Capitulo 3

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La joven junto con el menor recorrieron los vagones con rapidez en busca de un asiento vació, hasta que por fin encontraron uno.

—Sentémonos en este.—Eva señalo un asiento vacío para dos.

Bruno asintió y se sentó del lado de la ventana mientras que la castaña se sentó del lado del pasillo soltando un suspiro. Ambos permanecieron en silencio hasta que el tren arranco. Eva miraba hacia adelante sin saber como romper el incomodo silencio.

"¿Qué se supone que diga?"

—Eh...

Bruno volteo a mirarla. Ella lo miró por el rabillo del ojo y volvió a mirar al frente, indecisa.

—¿Pasa algo?—Preguntó el joven ojiazul.

—No, no es nada...—Eva respondió con suavidad.—Es solo que el silencio es un poco incomodo.

—Entiendo.

El silencio volvió a posarse sobre ellos, Eva a pesar de ser la mayor se sintió estúpida. ¿Por qué no tenía la confianza que tenía de niña? Su mente le entrego la respuesta en forma de recuerdos. Sin saberlo, la castaña se aventuro tanto en sus memorias que no se dio cuenta de que el joven Bucciarati había volteado a observarla una vez más.

—¿Eva?

La muchacha no respondió, su mirada estaba fija en algún lugar y ni siquiera parpadeaba. Bruno incluso tuvo la impresión de que la castaña no respiraba. 

—¿Eva?—Preocupado, extendió su mano y tocó el brazo de la ojicafé.

La muchacha reacciono al instante. Miró a su alrededor y luego a Bruno dándose cuenta de que este la había sacado de su propia mente.

—¿Qué pasa?

—Nada. Es solo que te quedaste helada de un momento para otro y no parpadeabas.—Bruno respondió con preocupación.

—Ah, perdón. A veces me pasa sin darme cuenta.

—Eva, ¿puedo hacerte una pregunta?—Los ojos azules del pequeño se clavaron en la muchacha.

—Si. 

—¿Cuántos años tienes?

—Tengo 18.

—Que extraño. A decir verdad, te ves más joven.—Dijo Bucciarati con ligero asombro.

—Si, la gente me lo dice mucho. Pero es mejor a que me digan vieja.

El más joven se rió y a causa de ello a Eva se le escapo una sonrisa. El resto del viaje transcurrió en un cómodo silencio. Cuando por fin llegaron a la última estación ambos se pararon y salieron del tren junto al resto de pasajeros que había.

A penas salir del tren, Eva se estiró. 

"Casi me dormí. Menos mal que solo tenía que llegar a la última parada."

—¿Ahora hacia donde vamos?

La muchacha miró al niño y luego alzo la mirada para mirar un cartel.

Latina.

—Ahora estamos en Latina, y Latina no esta en Napoles. Eso significa que aún estamos lejos, si no me equivoco debemos avanzar un poco a pie antes de tomar el tren que nos llevará a Napoles.

—Entiendo.

Ambos siguieron caminando en silencio. Luego de unos minutos ya estaban fuera de la estación, la ojicafé tomó su celular nuevamente y abrió el mapa. 

—Vení, por acá.

***

La castaña se dejo caer a la banca con un suspiro. Bruno se sentó a su lado igual de cansado. Actualmente se encontraban en una plaza, era bastante  bastante bonita y predominaba el verde. Algo que Evangeline no pudo evitar amar es que la plaza estaba limpia y libre de plásticos y demás porquerías.

—Ojala esta fuera mi casa.—Dejó escapar mientras miraba el lugar.

—¿Vives cerca?—Bruno le preguntó.

—Eh, no. En realidad soy extranjera, yo soy de Argentina.—Contestó.

—¿Y como es allá?—El pequeño ojiazul preguntó con curiosidad.

—Es mas...caótico. Y menos limpio. Aunque también tiene sus bellezas.

—¿Por qué viniste a Italia?

Eva se quedo en silencio.

"Cierto, él no sabe que no soy de acá. Bue, algo tendré que inventar."

—Vine de vacaciones, la verdad.

—¿Trabajas?

—No, en realidad me tome unas vacaciones pero de mi vida. Estaba cansada de siempre estar en la misma situación, así que agarré mis cosas y vine a Italia.

—Ya veo.

Hubo un breve silencio.

—Tienes suerte de vivir en un país tan lindo.

Un gruñido de estomago interrumpió el momento, la castaña miró al joven ojiazul a su lado. El muchacho sostuvo su estomago con las mejillas rosadas. Estaba muy avergonzado.

—¿Tenes hambre?—Le preguntó aunque fuera obvio.

—Si...hace horas que no como nada.

—Bueno, ¿Qué queres que te compre?

—¡Por favor, no te molestes! Puedo comer después.—Bruno apartó la mirada, avergonzado.

—No te puedo hacer pasar hambre, ¿Qué queres comer?

El joven solo bajo la mirada y murmuro.

—Cualquier cosa esta bien...

Satisfecha con eso, Eva buscó algún local con la mirada y encontró uno no muy lejos.

—Espérame acá.

Se levantó y camino hacia el local. Suspiró para calmarse, se preparo para la idea de que iba a tener que hablar con un desconocido. Una vez entró, tomó dos sandwiches y fue hacia el mostrador.

"Para, ¿Con que plata voy a pagar esto?"

Y salvándola como siempre, su celular sonó. Miró el nuevo mensaje.

Número desconocido.

Tienes una tarjeta de crédito para comprar lo que quieras.

Suerte.

Aliviada, Eva suspiró y se acerco al mostrador, pago rápidamente por sus sandwiches y se retiro. Cuando salió diviso a Bruno en la misma banca en donde lo había dejado y se acerco. Le tendió uno de los sandwiches y entonces se sentó. 

—Grazie...

—De nada.

Y sin más, ambos comenzaron a comer. 

My Soulmate [Bruno Bucciarati]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora