Capítulo 8

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Menta.

Era todo lo que podía percibir. Menta; la olía en todos lados, la saboreaba en todas las comidas y la sentía en todas partes. Solo podía pensar a Draco, y el beso en aquel baño. Dos días habían pasado ya, pero la escena se seguía repitiendo en su cabeza cómo si se tratase de un disco rayado que no parecía tener final en algún momento, y en esas cuarenta y ocho horas los dos slytherin parecían haber hecho un pacto de silencio sobre no hablarse, ni mirarse a la cara cuando se encontraban en los pasillos.

Los sentimientos mezclados que ambos tenían solo empeoraban la situación del rubio, y Lara sentía algo que no se supone que debería sentir. Se había dado cuenta de que en todo el tiempo que llevaba conociendo a Draco, jamás lo había visto como un amigo; estaba enamorada de él. Pero también tenía el inminente temor de confesarlo y arruinar su amistad por completo. No quería perder las largas charlas, las caricias en el pelo, las partidas de ajedrez, o las sesiones de lectura en la madrugada. Tampoco los paseos por el lago, la felicidad que les causaba a ambos hacer chistes estúpidos sobre su hermano o el sentarse en la torre de Astronomía a mirar las estrellas. No quería volver a sentirse sola, invisible, y tampoco quería que Draco estuviese solo de nuevo.

No quería perderlo de ninguna forma.

Es por eso que tomo una gran bocanada de aire mientras caminaba por la sala común de Slytherin, era muy entrada la madrugada, y la mayoría se encontraba roncando pero ella estaba lejos de poder pegar los ojos para intentar dormir, sentía que tenía el pecho cerrado como si no llegara suficiente oxígeno a sus pulmones. Y por primera vez creyó en las palabras de Harry: era una cobarde. Lleva escapando de enfrentar a Draco dos días, y ¡por el amor de Merlín! A pesar de todo era su mejor amigo, ni siquiera le dejo hablar cuando salió corriendo del baño el día pasado. —¡Lara!— la voz de Draco la saco de sus pensamientos y la pelinegra dio varios pasos atrás por la impresión cuando vio los ojos plata del hombre delante de ella. Parece que venía del exterior porque aún tenía puesto su uniforme aunque bastante desalineado y los ojos demostraban cansancio. Lara trago saliva y movió las manos sobre su pijama de seda verde nerviosamente pero sin que el rubio lo notara.

—Hey...¿Estás bien? — pregunto, rápidamente su ceño se frunció con preocupación hacia el rubio, el cual, esbozó una mueca y asintió.

—Solo cansado, realmente...— explicó y su mano fue a parar a la parte trasera de su cabeza, costumbre que tenía cuando estaba nervioso o algo le incomodaba. Lara lanzó un bufido al aire.

—Escucha, yo, lo siento— declaró, las cejas de Draco se elevaron —Creo que fue algo del momento, en serio no quería que esto se vuelva así de incómodo, sabes que eres mi mejor amigo — dijo, el rubio asintió pero la pelinegra seguía sintiendo que algo no estaba bien.

Unos segundos de silencio se extendieron entre ellos, y luego de escuchar un poco como el calamar gigante del lago removía el agua que daba contra la ventana, Lara movió los brazos —Bueno, yo debería irme a la cama...— dijo, iba a girarse cuando la voz de Draco la interrumpió.

—¿Podrías dormir conmigo?— la pregunta pareció cortarle la respiración a la joven, y aunque sabía que era con la misma intención que las cien veces anteriores en las que habían dormido juntos, los pensamientos pecaminosos se cruzaron por la cabeza de Lara, y se quiso golpear inconscientemente. Su amigo estaba pasando un momento horrible y ella pensando en lo bien que se veía con la camisa arremangada. —es que tengo muchas pesadillas últimamente, y cuando dormimos juntos...solo desaparecen— La pelinegra esbozó una sonrisa

—Claro — respondió.



La cama seguía teniendo el mismo tamaño, pero para ambos slytherin parecía haberse encogido demasiado y es por eso que Lara sentía que su brazo desnudo quemaba en el lugar en que tocaba la piel de Draco. Los dos se mantenían boca arriba con los ojos cerrados, pero podían sentir por sus respiraciones que seguían despiertos, se conocían demasiado bien. La poca luz que se filtraba por la ventana y el sonido del agua moviéndose cada cierto rato hacia al ambiente más relajante que nunca, pero al parecer los cuerpos de ambos adolescentes no sentían eso, ya que estaban muy tensos. —Lara...—la voz ronca de Draco sonó en un susurro, y la pelinegra pudo sentir que casi perdía el auto control en ese momento, así que dudo en abrir los ojos, pero finalmente lo hizo, con una lentitud casi dolorosa. Cuando giró su cabeza sus ojos se encontraron con los de Draco, el cual, la llevaba observando un rato, y el sentimiento de querer apartar la mirada fue fuerte pero efímero.

La pelinegra murmuró un mhm para darle a entender a Draco que toda su atención estaba en él, pero el rubio se distrajo antes de hablar olvidando que iba a decir. Se perdió en el mar tormentoso que azotaba la mirada de la pelinegra, aquel que parecía brillar incluso en la oscuridad, en las pestañas que solo se veían como un reflejo oscuro debido a la falta de luz, y en los labios: húmedos, hinchados debido a la mala costumbre de la slytherin por morderselos constantemente y el perfume de vainilla que lo envolvía, lo saturaba y lo volvía loco, pero a la vez, le daba una calma impresionante. A pesar de sus pensamientos, Lara no se alejó cuando el acervo su rostro sin decir nada, y cuando sus labios se encontraron, posó una de sus manos en la cara de la mujer.

Lara suspiro ante la sensación de los dedos helados de Draco sobre su piel caliente, se sentía casi hirviendo, y el simple hecho de los cambios de temperatura le hacían sentir como si estuviese tomando un refresco después de un día de sol intenso. Curiosamente la sensación de no poder respirar que la había estado atosigando todo el día había desaparecido en medio del beso, como si Draco fuese el anapneo que necesitaba para volver a respirar con normalidad.











Scars [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora