Baeckhyun se despertó poco a poco en una densa bruma, capas y más capas lo cubrían. De algún modo, sabía que se suponía que no debería despertarse, no obstante era imprescindible hacerlo.
Despertar.
Logró abrir los ojos y volvió la cabeza hacia la ventana. La luz del sol entraba a raudales. Se incorporó hasta quedarse sentado y las colchas se deslizaron dejando al descubierto su piel desnuda.
-Chanyeol -susurró en voz alta- te tomas demasiadas libertades, no hay duda.
-Se dirigió a él de forma automática, como si no pudiera negar aquella necesidad. Al percibir que estaba dormido, se retiró. El más leve contacto era suficiente. Él se encontraba a salvo. Baeckhyun se sentía diferente, incluso feliz. Podía hablar con alguien, tocar a alguien, qué importaba que fuera una situación parecida a ir sentado en el lomo de un tigre hambriento. La libertad de relajarse en presencia de otra persona era una dicha.
Chanyeol tenía responsabilidades importantes. No sabía quién era, sólo alguien importante. Era obvio que se sentía a gusto con sus dones, no como el que aún se sentía una especie de monstruo de la naturaleza. Quería parecerse más a él: seguro, sin importarle lo que pensaran los demás.
Sabía muy poco de la vida rumana. Las poblaciones rurales eran pobres y supersticiosas. No obstante, era un pueblo cordial y artístico de verdad. Chanyeol era diferente. Había oído hablar de los carpatianos. No eran gitanos; se trataba de un pueblo con buena educación y dinero que vivía en lo más profundo de las montañas y bosques por decisión propia.
¿Sería Chanyeol su jefe? ¿Por eso era tan arrogante y distante?
Su cuerpo agradeció la ducha, que limpió la sensación de pesadez, de ofuscación. Se vistió con diligencia, con vaqueros, un suéter de cuello cisne y un jersey. Pese a que era un día soleado, en las montañas hacía frío, y su intención era hacer una pequeña excursión. Por un momento sintió un escozor, una palpitación, en el cuello. Apartó la ropa para examinar la herida. Era una marca extraña, como un mordisco amoroso de un adolescente, pero más intensa.
Se sonrojó al recordar cómo le había hecho la marca él. ¿Tenía que ser aquel hombre tan sexy por encima de todo? Podría aprender tanto de él. Había advertido que era capaz de escudarse del bombardeo omnipresente de emociones. Eso sería un milagro, ser capaz de sentarse sin preocuparse en medio de una sala abarrotada y no sentir nada aparte de sus propias emociones.
Baeckhyun se puso las botas de montaña. ¡Un asesino en este lugar! Era un sacrilegio. Los lugareños tenían que estar muy asustados. Al atravesar el umbral de la puerta sintió un cambio curioso en el aire. Le dio la impresión de tener que atravesar alguna fuerza invisible. ¿Chanyeol otra vez? ¿Intentando encerrarlo? Para nada.
Si fuera capaz de algo así, las cerraduras no le hubieran permitido salir del dormitorio. Era más probable que quisiera protegerlo, y no permitiera entrar a los demás. Chanyeol, deshecho por el dolor y la rabia de aquel atroz asesinato sin sentido, lo había ayudado de todos modos a quedarse dormido. La idea de que se tomara la molestia de cuidarlo y ayudarlo le hizo sentirse apreciado.
Eran las tres de la tarde. La hora de comer ya había pasado hacía rato, pero era demasiado pronto para el turno de la cena, y Baeckhyun tenía hambre. En la cocina, la dueña fue tan amable de prepararle un tentempié campestre. La mujer no mencionó en ningún momento el asesinato de la noche anterior. De hecho, parecía por completo ignorar tales noticias. Baeckhyun se sintió reacio a mencionar el asunto.
Era extraño, la dueña era amigable y simpática -incluso habló de Chanyeol, un amigo de hacía tiempo a quien se refería con respeto- y aun así Baeckhyun no fue capaz de decir una sola palabra sobre el asesinato y cómo había afectado a Chanyeol.
Una vez afuera, se colocó la mochila a la espalda. No percibía el horror del crimen por ningún lado. En el mesón, en la calle, nadie parecía más inquieto de lo habitual. No podía haberse equivocado, las imágenes habían sido fuertes, el dolor desmedido y muy real. La visión del propio asesino era muy detallada, no eran producto de su imaginación.
- ¡Señorito Whitney! ¿Es Whitney, verdad? -Una voz femenina le llamó desde varios metros de distancia. Margaret Summers se apresuró a acercarse a el con la angustia en el rostro. Cerca de los setenta años, tenía aspecto débil, con pelo gris y ropa funcional.
- Querido mío, qué pálido estás esta mañana. Estábamos todos tan preocupados por tu estado. La forma en que ese joven se te llevó resultó intimidante.
Baeckhyun se rió en voz baja.
- Él resulta bastante intimidante, ¿verdad? Es un viejo amigo y se preocupa demasiado por mi salud. Créame, señora Summers, me cuida con toda atención. En realidad es un hombre de negocios muy respetable, pregunte a cualquiera en el pueblo.
- ¿Estás enfermo, pequeño? -preguntó Margaret solícita, acercándose más, con lo cual Baeckhyun se sintió amenazado.
-Me estoy recuperando -contestó Baeckhyun con firmeza, confiando en que fuera la verdad.
- ¡Te he visto antes! -Margaret sonaba excitada-. Eres el extraordinario joven que colaboró con la policía para atrapar al desalmado asesino de San Diego hace un mes más o menos. ¿Qué diantres estás haciendo en este lugar?
Baeckhyun se frotó la frente con la base de la mano.
-Ese tipo de trabajo consume a cualquiera, señora Summers. En ocasiones incluso caigo enfermo. Fue una persecución larga, y necesitaba irme lejos. Quería ir a algún lugar remoto y hermoso, algún sitio empapado de historia. Algún lugar donde la gente no me reconociera y me señalara como un monstruo de la naturaleza. Los Cárpatos son preciosos. Puedo andar, estar tranquilo y dejar que el viento despeje mi cabeza de todos los recuerdos de esa mente enferma.
-Oh, cielo. -Margaret estiró una mano preocupada.
Baeckhyun se apartó a toda prisa.
-Lo siento, me molesta tocar a la gente después de haber perseguido a un demente. Por favor, compréndame.
Margaret hizo un gesto de asentimiento.
-Por supuesto, aunque pude advertir que ese joven no daba importancia al hecho de tocarte.
Baeckhyun sonrió.
-Es un poco autoritario, y tiene esa tendencia al dramatismo, pero se porta muy bien conmigo. Hace tiempo que nos conocemos. Chanyeol viaja bastante, ya sabe. -La mentira pareció surgir de sus labios con facilidad. Se detestó por ello-. No quiero que los demás sepan quién soy, señora Summers. Me desagrada la publicidad y ahora mismo necesito soledad. Por favor, no le diga a nadie quién soy.
- Por supuesto que no, querido, pero ¿te parece seguro salir por ahí todo solo? Por esta zona deambulan animales salvajes.
- Chanyeol me acompaña en mis pequeñas excursiones, y desde luego que no voy husmeando por el bosque de noche. - Oh -Margaret parecía aplacada-.
¿Chanyeol Dubrinsky? Todo el mundo habla de él.
- Ya se lo he dicho, es demasiado protector. Y, por cierto, le gusta mucho cómo cocina la dueña -le confió con una risa al tiempo que cogía la cesta del tentempié-. Mejor me pongo en marcha o llegaré tarde.
Margaret se hizo a un lado.
-Ten mucho cuidado, cielo.
Baeckhyun se despidió con un ademán amistoso y se fue paseando sin prisas por el camino que llevaba al interior del bosque, y luego sendero arriba por las montañas. ¿Por qué se había visto impulsado a mentir?
Le gustaba su soledad, nunca había sentido la necesidad de justificarse. Por algún motivo no quería hablar de la vida de Chanyeol con nadie, y mucho menos con Margaret Summers. La mujer mostraba demasiado interés por él. No era por nada que hubiera dicho, estaba en sus ojos y en su voz. Sabía que Margaret Summers seguía observándolo con curiosidad, hasta que el camino dio un giro marcado y los árboles se lo tragaron.
Baeckhyun sacudió la cabeza con tristeza. Se estaba convirtiendo en un ermitaño, no quería estar cerca de nadie, ni siquiera de una dulce anciana que se preocupaba por su seguridad.
-¡Baeckhyun! ¡Espera!
Cerró los ojos ante una nueva intrusión. Para cuando Jacob lo alcanzó, consiguió poner una sonrisa en su rostro.
-Jacob, me alegra que te hayas recuperado de ese acceso de tos de anoche. Qué suerte que el camarero conociera la técnica Heimlich.
Jacob puso cara de pocos amigos.
-No me atraganté con un trozo de carne -dijo a la defensiva, como si el le acusara de malos modales en la mesa-. Todo el mundo lo piensa, pero no es así.
- ¿De veras? Por la manera en que el camarero te cogió... -Su voz se apagó.
- Bien, no te quedaste demasiado tiempo para enterarte -le espetó enfurruñado, juntando las cejas-. Permitiste que ese neandertal te llevara.
- Jacob -dijo el con amabilidad-, no me conoces, no sabes nada de mí ni de mi vida, y ese hombre podría ser mi esposo. Me encontraba muy mal anoche. Siento no haberme quedado, pero en cuanto vi que estabas bien, pensé que no sería correcto ponerme a vomitar en medio del comedor.
- ¿Cómo es que conoces a ese hombre? -quiso saber Jacob celoso-. Los lugareños dicen que es el hombre más poderoso de esta región. Es rico, posee todos los derechos sobre el petróleo. El clásico hombre de negocios, con mucho poder. ¿Cómo es que has conocido a un hombre así?
Estaba aproximándose demasiado a el, y Baeckhyun de pronto se dio perfecta cuenta de lo solos que estaban, de lo aislado que era aquel entorno. Jacob tenía una mirada consentida, engreída, que retorcía su guapa cara aniñada. Percibía alguna otra cosa, una especie de excitación enfermiza, en los pensamientos de culpabilidad de él. Baeckhyun supo que el era una parte importante de sus fantasías pervertidas. Jacob, un niño rico que creía tener derecho a cualquier juguete nuevo del cual se encaprichara.
Sintió una agitación en su mente.
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~Dark Prince~[Chanbek] #1
FanfictionChanyeol, príncipe de los Carpatianos, ha encontrado por fin la luz después de siglos de tinieblas, y donde menos podía sospecharlo. Porque ha sido un doncel humano, Baekhyun, el que ha contactado con él y le ha demostrado que es el elegido para ser...