11. Camiseta manchada.

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—No lo diré más,  por favor,  Harry.—El chico descargaba su furia en Louis, tratandolo como una bolsa de boxeo.

—¿Quién es el marica ahora, eh?

—Lo siento, lo siento.—El chico se mareó y vómito sangre. Haciendo que el rizado se enfurezca a ver su blanco piso manchado.

—Limpialo...

—Harry, ¿dónde hay algo para limpiar?

—Con tu camiseta...—Dijo entre dientes.

—Harry, es la única que tengo, por favor.

—¿Qué?

—Nada.—El chico negó y se sacó la camiseta rápidamente,  para luego comenzar a limpiar con asco los rastros de sangre que habían proporcionado los golpes.

Pasaron unos minutos, Harry jugaba con su celular, ignorando al chico por completo.

—Acabé.

—Te falto un poco.

—¿Dónde?

—Aquí. —Sonrió y lanzó toda la lata de refresco que tenía en su mano izquierda.

—Hola, Bárbara., ¿se te ofrece algo?

—¿Que tienes para ofrecerme, Harry?—Mordió su labio.

—Caramelos de menta y miel, están buenos.—Harry señalo el pequeño jarroncito de vidrió y siguió con su móvil.

—Que divertido eres.

—Las necesitadas suelen reírse de cualquier cosa que digan los chicos que les gustan. Es una metáfora,  espera, sabes lo que es una metáfora,  ¿verdad?

—¿Me estás diciendo hueca?

—Los que se preguntan eso, es porque no tuvieron el sentido común que les capto la indirecta.

—Me habías dicho necesitada.

—Claro que no, tienes mas penes a tu alrededor que un urólogo.

—Mueréte Harry Georgia.

—La que morirá eres tú si vuelves a decirme eso.

Flashback.

—¿Alguna vez has estado enamorado, Harry?

—Sí, de Louis.

—Harry, tú querías a Louis como mejor amigo.

—Tu no sabes de que manera yo quería a Louis, Gemma.

—Claro que lo sé, sólo cómo mejor amigo.

—Me gustan los chicos.

—Harry, aún no lo sabes, puede ser atracción...

—Claro que no, Gemma. Uno nace siendo gay, y si pudiera cambiar lo haría, pero no puedo...

Puedes cambiar, nadie nace siendo gay.

Claro, un día te levantas queriendo que la mayoría de personas te discriminen por querer a alguien de tu mismo sexo, que tus padres piensen que los decepcionaste y que la iglesia constantemente te esté tratando como un enfermo, un aberrado, alguien que debería estar en el infierno.
De repente quieres que la gente te mire con asco por besar a tu novio en público.
Un día despiertas queriendo que el gobierno te niegue el derecho de tener una familia, de poder casarte y tener menos derechos solo por acostarte con un hombre.
Obviamente, uno elige ser homosexual porque quiere sufrir todas estas cosas.—Harry hablaba como idiota derrochando sarcásmo por sus poros.

 

Stockholm SyndromeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora