Cuando Me Elijas (Pausada)

●[Capítulo 12]●

□|Aceptando|□

Nadia

Aprovecho el despiste de Chris, quien está abrazando el cojín como si su vida dependiese de ello, y arrebato el control remoto de su mano, poniendo pausa a la película de terror que hemos puesto.

—¡Oye! Yo quiero saber si el bicho ese se la come —Chris me tira el cojín que, para mi suerte, logro atrapar—. Vuélvela a poner.

—Pero si estabas cagada de miedo.

—¡Mentira! —exclama indignada, mientras se cruza de hombros y veo como se estremece involuntariamente—. Es que tengo frío, no te creas que es por miedo.

—Ya —Enarco una ceja escéptica ante lo que me dice.

—Bueno, vale, sí, tenía… un poquito de miedo, no más. —Alza un dedo frente a ella como queriendo recalcar sus palabras—. ¿Viste lo feo que era? Y esas escamas y dientes, ¿son reales? En serio se veían asquerosas y…

—Chris —la interrumpo—, sí sabes que eso no es real, ¿verdad?

—Por supuesto —habla resuelta seguido de un resoplido.

—Qué bien —Ya me empezaba a preocupar la salud mental de mi amiga—, aunque no detuve la película por eso, lo sabes.

Chris se mueve evidentemente incómoda desde su lado del sofá y se arropa con mayor fervor entre las cobijas que la cubren, si quisiera, estoy segura que se cubriría hasta la cabeza.

—Me acosté con Lyam —dice, lo suficientemente alto como para que la pueda escuchar a través de la manta que ahora tapa por completo su rostro.

Pego un brinco del sofá y me acerco apresurada posicionándome frente a ella, en el proceso quitándole la manta con la que se está cubriendo. Sus ojos intentan reflejar inocencia y tranquilidad, como si no hubiese soltado esa descomunal información.

—Por favor, dime que te refieres al término ¨acostar¨ en el sentido de que durmieron en la misma cama y cada uno en su lado.

—No, Nadia —niega mi amiga haciendo una mueca en una esquina de su labio y rodando los ojos—. Me refiero a que follamos, cogimos, echamos un pol…

—Vale, vale, que sí, ya entendí —detengo todas las referencias que dispara su boca con una mano sobre ella y, aturdida, la suelto y me sitúo a su lado.

—Fueron dos veces —repone, asintiendo en un estado de ensimismamiento mientras mira la chimenea.

—Ah, ¿sí? —Es que aún no me lo creo, no me esperaba eso.

—Bueno, teniendo en cuanta que la primera vez fueron tres polvos, serían… —Empieza a contar con los dedos como estudiante de primaria—. ¡Sí! Serían…

—¡Shhhh! —Tapo su boca para que pare de hablar—, no quiero saber, Chris.

—¿Nada de nada? —Gira su torso hacia mí y me mira con ojitos suplicantes—. Es que, Nady, necesito desahogarme.

—Pero… no quiero… no quiero saber nada de vuestros acostones —Especifico sintiendo mis mejillas calientes.

—Ay, nena, eres tan inocente, ven acá —Pasa una mano por mis hombros abrazándome de costado y me arrebata el control del televisor de la mano, retomando con agilidad el filme—. ¿Qué pasó con Jace?