Capítulo 9

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Toda la estúpida mañana me preguntaron sobre el dichoso accidente. No es que sea una desconsiderada, pero es que el tema realmente me tenía cansada.

Durante el trabajo no vi para nada a Joss, lo único que supe fue que había salido horas antes de su salida habitual.

No sé qué decirte Charlotte—me decía ella. Y se suponía que lo que buscaba era un consejo, pero no, Mel no sabía que decirme.

Genial.

Sabes Mel, deberías ser psicóloga, en serio me has ayudado demasiado—respondí con un sarcasmo notable.

Mel se burló como si se tratase de un chiste.

Bueno, la verdad pienso que tal vez estás malinterpretando las cosas. —Se acomodó en el asiento. —Me dices que Joss siempre ha estado a tu lado y bueno, él te adora porque eres su mejor amiga, es obvio que todo lo que ha hecho por ti es solo por eso, porque los une un lazo de amistad muy fuerte—concluyó ella.

Tal vez tenía algo de razón, bueno, más bien toda la razón, aquel beso que hubo con Joss solo fue un error y era mejor que cierre ese tonto capítulo de una vez. No quería arruinar nuestra maravillosa amistad.

Tienes razón—suspiré—, Joss siempre ha estado al pendiente de mí, es más, siempre nos contamos todo y será mejor que aleje todos estos pensamientos.

Tranquila amiga, a veces somos así, ya sabes, mal interpretamos las cosas. —Acomodó un mechón de su cabello. —En algún momento llegué a pensar que le gustaba a Tavo, pero bueno, él solo siente aprecio por mí...

Tu caso es distinto, a ustedes dos se les nota. Tavo siempre está al pendiente de ti y...

Me interrumpió.

Joseph también está pendiente de ti y...

Esta vez la interrumpí yo.

—Ya dejemos este tema, no quiero que lo volvamos hablar—le pedí.

Fuiste tú quien me buscó para hablarlo. —se defendió ella.

Mel era una chica estupenda, sabía sacarme sonrisas en momentos como esos.

La tarde en la universidad fue espantosa, las clases me mantuvieron muy ocupada y hasta tuve que improvisar en una exposición.

Iba a tomar un taxi, pues aún no tenía auto, lo que era terrible.

Mientras caminaba sentí que alguien me seguía, giré y una sonrisa se dibujó en el rostro de aquel hombre.

Me asustaste—le dije riendo.

¿Tan feo soy? —me preguntó él.

Claro que no Steven, no digas eso.

Entonces, ¿soy apuesto?

No pude contener mi risa. Ese hombre me alegraba con sus comentarios.

Eres un presumido—respondí.

Charlotte, me enteré de que no tengo clases hoy. Los docentes tienen una reunión y bueno, ¿te parece si damos una vuelta?

Me lo pensé unos segundos y acepté.

Saqué mi celular para ver la hora, pero inmediatamente sentí a Steven detrás de mí y sentí sus manos por mi barriga.

¿Qué haces? —le pregunté.

No lo sé—respondió.

No, aquí no, ¡Aléjate Steven! —le pedí riendo.

Aún estás aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora