El domingo transcurrió con tranquilidad... bueno, dentro de lo que podemos considerar tranquilo. Hubo un par de discusiones sobre si deberíamos volver a consumir un poco de la droga, la azul de sabor a arándanos sin olor, ya que estaban seguros de que quedaban un par de poderes por revelar. Al final decidieron que no. Félix dijo que no podíamos basarnos en teorías y que de más está decir que hay que evitar otro incidente como el de Kate. En vez, cada una entrenó con sus guardianes. Resulta que no solo hay una sala de entrenamiento, sino varias. Zelina, en cambio, se encerró todo el día dentro de una específica habitación. Dijeron que estaría trabajando e investigando lo que sucedió hace unas noches. Lo de mi pesadilla... o lo que haya sido.
Al final del día me di cuenta de que jamás me arrepentiría tanto de entrenar como ayer. Corría con ventaja, había practicado boxeo y debo admitir que eso me ayudó; pero Félix tenía razón, me faltaban reflejos y defensa. A pesar de que él era más rápido, fuerte y entre todo más habilidoso y preparado, había tenido piedad conmigo. Aun así, logró patearme el trasero.
Si no podía vencer a Félix compasivo no creía poder enfrentarme con el Félix serio. El real.
Se notaba que estaba entrenado, que nació para esto.
En fin, lunes. Nuevo día. Nueva semana. Nuevas locuras. Me estaba acostumbrando a pesar de mis constantes reproches y peleas con el idiota de Félix. Muchas veces lo hacía solo para molestarlo, no soy tan enojona. Él también contribuía a las peleas y pequeñas y sanas competencias.
En ciertos momentos congeniábamos de maravilla, y en otros éramos como el fuego y el agua. Seguía sin descifrar si lo toleraba o si quería pegarle directo en el estómago... aunque fuera incapaz de sentirlo.
Me mantuve quita durante unos segundos después de abrir los ojos. Estaba mirando al techo de mi cuarto, pensando en cómo mi vida había cambiado tanto en menos de un año.
Cerré los ojos intentando recordar lo que había soñado... nada. Una pantalla negra era lo único que podía recordar. Parecía que mi subconsciente había decidido bloquearse luego del incidente. Era como una cinta vacía o un DVD rayado. No se reproducía nada; estaba roto. Casi nunca sucedía esto, pero últimamente se estaba haciendo frecuente, rutinario, lo cual me preocupaba.
Dirigí mi vista a la ventana. El cielo aún estaba oscuro a pesar de que los primeros rayos surgían en el horizonte. Observé la hora de mi celular una vez más antes de reincorporarme en la punta de la cama. Estiré mi espalda escuchando cómo cada vértebra crujía de dolor. Giré mi cuello de lado a lado para tratar de aliviar un poco la molestia que sentía gracias a Kate y su árbol asesino.
Me deslicé dentro del uniforme reglamentario para después lavar mis dientes, retocar mi cara y cabello para finalmente encaminarme hacia la cocina.
—Buen día –dije como saludo general, recibiendo a cambio un par de agradables sonrisas o ladeados de cabeza.
Al entrar vi a Kate mirando profundamente su taza de café, como si algo se le hubiera perdido dentro, y a Luna durmiendo en plena mesada. Los chicos estaban parados en la cocina hablando sobre vaya a saber qué.
Serví un poco de café en una de las tazas negras y me dirigí a la mesa. Al sentir que alguien tomaba asiento el corto cabello de Luna se alborotó y pude sentir su vista sobre mí. Le sonreí y al verme dirigió su mirada al horizonte:
—Nunca sufrí tanto como ayer. Definitivamente me fracturé al menos cinco huesos de mi cuerpo.
—Ugh, el gimnasio no sirvió para literalmente nada. No puedo cortar un tomate y Theo espera que me convierta en una ninja –agregó Kate dramáticamente mientras se hundía en la silla.
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Moon Night
Teen Fiction"Las cosas se fueron de control aquella noche. La noche que escuché el suelo crujir. La noche que vi la sombra bajo la puerta. Aquella noche que recordé como se sentía estar atemorizada. Creíamos que investigar acerca del misterio que nos acechaba...