15

78 9 0
                                    


15: Golpe

AMBER

"Ya no puedo ayudarte, estás fuera de mis rangos". Esas fueron las palabras del psicólogo luego de ir a la consulta. Quiso decirme que debía comenzar con otro tipo de ayuda. Pero realmente ya no quiero, no quiero seguir intentando. Tres jodidos meses yendo al psicólogo como para que se le ocurra que no puede ayudarme más, que necesito ir con un puto doctor.

Izan, sin ni siquiera preguntarme, ya había sacado el turno. Sigo siendo ese títere fácil de manejar, no cambié y tampoco me esfuerzo en ello. Realmente la gente que me rodea no entiende lo que yo quiero, pero, ¿cómo entenderlo si nunca se los dije?

Solamente me limito a esperar parada a su lado mientras él habla en el mostrador para anotar mis datos.

Llevo toda la mañana en la sala de espera, esperando a que sea mi turno. Al cabo de unos minutos un señor algo mayor se aparece en la sala mencionando mi nombre, me levanto y camino dudosa hasta él. Al saludarme actúa con calidez y paciencia, su actitud me tranquiliza bastante.

—Pase sin miedo, Amber. Mi nombre es Adam London —entramos al consultorio y cierra la puerta detrás de mí, me señala una silla delante de un escritorio casi vacío. El edificio se encuentra en una linda ubicación, logrando que por la ventana y debido a la altura tenga una linda vista hacia los bosques de la cuidad—. ¿Qué está pasando ahí dentro? —señala mi cabeza mientras toma asiento al otro lado del escritorio.

—No lo sé —miento.

—Yo creo que sí lo sabes —en su rostro se dibuja una corta y dulce sonrisa—. ¿Qué sientes Amber? —su pregunta es directa y a la vez no me hace sentir muy incómoda, después de todo, solo él lo sabrá.

—Yo... Yo siento que ya no puedo.

—Cuéntame la rutina de un día normal en tu vida.

—Me levanto a las siete de la mañana, rara vez paso por mi trabajo. En la tarde vuelvo a casa y al llegar me acuesto. Últimamente las cosas están siendo distintas porque tuve que ajustarme a otro modo de vida, pero hace un mes eso era un día normal para mí.

—¿Tomas algún medicamento?

—Tomo pastillas para dormir y analgésicos.

—Cuéntame como suele ser tu estado de ánimo, los alimentos que ingieres y tu rendimiento durante el día.

—Mi ánimo siempre es el mismo, no siento que soy feliz, tampoco me siento triste, simplemente me siento normal. No estoy teniendo mucha hambre, pero eso siempre fue así, nunca comí demasiado, de hecho. solo como una o dos veces al día. Durante el día solo deseo acostarme o sentarme, no soy una mujer energética —mi intento por tratar de esconder detalles funciona un poco.

Él teclea algo en una portátil y luego levanta su mirada verdosa en mi dirección.

—¿Cómo se describe a usted misma?

—Como una persona despreciable, doctor.

Luego de sesenta minutos y millones de preguntas sobre mi familia, origen, ánimo, personalidad y bastantes otras cosas, por fin pude salir. Para ese entonces yo era puras lágrimas y él me dio un abrazo. No sé si él lo habrá sabido en el momento, pero fue un abrazo reconfortante para mí.

Me recetó pastillas y me anotó para otra consulta, también me pidió que dejara los medicamentos que suelo tomar.

Hace mucho tiempo, luego de perder a mí bebé y a mi madre en el mismo día, no pude con el dolor e intenté acabar con él. Mi nana me encontró a tiempo, antes de que las pastillas terminaran de hacer efecto. Luego de unas semanas internada con varias agujas clavadas, volví a casa y empecé a recibir ayuda mental y física. Fui diagnosticada con un "trastorno depresivo persistente". Luego de tres largos años tratándolo, tomando medicamentos, asistiendo a las consultas y terapias, por fin pude darme por curada. Le tenía un gran aprecio a mi psiquiatra; él me había hecho mejorar. Pero por más de que lo necesite, ya no quiero volver a eso.

Dulce Tentación(SaboresDeLaVida) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora