Días del pasado [Creek] [AU] (Pausada)

16 •~ Mirada encontrada ~•

Había lanzado mi ataque para matar aquel gato callejero, pero aun en toda esa oscuridad pude notar en sus malditos ojos, la desesperación y el miedo.

Con que así debía verme aquel día, cuando perdí todo. Especulaba.

—¡Alto! ¡Feldespar! —gritaron a mi espalda —¡Fel... ¡Noo! ¡Craig! ¡Para!

—¿Craig? — repitieron en un hilo de voz.

El rubio delante de mí había cerrado los ojos fuertemente esperando aquel ataque, pero al poco tiempo los abrió con miedo, mucho miedo.

En su cara, a pocos centímetros, se encontraba la espada de mango corto, así es, había detenido mi ataque.

El rubio, al ver aquella arma tan cerca, se alejó arrastrándose como pudo.

Me volteé a ver con indiferencia a aquel que me detuvo; era Clyde que se encontraba casi sin oxígeno en la puerta del calabozo, corrió a toda velocidad hasta aquí.

—Todo buen perro obedece a su dueño, pero ...—hice una pausa para luego continuar —su majestad ¿Qué hace aquí? —le pregunté —Fue usted quien me dijo que podía hacer lo que desees con él—señale al gato callejero.

Clyde al parecer no podía creer lo que estaba pasando, por sus gestos y la manera en que se puso a temblar al sentir mi sed de sangre era notable.

Donovan intentaba decir algo, pero sus nervios no lo dejaron.

¿Tanto miedo doy?, Pensaba mientras miraba sus gestos.

—Otro gatito callejero... Supongo.

Nos encontramos a campo abierto, estábamos guiando al rebaño a un lugar para qué se alimentarán, estábamos algo lejos del poblado.

—¿Craig? —me llamo.

—Dime Tweek.

—Ese cordero creo que se está yendo por dónde no es — señaló.

—¡Mierda!—salí corriendo a alcanzarlo.

Después de llevar a todo el rebaño y al condenado cordero que se había alejado a un lugar a pastar. Nos detuvimos a descansar. Deje al rebaño en una parte baja y subí la colina parte observar con detalle cómo se desplazaban por el valle.

—Es muy lindo este lugar — Tweek había decidido sentarse para ver el entorno.

Me acosté un poco más arriba de donde él se había sentado, no solo para ver el paisaje y el rebaño, sino para verlo a él observar aquel hermoso lugar.

¡Dios! No puedo ser más gay, me decía mentalmente, cerrando los ojos.

—Tweek —lo llamé.

Al instante se volteó a verme, era increíble ver cómo los rayos de luz se topaba con esa mirada inusual que tenía, a la vez que resaltaba su hermosa piel blanquecina y el viento, remover sus alborotados cabellos.