Capítulo 6: Cuando la boca dice de más

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Nathaniel estaba recostado de lado contemplando las estrellas, el sosiego que le transmitía el cielo a veces le permitía calmar su mente.

No dejaba de pensar que en una hora tenía una «cita» con Melody. Debía ponerle más atención a lo que decía, al parecer había aceptado salir con ella en esa conversación que no escuchó durante la fiesta. Le dio tanta pena que no supo cómo decirle que era un malentendido, solo había logrado aplazar la quedada.

Sonaron unos golpecitos y Ámber se asomó por la puerta entreabierta.

―Estuve hablándote y no respondías. ―Ella cruzó los brazos al verlo recostado―. Nath, ¿por qué no sales un poco de tu habitación? Me da un no-sé-qué verte aquí solo.

Nathaniel no sabía si iba a acostumbrarse a que Ámber se preocupara por él, era extraño después de tanto tiempo de distanciamiento.

―Lo hice, el viernes fui a una fiesta.

―¡¿Con personas reales?! ―Abrió la boca de manera exagerada y Nathaniel se rio.

―Compañeros del salón y otras personas.

―Tus compañeros son los míos, ¿no pensaste en llevarme? ―Puso las manos en sus caderas, aparentemente molesta. Nathaniel abrió la boca, recordando que ni ella ni sus amigas estaban invitadas, pero Ámber se desternilló ante su notable nerviosismo―. Me estoy metiendo contigo, Nath, ya sabía que Kim daría una fiesta y que no me invitaría. No es que me importe lo que hagan esos perdedores.

―Eh, yo estuve ahí.

―Lo que sea. ―Agitó la mano volteando los ojos, pero de inmediato puso una sonrisa pícara―. ¿Cómo estuvo?, ¿te divertiste?, ¿te besuqueaste con Melody?

―¡Claro que no!

―¿Tanto te disgusta la idea? ―preguntó entre risas.

―Melody es una compañera solamente. ―Ella estaba esbozando una sonrisa socarrona que le convenció de no contarle sobre la cita accidental―. ¿Y supongo que me divertí?

―Nath, solo hay un o un no.

―Me gustó salir.

Ámber sonrió, orgullosa.

―Eso está mejor, ¿por qué no lo intentas de nuevo? Mamá y papá regresan el sábado.

―Quizás.

El timbre de la casa sonó.

―Esa debe ser Charlotte, tengo que irme ahora. ―Salió de la habitación, pero se regresó enseguida―. Trata de hacer algo más, mañana podemos ir al centro comercial o algo, ¡nos vemos! ―dijo una palabra tras otra sin dejar espacio para respirar, después Nathaniel la escuchó correr escaleras abajo y dio un portazo.

Desde aquella charla, ella trataba de sacar cualquier tema para romper el hielo entre ellos. Aunque Nathaniel estaba feliz de que su hermana por fin quisiera estar cerca de él, todavía le parecía irreal.

Trató de leer un ratito, pero después de pasar la misma línea una y otra vez sin comprender nada, decidió dejarlo y adelantarse al café; si tenía suerte, Melody estaría ahí y la «cita» se acabaría mucho más rápido. Y tal como lo predijo, ella estaba sentada en una de las mesas de afuera leyendo una revista de moda.

―Hola, Melody.

Ella levantó la vista deprisa y una expresión de terror atravesó su cara antes de tirar la revista al piso.

―¡Nath, llegaste temprano! ―exclamó, nerviosa.

―También tú... ¿Estás bien?

―¡Sí, sí!

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