Capítulo 2

59 11 16
                                    

     Evidentemente esa mañana sería diferente para Aisha. Ya habían transcurrido varios días desde que la entrega había sido pactada. Cinco de sus mejores hombres ya había sido dirigido hacia todos los puntos a los que con predeterminación habían acordado junto a Zeta.


     —¿Cuántos containers llegaron al puerto?


     —No lo se jefa. Comentó el hombre de barba gruesa y bigotes descuidados. Bastante resuelto y  fanfarrón. Había  creído que su trabajo habría de considerarse como muy bueno, por cuanto había concluido con éxito transportar y recibir toda la mercadería que desde hacía algunas horas de la tarde habían estado descargando sin que la policía ni bandas contrarias se inmiscuyeran en dicho desembarque.


     —¿Cómo carajos me vienes a dar este tipo de respuesta? ¡Cueva! Ya sabes lo que procede, y no me hagas perder el tiempo o yo mismo procedo. —Argumento Aisha con determinación tras el grueso abrigo que llevaba puesto siempre. No para evitar el frío de la madrugada en el puerto, precisamente; sino para ocultar, como siempre, su traje antibalas y el arma que nunca dejaba ni para dormir. Y dió grandes zancadas saliendo del lugar con determinación y sin dejar de mirar a los hombres que a su paso bajaban la mirada con determinación y una mirada fría y casi "lapidante".


     —No se preocupe "jefita" ya mismo me lo despacho.—Pronunció Cueva con nerviosismo al ver que Aisha se detuvo bruscamente ante él y le lanzó una mirada que lo dejó petrificado.


     Aisha le sostuvo la mirada por largos tres segundos al pobre de Cueva, que no hacía más que tartamudear y sin nada que decir... Se echó hacia el piso en señal de sumisión, hasta que al elevar la mirada pudo notar que la dama de negro, como la conocían muchos ya se había marchado. Así es que sin hacer ninguna otra cosa Cueva procedió a eliminar al hombre. Y el mismo contabilizó la cantidad de containers que habían recibido y llevó una verificación del contenido de los diez containers. Con prontitud procedió, como correspondía a repartirlo hacia diez direcciones distintas.


     A lo lejos, un gran auto negro blindado con lunas polarizadas aguardaba por la hermosa Aisha, ella sólo volvía la cabeza para mirar al sujeto del interior del auto, el mismo que jamás se dejaba ver de nadie bajo esa capucha tan negra como la vestimenta del mismo. Aisha se acercaba como una figura que emergía de la sombras con las manos en los bolsillos, observando con ojos de águila todos los movimientos de modo panorámico. Algo en sus pausados movimientos y en la forma segura con que daba firmes pasos; proyectaba seguridad en ella sin revelar que dentro de su gran abrigo negro su pecho se movía agitado como cada noche en la que debía de supervisar personalmente cada una de las movidas por órdenes de Zeta.


     Cada noche su pecho se movía agitado y una oleada de náuseas la envolvía hasta minutos antes de colocarse el chaleco antibalas que le recordaba que cada acción no era nada santa. Pero con un vaso del más puro aguardiente o el licor más fuerte que le era proporcionado eclipsaba su más álgida y devastadora tristeza y levantaba su cabeza hacia el techo cual piadosa suplicando clemencia. Y sin mirar hacia atrás emprendía su penosa labor del día.


     El mundo de Aisha Dantón es siempre uno y no tiene nada de maravilloso; éso es debido a un mundo polifacético y diverso que la envuelve día a día. Nace siempre de lo cotidiano, diría de lo modesto, de lo sin nombre, pero que poco a poco, con nerviosismo, e  intranquilidades va recorriendo un lento camino hacia lo insólito; es una ruta al erizamiento. Una naturalidad que a veces sin darnos cuenta estamos habitando el sobresalto, la angustia, la desesperación, especialmente el terror. Un terror que es doblemente monstruoso porque esos seres simples, bondadosos a veces, tiernos, cándidos, son de  momento personajes diabólicos, pobladores infernales. Parecería que Aisha Dantón. Digo parecería, pero estoy seguro de ello, nos descubre que un hecho, que un instante, también un proceso, puede desatar en cualquiera de nosotros los sentimientos y las acciones más insospechadas, más crueles.

Las pasiones de ZaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora