8. State Of Grace

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—Vale, explícame qué pasa con esas. —dijo Raoul, sentándose al lado de Alfred, el cual observaba atentamente como Miriam, Mimi y Amaia bailaban en el centro de la sala.

—¿Qué pasa de qué? —preguntó el moreno, girándose hacia él y viendo que tenía un nuevo vaso, prácticamente lleno, en la mano.

—¿Es un triángulo amoroso? ¿Van a hacer un trío? —levantó una ceja. —¿Qué rollo se traen?

Alfred suspiró.

—Amaia y Miriam están juntas, eso ya lo sabes. —le empezó a explicar. —Y todo estaba bien hasta que hace un par de meses, Mimi empezó a pegarse mucho a Miriam.

—¿Como se está pegando ahora? —preguntó Raoul, mirando fijamente a las dos chicas que bailaban a un centímetro de distancia. Después desvió la mirada hacia Amaia, que ahora bailaba sola, con una sonrisa falsa en el rostro. —Ah, ya veo. Se está metiendo en medio.

—Básicamente. Y Amaia lo está pasando mal.

—¿Pero lo ha hablado con Miriam?

—No. No quiere parecer una celosa.

—Pero lo está.

—Sí.

—¿Y con Mimi ha hablado alguien? No sé, para decirle que deje de intentar tirarse a Miriam delante de su novia o algo.

—Nadie se quiere meter.

—Vaya panda de cobardes.

—Oye. —le miró mal. —Anda, deja ya de beber.

—No seas mandón. —le sonrió con malicia. —Venga, vamos a bailar con Mimi, a ver si pilla la indirecta.

—No, Raoul, no hagas nada.

—Solo es bailar. —dijo mientras se levantaba. —No seas soso.

Alfred se acabó levantando y siguiéndole hasta donde estaban las chicas, no sabía si para no darle la razón o porque simplemente no se fiaba de dejarlo solo. Raoul enseguida se puso detrás de Mimi y le empezó a perrear de broma, y la rubia se giró riendo y se puso a bailar con él. Alfred vio como Miriam se giraba y se ponía a bailar con Amaia de nuevo, y soltó un pequeño suspiro de alivio. Enseguida notó una mano que le agarraba la cintura y se encontró de cara con Mimi. Bailó un rato con ella y con Raoul, haciendo un poco el tonto, hasta que la canción acabó y empezó a sonar otra.

Oh, no.

Mimi le miró con una sonrisa y enseguida agarró su mano para juntarla con la de Raoul, pegando a los dos chicos para que bailaran juntos. El rubio lo miró confundido, y Alfred simplemente pudo hacer una mueca. Mimi agarró el vaso que tenía Raoul en la mano y se fue con él, dejándoles que bailaran solos.

—¿Qué está pasando? —preguntó Raoul.

—Es nuestra canción.

Raoul frunció el ceño.

—¿Esta? ¿Qué canción es? No me suena, pero es reggaetón del malo.

—Es horrible, lo sé. Empezó como una broma, pero...

—¿Pero?

—¡No os veo perrear! —oyeron a Mimi gritar a sus espaldas.

—No me siento orgulloso de esto. —confesó Alfred. —Y normalmente voy bastante más borracho cuando lo hacemos.

—¿Cuando hacem– hacéis el qué?

—Guarrear. No hay otra palabra para describirlo. Simplemente...

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