¿Una prueba superada?

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Después de la partida de Terrance, Candace estuvo de fiesta un par de horas más, para que, a las nueve de la noche, —habiendo arreglado, con previa antelación, su mochila deportiva, lo que vistiera al día siguiente y programado una alarma—, se dispusiera a dormir.

Con su padre, la joven había discutido la hora de salir de casa: tres de la mañana, por haber cuatro horas de distancia hasta el condado a visitar, plus, debían ser precavidos en caso de toparse con tráfico en el camino; y como puntualidad se exigía de Ace, bueno, a las dos treinta de la madrugada, ella se ponía de pie para comenzar con su arreglo, al fin que durante el viaje, ella seguiría durmiendo mientras que el señor Blance, al frente del volante, los llevaba allá.

Yendo todavía en carretera, Ace comenzó a sentir lo caliente de un rayo de sol sobre su mejilla izquierda, lo que hizo que se la tocara y despertara queriendo saber qué hora era y dónde estaban.

A cuarenta y cinco minutos de ahí, Terrance llegaba a lado de la scout Baker, quien daba las últimas indicaciones a su hijo una vez llegara Candace.

Para aguardar por ella, Terry se quedó en el área de estacionamiento donde sabía arribaría el señor Blance.

Padre e hija lo harían quince minutos más tarde, es decir, la hora de arribo de Candace fue increíblemente a las siete de la mañana, suficiente tiempo restante para que Terrance, usando un pase dado por su madre, lo llevara adonde el guardia de seguridad y éste autorizara las entradas de los tres por estar ingresando por el área exclusiva de personal laboral. Un lugar que como el anteriormente divisado, era de lo más impresionante para Ace quien a cada rato se auto preguntaba:

— ¿Es aquí donde voy a estudiar?

... en un campus que combinaba el origen de su antigua construcción con algunos toques modernos, como lo eran los gimnasios deportivos. Aunque el que Candace, —a lado de su padre y su novio— iba a visitar, lucía más bien como un estadio con capacidad menor de audiencia, lo que la haría exclamar groseramente:

Are you shiting me?!

... acción audible y resonante que, por supuesto, sería reprendida por su padre al cual le aseveraban con indignidad:

— ¡¿Estás viendo lo que yo?!

Porque sí, el señor Blance comenzó a reír junto a Terrance, quien volvía a indicarle a ella el lugar donde las jugadoras citadas debían concentrarse.

Al ser ellos los primeros y al haber tiempo, Candace se dedicó a recorrer y a observar el lugar, arrastrándola su imaginación, a uno de los tantos partidos televisados de su jugador favorito y demás profesionales de la NBA.

Con un deseo, Ace corrió hasta donde su padre que fuera el encargado de llevar su mochila.

De ahí, una ansiosa joven comenzó a sacar sus ropas y tenis, los cuales cambiaría, así como lo demás puesto en ella que usaba, para la especial ocasión, shorts más cortos de lo normal, algo que le estilizaba mayormente su femenina figura y, eso incluía sus ligeras medias.

Frente a ellos, —porque sus interiores eran prendas deportivas—, Candace hubo hecho todo eso; y ahora se dedicaba a atarse el cabello y, colocarse sobre su frente, una cinta elástica amarilla que combinaba con su vestimenta, diferenciándose su calzado al ser de color negro.

Sabiéndose lista para el evento, Ace aplaudió regalándole posteriormente un beso a su padre y otro a su novio, los cuales sonrientes, la vieron emprender una veloz carrera, que finalizaría, después de que ella, saltara, rozando apenas sus dedos la red colgante de un aro.

The crystal dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora