15. El infiltrado

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La euforia por el primer torneo se esfumó tan rápido como llegó, junto con la super gripe que pescó Doble D y que por suerte no duró más de dos días, aunque fueron terribles. Los primeros exámenes se encargaron de mitigar gran parte de la emoción de los próximos juegos, pese a que algunos populares solían recordarle a los de futbol soccer la derrota del número diez, Doble D, ante la número uno del equipo femenino. El segundo torneo, que era de patineta extrema, solo alcanzó a llamar la atención de Jonny, Billy y de varios chicos de cuarto. Eddy pudo al fin encontrar un momento para trabajar en su emprendimiento; alcohol oculto en botellas de soda para repartir en las gradas. Consiguió algunos chicos de segundo y tercer año, que se comprometieron a trabajar con él a cambio de una ganancia. Quiso comentárselo a Doble D, pero este se mantuvo bastante apartado de él. El resto de los chicos tenía los ojos sobre otros eventos: una excursión a las afueras de la ciudad con noche incluida. Y lo más llamativo de todo: la fiesta de Halloween, que se celebrará de nuevo en la mansión Lockhart.

Los Eds y los demás se encontraban en las prácticas, con el resto del equipo de fútbol. Era la cuarta práctica del año, la tercera con el entrenador Straker, por lo que el verdadero potencial de Ed, Clark, Rolf, Liam, y los demás ya lo habían defraudado desde la segunda práctica.

—A ver, manojo de fracasados. No espero que sean el Barcelona y hagan veintiocho pases seguidos con tacos y rabonas incluidas. Solo les pido tres. ¡Tres putos pases! ¡Y ni siquiera eso pueden hacer! Ferguson le tiene fobia al balón. El Vincent gordo no puede correr ni un rumor. Rosenberg tiene una cubeta en la cabeza que le obstruye la vista. Yonick caga a patadas a todo lo que respire. Graells es una máquina de llorar. McGee se arrastra como una babosa. Parker es el único negro que no sabe correr. Scotto tiene más cabello que neuronas. Dignam se revuelca como si le hubiesen disparado cada vez que lo tocan. Drommond es incapaz de meterla en cualquier circunstancia de su vida. El único que usa la cabeza para jugar en este equipo... es este señor —dijo, señalando a Doble D—. Pero ya es bien sabido que si llega a los sesenta minutos sin molestias es por pura fortuna. Además de que haber perdido una final en un juego contra una mujer es algo de lo que no se vuelve. Vincent solo no nos llevará ni a clasificar a segunda fase. ¡Entiendan eso, inútiles! ¡Ningún equipo jamás logró algún campeonato con un solo jugador bueno, y el que intente discutírmelo lo invito a irse a la mismísima mierda!

—...porque seguro su mujer le puso los cachos —murmuraba Eddy a Ed. Straker tomó la pelota y se la arrojó a la cara, dándole en la nariz. Eddy pegó un alarido y cayó de espaldas.

—¡Largo de mi entrenamiento, McGee! —Eddy se levantó y, tras dirigirle una mirada de desprecio al entrenador y a Kevin, que reía disimuladamente, se retiró con el mayor placer. No tenía ganas de oír a ese pelado frustrado tirar mierda a los demás—. Es igual que el cerdo de su hermano.

Eran las tres y media de la tarde. Las prácticas terminaban a las cuatro, por lo que podría esperar a Ed y a Doble D para ver que hacían después de eso, si es que Doble D ya estaba de humor para dejar de responder monosílabas, aunque tenía una mínima idea de la causa de su distancia. Caminó por los campos hasta que recibió una llamada.

—Buenas y malas noticias —dijo Freddy desde la línea—. ¿Cuál quieres oír primero?

—La mala.

—Nos delataron. Hoy a la mañana un pajarito cantó más de la cuenta, y para el mediodía el consejo ya se enteró de que nosotros, ustedes tres y yo, intentamos sabotear el torneo.

—¿Qué? No puede ser.

—Calma. Calma. Por ahora estamos a salvo. Mientras no puedan demostrarlo, no podrán hacernos nada, pero hay que actuar rápido, y con cautela.

Los juegos de Peach Creek [Ed, Edd & Eddy][+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora