckhyun se rió, con un sonido suave y melodioso, y su mirada se iluminó traviesa.
-Porque sabía que eso te enojaría.
Él echó hacia atrás la cabeza y se rió también. Una risa increíble, real y genuina. Había felicidad en él e indicios de afecto. No recordaba esos sentimientos, pero las emociones eran marcadas y claras, eran un dulce dolor en su cuerpo.
-¿Es necesario enojarme? El arqueó una ceja mirándole, al tiempo que se percataba de que el dolor de cabeza había desaparecido por completo.
-Es tan fácil -bromeó Baeckhyun.
Él se inclinó un poco más.
-Doncel irreverente. Tan peligroso, querrás decir.
-Mmm, también eso, tal vez. -Se llevó la mano al pelo y se lo retiró de la frente.
El acto era un hábito inocente, increíblemente sexy, que atrajo la mirada de Chanyeol a la perfección de su rostro, la plenitud de sus claviculas, la línea suave de su garganta-. ¿Así que eres muy bueno jugando al ajedrez? -desafió con insolencia.
Una hora más tarde, Chanyeol se recostaba hacia atrás en su asiento para observar el rostro de el estudiando el tablero. Fruncía el ceño lleno de concentración, intentando explicarse una estrategia poco familiar. Baeckhyun intuía que su adversario lo estaba llevando a una trampa, pero no conseguía descubrirla. Era paciente y concienzudo y en dos ocasiones le había puesto en problemas por el simple hecho de estar él demasiado seguro de sí mismo. De pronto abrió mucho los ojos, y una sonrisa lenta curvó su tierna boca.
-Eres un diablo astuto, ¿eh que sí, Chanyeol? Pero creo que tu ingenio puede meterte en algún problema.
Él lo observó con los párpados caídos. Sus dientes relucían blancos bajo la luz del fuego.
-¿No he mencionado, señorito Whitney, que la última persona lo bastante impertinente como para derrotarme al ajedrez fue arrojada a la mazmorra y torturada durante treinta interminables años?
-Claro, ¿qué tendrías por entonces, dos años? -bromeó, con los ojos pegados al tablero. Chanyeol tomó aliento de repente. Se había encontrado cómodo en presencia de el, se sentía aceptado sin reservas. Pero era obvio que creía que él era mortal, con unos poderes telepáticos superiores. Chanyeol estiró el brazo por encima del tablero para hacer un movimiento y vio en los ojos de Baeckhyun que el caía en la cuenta.
-Creo que tenemos jaque mate -dijo con voz sedosa.
-Lo tenía que haber sabido: no podía fiarme de un hombre que anda por el bosque rodeado de lobos. -Le sonrió-.
Buena partida, Chanyeol. He disfrutado muchísimo.
-Baeckhyun se hundió otra vez en los cojines de la silla-.
¿Puedes hablar con los animales? -preguntó con curiosidad.
A Chanyeol le gustaba verlo a el en su casa, le gustaba la manera en que el fuego fulguraba con tonos azules en su cabello y la forma en que las sombras se pegaban con tal encanto a su rostro. Había memorizado cada centímetro de su cara y sabía que si cerraba los ojos, la imagen continuaría allí, unos pómulos altos, delicados, nariz pequeña y boca exuberante.
-Sí. -Respondió con sinceridad, pues no quería mentiras entre ellos.
-¿Habrías matado a Jacob? Sus pestañas eran preciosas y atrajeron su atención.
-Ten cuidado con lo que preguntas, pequeño -advirtió.
Baeckhyun recogió las piernas bajo su cuerpo y le contempló con la mirada fija.
-¿Sabes, Chanyeol? Estás tan habituado a utilizar tu poder que ni siquiera te paras a pensar si está bien o está mal.
-No tenía derecho a tocarte. Te estaba haciendo daño.
-Pero él no lo sabía. Y tú no tenías derecho a tocarme, pero de todos modos lo hiciste -indicó sensato. Los ojos de él relumbraron con frialdad.
-Tenía todo el derecho. Me perteneces -dijo con calma y voz suave, pero con un indicio de advertencia-. Y aún más importante, Baeckhyun, yo no te hice ningún daño. A el se le entrecortó la respiración. Se humedeció los labios con la lengua, con un pequeño gesto delicado.
-Chanyeol -la voz sonaba vacilante, como si escogiera las palabras con cuidado-. Me pertenezco a mí mismo. Soy una persona, no algo que puedas poseer. En cualquier caso, vivo en Estados Unidos, Voy a regresar pronto allí y mi intención es coger el próximo tren para Budapest.
La sonrisa de él era la de un cazador. Rapaz. Durante un momento el hogar destelló rojo, de modo que sus ojos brillaron como los de un lobo en la noche. No dijo nada, se limitó a observarlo sin pestañear. El levantó la mano hasta la garganta en un gesto defensivo.
-Es tarde, debería marcharme. -Podía oír los latidos de su propio corazón. ¿Qué quería el de él? No lo sabía; sólo sabía que ésta era la noche más perfecta y terrorífica de su vida y que quería volver a verle. Él se había quedado del todo inmóvil, amenazador en su quietud absoluta. El esperó sin respirar. El miedo lo estaba asfixiando, propagaba temblores por su delgada figura. El miedo a que él lo dejara marchar; el miedo a que lo obligara a quedarse. Cobró aliento-. Chanyeol, no sé qué quieres. -Tampoco sabía lo que quería el. Entonces él se levantó con una combinación de poder y gracilidad. Su sombra la alcanzó antes que el propio Chanyeol. Su fuerza era enorme, pero sus manos eran delicadas cuando lo puso en pie. Subió las manos por sus brazos, las apoyó ligeramente en sus hombros, acariciando con los pulgares su cuello. El contacto disparó una ondulación de calor por el abdomen de Baeckhyun. El era tan pequeño a su lado, tan frágil y vulnerable… - No intentes dejarme, pequeño. Nos necesitamos el uno al otro. -Inclinó su oscura cabeza hacia abajo y le rozó los párpados con la boca, lanzando pequeños dardos de fuego que lamieron su piel-. Me haces recordar lo que es vivir -susurró con su voz cautivadora. Encontró con su boca la comisura de los labios de el y una sacudida de electricidad hizo saltar chispas por todo su cuerpo. Baeckhyun estiró una mano para tocar la línea ensombrecida de su mentón y colocarla sobre los fuertes músculos de su pecho en un intento de poner distancia entre ellos. - Escúchame, Chanyeol. -Su voz sonaba ronca-. Ambos sabemos lo que es la soledad, el aislamiento. Supera mi imaginación el hecho de que pueda encontrarme tan cerca de ti, tocarte físicamente y no sentirme abrumado por cargas no deseadas. Pero no podemos hacer esto. La diversión hizo aparición en el fuego oscuro de sus ojos, un indicio de ternura. Sus dedos la rodearon por el cuello, hasta la nuca.
-Oh, yo creo que sí. -La voz de terciopelo negro era pura seducción; la sonrisa, francamente sensual.
Baeckhyun sintió su poder incluso en la punta de los pies. Su cuerpo ya no tenía esqueleto, era líquido, suspiraba. Estaba tan cerca de Chanyeol que se sentía parte de él, rodeado por él, envuelto por él.
-No voy a acostarme con alguien a quien no conozco sólo porque me sienta solo. Él soltó una risa suave, grave y divertida.
-¿En eso estás pensando? ¿Que vas a dormir conmigo porque te sientes solo? -Su mano volvía a estar en su garganta, de nuevo lo acariciaba, la rozaba calentando su sangre-.
Es por esto por lo que harías el amor conmigo. ¡Esto! -Su boca se pegó a la de el. Rojo incandescente. Relámpagos azules. La tierra se movió y se tambaleó. Chanyeol arrastró la delgada figura de Baeckhyun contra su largo cuerpo masculino y agresivo, su boca dominante lo atrajo a un mundo de pura sensación. Baeckhyun no podía hacer otra cosa que pegarse a él, el ancla segura en una tormenta de emociones turbulentas. Un gruñido resonó en la profundidad de la garganta de Chanyeol, animal y salvaje como el de un lobo excitado.
Baeckhyun estaba en llamas, ardía y necesitaba, era seda incandescente en sus brazos, y su cuerpo maleable, calor líquido. Se movía contra él sin cesar, los pezones le dolían y se presionaban de forma erótica el fino hilo de su jersey. Él le rozó el pezón con el pulgar a través de la labor de ganchillo, disparando ondas de calor por todo su cuerpo, debilitando sus rodillas hasta que sólo se sostuvo gracias a la dura fuerza de sus brazos.
La boca de Chanyeol volvía a moverse; su lengua era una llama lamiendo su pulso. Y luego vino el calor incandescente, cauterizador, su cuerpo se estremecía de necesidad, ardía en deseo por él. Las oleadas de pasión lo vencían.
La boca de Chanyeol en su garganta producía una combinación de placer y dolor tan intenso que no sabía dónde empezaba uno y acababa otro. Le inclinó la cabeza hacia atrás con el pulgar, dejó su cuello expuesto, y la boca se aferró a su piel, movía la garganta como si lo devorara, como si se alimentara de el, se lo bebiera. Quemaba, pero saciaba su propio anhelo. Chanyeol susurró algo en su lengua nativa y levantó un poco la cabeza, interrumpiendo el contacto. Baeckhyun sintió que un líquido caliente caía por su cuello hasta su pecho. La lengua de Chanyeol siguió el rastro y recorrió la prominencia cremosa de su pecho. Entonces lo cogió por la cintura, consciente de pronto de la manera en que su propio cuerpo exigía un alivio. Tenía que conseguirlo como pareja. Su cuerpo lo reclamaba, ardía en deseos. Baeckhyun se agarró a su camisa para no caerse. Él maldijo en voz baja, con elocuencia, una mezcla de dos lenguas, furioso consigo mismo mientras lo acunaba entre sus brazos con gesto protector.
-Lo siento, Chanyeol. -Baeckhyun estaba consternado, aterrorizado por su debilidad. La habitación daba vueltas, era difícil concentrarse. Le palpitaba y ardía el cuello. Él inclinó su oscura cabeza para besarlo con delicadeza.
-No, pequeño, me estoy moviendo demasiado rápido. -Todo en su naturaleza, la bestia y el hombre de siglos de edad, reclamaba con furia que lo tomara, que lo retuviera, pero él quería que Baeckhyun acudiera por propia voluntad.
-Me siento raro, mareado. Se había descontrolado un poco la bestia, ávida por dejar su marca en el, ávida de su dulce sabor. Su cuerpo ardía, exigía un alivio. La disciplina y el control se enfrentaron a su naturaleza depredadora e instintiva, y ganaron. Respiró hondo y lo llevó a la silla situada junto al fuego. El se merecía el cortejo, conocerle poco a poco, llegar a sentir afecto si no amor, antes de unirlo a él. Un humano. Un mortal. No estaba bien. Estaba mal. Era peligroso. Mientras lo dejaba sobre los cojines, captó la primera señal de alboroto. Se volvió en redondo, sus rasgos apuestos ahora eran sombríos y amenazadores. Su cuerpo perdió la postura protectora, de súbito se volvió intimidador y poderoso.
-Quédate aquí -ordenó en voz baja. Se movió con tal rapidez que se desdibujó. Cerró las puertas de la biblioteca y se volvió hacia la puerta de entrada. Chanyeol envió una llamada silenciosa a sus centinelas. En el exterior aulló un lobo, un segundo respondió, luego un tercero, hasta que se formó un coro al unísono. Cuando el ruido decayó, Chanyeol se mantuvo a la espera. Su rostro era una máscara de granito implacable. La bruma avanzaba desde el bosque, zarcillos de neblina que se desplazaban y se unían para formar una masa fuera de su casa. Levantó un brazo y se abrió la puerta de entrada. La niebla y la bruma se deslizaron al interior y se aglutinaron en charcos hasta que el vestíbulo quedó lleno de aquello. Poco a poco, las neblinas se enlazaron, los cuerpos fulguraron y se volvieron sólidos.
-¿Por qué me molestáis esta noche? -reprendió en voz baja, con un peligroso brillo en sus ojos oscuros.
Un hombre dio un paso adelante, agarrando con firmeza a su esposa. Se la veía pálida y agotada, y era obvio que estaba embarazada.
-Buscamos tu consejo, Chanyeol, y te traemos noticias.
Dentro de la biblioteca, Baeckhyun notó que el miedo lo invadía con brusquedad. La emoción percutía en su cabeza, lo inundaba, la sacaba de las pesadas telarañas de aquel estado parecido al trance. Alguien estaba afligido, lloraba, sentía un dolor penetrante como un cuchillo. Se puso de pie tambaleante y se agarró al respaldo de la silla. Las imágenes se colaban en el. Una joven de piel pálida, blanca, y una larga estaca sobresaliendo en su pecho, sangre corriendo a ríos, la cabeza separada de su cuerpo, algo nauseabundo colocado en su boca. Un asesinato ritual, simbólico, una advertencia de que podrían repetirse. Un asesino en serie, aquí, en esta tierra de paz. Baeckhyun soltó un jadeo, se tapó los oídos con ambas manos como si eso pudiera detener de algún modo las imágenes que entraban en su mente. Durante un momento no pudo respirar, no podía hacerlo, sólo quería que acabara. Miró a su alrededor con ojos desorbitados, vio una puerta a su derecha que llevaba en dirección contraria a tanta emoción abrumadora. Ciegamente, se puso a andar tambaleante, débil, desorientado y mareado. Salió de la biblioteca dando un traspiés, necesitadapo de un poco de aire fresco. Lejos de los detalles de horror y muerte, tan gráficos en las mentes de los recién llegados. El temor y la rabia de las visitas eran algo con vida propia. Eran animales heridos, dispuestos a destrozar y desgarrar como venganza. ¿Por qué la gente era tan peligrosa? ¿Tan violenta? No tenía respuesta, ya no quería tenerla. Había dado varios pasos por el pasillo cuando surgió una figura. Un hombre algo más joven que Chanyeol, con ojos centelleantes y pelo ondulado castaño. Su sonrisa burlona, escondía una amenaza; se dirigía hacia el. Una fuerza invisible le golpeó directamente en el pecho, derribándole hacia atrás y estrellándole contra la pared. Chanyeol hizo aparición, una sombra oscura y malévola. Se erguía sobre Baeckhyun y lo empujó detrás de él con un movimiento protector. Esta vez el bramido gutural fue el rugido desafiante de una bestia. Baeckhyun percibía la terrible cólera de Chanyeol, cólera mezclada con dolor, unas emociones tan intensas que estremecían el mismísimo aire. Le tocó el brazo, intentó rodearle la gruesa muñeca con sus dedos, pero tan sólo eran un diminuto elemento disuasorio para la violencia que le sacudía. Notó la tensión en sus venas como algo vivo. Oyó un jadeo colectivo, perceptible, y Baeckhyun se percató de que el era el centro de atención del grupo. Había una mujer y cuatro hombres. Todos los ojos se concentraban en sus dedos alrededor de la muñeca de Chanyeol como si hubiera cometido algo terrible, un acto criminal. El cuerpo más grande de Chanyeol se desplazó para defenderlo por completo de su escrutinio. No hizo ninguna tentativa de apartar su mano. En todo caso, movió su cuerpo con gesto protector, haciéndolo retroceder un poco más contra la pared hasta que obstruyó del todo su visión.
-Está bajo mi protección. -Fue una declaración. Un reto. Una promesa de venganza inmediata y feroz.
-Como lo estamos todos -dijo la mujer en voz baja y apaciguadora. Baeckhyun se tambaleó, se sostenía tan sólo gracias al muro. Las vibraciones de furia y pena la asaltaban hasta el punto de desear chillar. Profirió un sonido, como un hilo, un único sonido de protesta. Chanyeol se volvió al instante y lo rodeó con los brazos, envolviéndolo al máximo.
-Guardad vuestros pensamientos y emociones -dijo a los demás entre dientes-. Es muy sensible. Lo acompañaré hasta el mesón y regresaré para comentar con vosotros esa noticia tan perturbadora. Baeckhyun no tuvo posibilidad real de ver a los demás mientras él se lo llevaba a grandes zancadas hasta el pequeño coche que esperaba en el garaje. Sonrió con cansancio, apoyando la cabeza en el hombro de Chanyeol.
-Este coche no me parece el apropiado para ti, Chanyeol. Tus ideas sobre los donceles son tan arcaicas que en una vida anterior debes de haber sido el «señor del castillo».
Él le dirigió una rápida mirada. Deslizó sus ojos sobre la palidez de su rostro, se detuvo en la marca en el cuello, visible a través de su jersey. La verdad, no había sido su intención dejar una marca, pero ahora estaba ahí, su señal de propiedad.
-Voy a ayudarte a dormir esta noche. -Lo dijo como una declaración.
-¿Quién era esa gente? -preguntó, sabiendo que él no quería que hiciera preguntas. Estaba muy cansado, incluso mareado. Se frotó la cabeza y deseó por una vez en su vida ser normal. Quizás él pensara que era de los que siempre se desmayaban. Hubo un breve silencio.
Chanyeol dejó ir un hondo suspiro.
-Mi familia.
Baeckhyun sabía que decía la verdad, aunque él lo desconocía. - ¿Por qué alguien iba a hacer algo tan terrible? -Volvió el rostro hacia él-. ¿Esperan que tú sigas la pista del asesino, que le detengas? -En su voz había un dolor intenso, dolor por él. Preocupación.
El sufrimiento de Chanyeol era intenso, dejaba traslucir culpabilidad y la necesidad de violencia. Él consideró sus preguntas en su mente. El ya sabía, por consiguiente, que un miembro de su familia había sido asesinado. Lo más probable era que hubiera captado los detalles en la cabeza de alguien. Pero estaba preocupado y sufría por él. Sin condena alguna. Preocupación, así de sencillo. Chanyeol notó cierto alivio en la tensión de su cuerpo, notó el calor ondulante en su estómago.
-Intentaré mantenerte todo lo lejos posible de este lío, pequeño.
-Nadie se preocupaba por él, por su estado mental o por su salud. Nadie sentía nada por él. En su interior, algo pareció ablandarse y fundirse. El se estaba haciendo un lugar dentro de él, en lo más hondo, allí donde él lo necesitaba.
-Tal vez no debiéramos vernos durante unos días.
Nunca en mi vida he estado tan cansado. -Intentó ofrecerle una salida cortés. Baeckhyun se miró las manos. También quería darse una salida a sí mismo. Jamás había estado tan cerca de alguien, tan a gusto, como si le conociera de siempre. No obstante, le aterrorizaba que él asumiera el control sobre el-. Y creo que a tu familia no le entusiasma ver a un americano contigo. Somos demasiado… cómo decirlo, explosivos juntos
-concluyó compungido. -No intentes dejarme, Baeckhyun. -Detuvo el coche delante del mesón-.
Conservo lo que es mío, y no te equivoques: tú eres mío. -Era una advertencia y una súplica al mismo tiempo. Chanyeol no tenía tiempo para palabras consideradas. Quería ofrecérselas. Dios sabía que se las merecía. Pero los demás esperaban y sus responsabilidades eran una pesada losa para él. Baeckhyun levantó la mano hasta la línea de su mentón y se lo frotó con dulzura.
-Estás acostumbrado a salirte con la tuya. -Había una sonrisa en su voz-. Puedo ir a dormir solo, Chanyeol. Lo he estado haciendo durante años.
-Necesitas dormir tranquilo, profundamente, sin que nadie te moleste. Lo que has «visto» esta noche te obsesionará si no te ayudo. -Le acarició el labio inferior con el pulgar-. Podría eliminar el recuerdo si quisieras.
Baeckhyun se daba cuenta de que él quería hacerlo pues creía de veras que sería lo mejor para el. Se percataba de lo difícil que era pedirle que el tomara la decisión.
-No, gracias, Chanyeol -dijo con recato-.
Creo que preservaré todos mis recuerdos, los buenos y los malos. -Le besó en la barbilla, se desplazó por el asiento hasta la portezuela-.
¿Sabes?, no soy un muñeco de porcelana. No voy a romperme porque vea algo inconveniente. He perseguido asesinos en serie con anterioridad. -Le sonrió, con ojos tristes. Él le encadenó la muñeca con un asimiento inquebrantable.
-Y casi te destruye. Esta vez no.
Baeckhyun bajó sus largas pestañas, ocultando su expresión.
-Esa decisión no depende de ti. -Si los otros le convencían de que les ayudara con su talento en la persecución de asesinos dementes, los más malvados del mundo, el no le dejaría solo. ¿Cómo podía hacerlo?
-No estás asustado de mí como debieras estarlo -gruñó él.
Baeckhyun le dedicó una rápida sonrisa y tiró de la muñeca para recordarle que lo soltara.
-Creo que sabes que lo que hay entre nosotros no valdría nada si me obligaras a hacer tu voluntad en todo. Lo mantuvo retenida un instante más, recorriendo su frágil rostro con sus ojos oscuros, peligrosos y posesivos.
El tenía tal fuerza de voluntad… Estaba asustado, pero le miraba a los ojos y le plantaba cara. Aquello lo enfermaba; perseguir tanta maldad la llevaba al borde de la locura, pero lo hacía una y otra vez.
El asesino era aún una sombra en su mente. Vislumbró su decisión de ayudarle, también el temor a él y a sus increíbles poderes, pero no iba a dejarle enfrentarse a solas al horrible asesino.
Chanyeol quiso mantenerlo a salvo con él en su guarida. Casi con reverencia, recorrió con los dedos su mejilla.
-Vete antes de que cambie de idea -ordenó, soltándola de forma abrupta.
Baeckhyun se alejó despacio, intentando sobreponerse al desfallecimiento que se había apoderado de el.
Tuvo cuidado de caminar erguido, pues no quería que él supiera que sentía su cuerpo pesado como el plomo, que cada movimiento le era costoso.
Caminó con la cabeza alta y mantuvo adrede la mente en blanco. Chanyeol lo observó mientras entraba en el mesón. Vio que se llevaba la mano a la cabeza, que se frotaba la sien y la nuca. Seguía aturdido por la sangre que él le había tomado.
Eso había sido egoísta, casi una bajeza, no obstante, no había podido refrenarse. Ahora el lo pagaba. Le dolía la cabeza por el bombardeo de emociones. Incluidas las de él. Toda su gente tendría que ser más cuidadosa a la hora de escudar sus mentes. Chanyeol levantó su larga figura del vehículo, se movió hacia las sombras aguzando sus sentidos para verificar que se encontraba a solas. Adoptó la forma de bruma. En la densa niebla pasaba inadvertido, y podía filtrase con facilidad por debajo de la ventana de Baeckhyun, sin el cerrojo echado. Lo observó dejándose caer sobre la cama. El rostro pálido, la mirada angustiada. Se echó hacia atrás los mechones de pelo negro y se tocó la marca como si le doliera. Le llevó unos minutos quitarse los zapatos, como si la tarea fuera demasiado ardua. Chanyeol esperó hasta que el se tiró boca abajo, vestido del todo, sobre la cama.
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~Dark Prince~[Chanbek] #1
Fiksi PenggemarChanyeol, príncipe de los Carpatianos, ha encontrado por fin la luz después de siglos de tinieblas, y donde menos podía sospecharlo. Porque ha sido un doncel humano, Baekhyun, el que ha contactado con él y le ha demostrado que es el elegido para ser...