Capítulo 15

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     Después de abandonar el lugar de los almacenes del barco de los rusos, en las inmediaciones del muelle, cinco sujetos con pasamontañas y chompas de cuello alto, y portando sendas maletas repletas de dinero en efectivo y lingotes de oro desembarcaron en el puerto con un sólo destino: encontrarse con Zeta para poder hacer el pago en efectivo por cada una de las cajas de armas y estupefacientes que se llevarían con destino a Rusia. 


      —¡Amor! ¡Pero si estás en la mira de esos hijos de puta! Y aún así me tenías al margen ¿eres ingenua o qué? Date cuenta que con todo lo acontecido es muy probable que Zeta ya esté tras tus huesitos. Ése imbécil ya ha de saber que tras esos dos golpes que le he dado en la cabeza estando tu cautiva o a merced suya no haya casualidad de por medio . —Argumentó Zao, envolviendo a Aisha en un abrazo desde su cintura, atrayéndola hacia él.


     —Zao, ¡No exageres!


     —¿Qué no exagere? ¡Qué tal que esos tipos hubieran venido hasta aquí y yo les hubiera abierto inocentemente la puerta, no sólo correría peligro yo, sino también nuestros futuros  hijos, si te hicieran algún daño. ¿Por qué no me alertaste? Es que acaso piensas que yo soy un inútil. Es que no te das cuenta que muy pocas veces las cosas buenas llegarán a ti puras por sí solas, sin que te envuelva en medio del protagonismo de un episodio medio nefasto o salgas de una guerra antes, eso lo tengo claro, pero que sentido tendría la vida, ¿de qué tendríamos el placer de saborear? Si yo no estoy presente para defenderte y hacer posible que sigamos no sólo vivos sino realmente sanos y seguros.


     —Zao, eres... espectacularmente asombroso, pero a veces te tomas demasiado en serio tu papel de super policía, y te recuerdo que no eres invencible, y por eso me gustas —Decía Aisha embelesada en los movimientos de los labios de Zao y su semblante serio. 


     —Amor, sólo regálame un beso delicioso en esta esquina en donde sé que nadie nos oirá ni verá para seguir adelante. Lo necesito, ¿Sí? Sin dejar de observar su diminuta cintura, y observar una línea tenue le surcaba la frente en señal de reprobación, haciéndola lucir bastante sexi, y más con el cabello caído en cascadas y siendo agitado con el vientecito de la brisa marina que se colaba por la enorme ventana del galpón...


      —Mi estómago revolotea con mil sensaciones, Zao. ¡Eres increíble!. Nadie podría jurar que instantes antes estabamos a punto de iniciar el gran golpe a Zeta. Y tú aquí haciendo de adolescente calenturiento...


     —Aisha se que te parece una imprudencia lo que te pedí; pero un beso tuyo es muy significativo para poder continuar adelante con el coraje suficiente y necesario que me produce tu amor, así es que un instante apasionado en el momento en el que está sucediendo este intercambio entre los traficantes me trae ese clímax que tanta energía me produce, y por ningún lado es una imprudencia. —Comentaba Zao impacientementre  robándole un beso a Aisha.


     —Sabes que ahora mismo quiero sentarme sobre tus piernas y cogiendote desde los cabellos quiero reclamarte que los motivos que me están conduciendo a seguir en esta mierda no es un clímax. Esto es mucho más que un puto clímax, lo hago sólo por dar con el paradero de mi hijo. Encontrarlo a él será también terminar con todo de una sola vez... Sé que por mi cabeza, también pasan en miles de microsegundos tú en mí, pero no es el momento ¿Sí?

Las pasiones de ZaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora