16: Había una vez
AMBER
El ambiente se siente frío, la humedad me sofoca y logro escuchar el ruido de unas gotas caer en un charco a unos pocos pasos. Los olores fuertes hacen que no tenga intención de respirar, por ultimo distingo voces lejanas.
Mis ojos son cubiertos por una tela que presiona demás en mi cabeza. Los pocos minutos que llevo consiente lograr que sienta el frío calar muis huesos y el miedo dominarme. Siento mucho miedo.
No sé dónde me encuentro, ni que pensar, mucho menos sé si debo hablar. Es como si mi cuerpo no quisiera reaccionar y mi mente solo se pause.
Mi cabeza duele horrores.
Una voz comienza a aclararse, el hecho de reconocerla triplica el miedo que siento. En este instante los recuerdos comienzan a invadirme sin darme un respiro. Yo logré ver su rostro antes de cerrar mis ojos. Yo lo vi.
¿Qué tenía que ver él en esto? ¿Me va a sacar de este horrible lugar?
El miedo se profundiza, siento como el terror acapara todo mi cuerpo. Lo siento cada vez más. Me asusta la idea de pensar que todo esto es obra de él.
Él nunca haría algo así, seguramente hay una explicación razonable, no debe ser lo que estoy pensando, no debe ser lo que parece, no puede ser capaz, él me ama. Él es mi padre.
—Ya despertó —esa voz también la conozco a la perfección. Jeremy.
¿Qué hacen ambos juntos? ¿Qué está pasándome?
—Ya era hora, estamos esperando hace un buen rato.
Un quejido de dolor abandona mi garganta cuando la venda de mis ojos es retirada con brutalidad. Pestañeo continuamente para recuperarme del ardor. Aunque no hay un gran cambio ya que todo está bastante oscuro.
—Buenos días, preciosa —las arcadas no tardan en presentarse.
—¿Qué-qué pasa? ¿Don-dónde está-mos? —mi voz parece un susurro perdido en el ambiente tenso, mi garganta esta seca, duele por el frío y la humedad que hay en el horroroso lugar—. ¿Papá...?
—Mi amor, gracias por ser puntual, fué un gusto para nosotros que estés allí sola y a la hora acordada. Pero lamento decirte que no serás premiada por ello. Aunque podría hacer un excepción.
—¿Papá? Dime algo, por favor —la intriga de lo que pasa me estaba comiendo la cabeza—. Suéltame.
—Me debes muchas cosas, preciosa. No me hables mal.
—Suéltame. No me toques —afirma su agarre y la presión que ejerce en mi brazo me latina.
—¡Perra desagradecida!, compórtate si no quieres que te entre aquí mismo.
—¡Ni se te ocurra maldito! —no sé de donde saco la valentía para hablarle así. Jeremy levanta su mano para dirigirla directo a mi rostro, pero el acto se ve interrumpido por la voz de mi padre.
—Jeremy, vete —se aleja y me siento aliviada de no recibir ningún daño, a paso lento sale como si nada por la puerta vieja y oxidada que se encuentra frente de mi en la habitación.
Ahora puedo ver todo. Solo estamos nosotros no hay nada acá. Yo llevo los pies y manos atados con precintos y es entonces cuando comienzo a ser consiente y sentir el dolor por lo ajustados que están, el plástico quema contra mi piel. Me encuentro sentada en el piso mojado, con mi ropa empapada y con la espalada apoyada en una pared manchada de moho. Es asqueroso.
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Dulce Tentación(SaboresDeLaVida) ©
JugendliteraturUn día sabrás por qué guarde silencio cuando tuve que gritar. Por qué tu felicidad llegó a ser más importante que la mía o por qué te dije adiós cuando moría por quedarme. Un día sabrás que te quise como se quiere pocas veces en la vida. ...