CAPÍTULO 2

30 3 0
                                    


Habían pasado dos días desde aquella noche que vi a ese chico, cada noche me asomaba a la ventana a buscarlo, pero nunca lo encontraba allí.

La señora Catalina salía cada mañana y regresaba por la tarde mientras yo me encargaba de limpiar la casa, hacer las compras, preparar la comida entre otras cosas. Es por esa razón que me encontraba fuera de casa porque faltaban algunas cosas y salí ha comprarlas. 

—¡Eider!— grita Nattalia quien se acerca alegremente hacia donde yo estoy —Es bueno verte.

— Lo mismo digo Natt.

—¿Iras de compras ?— dice señalando las bolsas en mis manos.

— Si, ya no habían algunas cosas en casa— sonrió de lado.

—Sabes a veces pienso que esa señora con la que vives piensa que eres su sirvienta y lo peor es que tú se lo permites— me recrimina —Es como la historia de Cenicienta— replica emocionada.

Rio ante sus ocurrencias —Claro, yo soy Cenicienta solo que sin la magia.

— La magia es relativa, ¿qué nunca viste las versiones de Cenicienta que existen ?— pregunta — Incluso hay una versión con Selena Gómez que es mi favorita.

— Ya, pero yo no soy Selena Gómez y dudo mucho que algo de lo que sucede en las películas de las que hablas me llegue a suceder a mi.

Suspira con fuerza ante mi comentario —Agh tu pesimismo me terminara matando algún día, ¿tan difícil es creer que algo bueno te pueda llegar a ocurrir?.

Si, no quiero ilusionarme otra vez, no más.

Me quedo callada ante la pregunta y continuamos nuestro camino cambiando de tema.

...

Una vez hechas las compras empezamos a caminar hacia casa.

—Espera— dice Nattalia tomándome del brazo

—¿Que pasa?—inquiero.

—Me olvidé mi billetera, espérame aquí iré a buscarla— se aleja corriendo.

Miro la calle por la que Natt se fue y espero que logre encontrar su billetera, recuerdo que cuando yo era pequeña siempre me olvidaba las cosas, a donde fuera dejaba algo y por más que buscara no lograba encontrarlo, a veces mi hermana me ayudaba, buscábamos por todas partes  y después terminábamos riendo de lo distraída que era.

—Hola Eider— alguien dice a mis espaldas sobresaltándome, al darme vuelta me encuentro con un chico.

Debo inclinar mi cabeza hacia atrás para poder verlo debido a que es más alto que yo, su cabello rubio cae hacia adelante como si enmarcara su rostro, sus ojos son azules y me miran fijamente y sus labios esbozan una sonrisa.

Es el chico, aquel que ví desde mi ventana hace dos noches estoy segura de ello porque reconozco su voz,  abro mi boca para decir algo pero las palabras se quedan atoradas en mi garganta.

—Tu...— logro articular

—¿Yo?— dice enarcando una ceja pero sin quitar esa sonrisa burlona

Vamos Eider es tu oportunidad pregúntale algo

— ¿Cómo sabes mi nombre?

¿Es en serio?

— Lo escuché, me causó curiosidad y pregunté— responde encogiéndose de hombros.

— ¿ Preguntaste ?

— Ajá, no es un nombre muy común y quería saber quién era la dueña de tan extraño nombre y así te encontré.

EXTRAÑA CALMA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora