Capítulo 9: Mismo lugar, sentimiento dispar

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Alexy se sentó en una de las bancas del parque y, con cierto cosquilleo en el estómago, observó un árbol en particular. Era un árbol común y corriente, pero era significativo para él: debajo de este, habían pasado tantas tardes junto a Kentin, salidas de amigos que los habían acercado al grado de aflorar los sentimientos que tenían por el otro.

En un día de esos, ellos estaban teniendo un pícnic como cualquier otro, y de repente, Kentin lo miró a los ojos, sonrojado, pero con determinación le dijo:

―Te quiero, Alexy.

Fue tan abrupto que Alexy tardó en reaccionar. Kentin era un chico muy demostrativo, no tenía reparo en expresar lo que sentía, fuera lo que fuera. Eso incluía el aprecio por sus amigos, así que no era algo nuevo. Lo diferente había sido la intensidad con la que lo había dicho.

Lo primero que Alexy sintió fue un terror abrumador porque... bien, él también lo quería. Mucho. Más de lo que se había jurado no aceptar. Kentin era un amigo tan valioso que se negaba a arruinarlo por sus estúpidos sentimientos.

Así que se rio, nervioso, y agachó la cabeza.

―Sí, yo igual, Kentinito. ¿Quieres que abramos las galletas?

Kentin se movió más cerca para tomar sus manos.

―Alexy, estoy enamorado de ti.

Las palabras apenas estaban entrando en su cabeza cuando Kentin lo besó. Fue un movimiento tan adorable y torpe que las mariposas en su estómago revolotearon como nunca lo habían hecho. Alexy no podía creer que estuviera pasando. ¿Había escuchado bien? ¿Kentin acababa de besarlo?

Se quedaron viendo directo a los ojos, incrédulos, y después las sonrisas aparecieron en sus caras al caer en cuenta de que los sentimientos de ambos eran correspondidos. Desde ese día, comenzaron a ser pareja.

Aunque Alexy era abiertamente gay y Kentin una persona muy expresiva, tuvieron que fingir que eran solo amigos. Sus compañeros de clase de por sí ya eran crueles y Kentin no estaba listo para hablarlo con sus padres. Manon, su madre, era una mujer gentil y comprensiva, pero una terrible mentirosa a quien no querían obligar a guardar secretos de su esposo. A Giles ni siquiera terminaba de gustarle Alexy, un chico homosexual, como amigo de su hijo, mucho menos iba a aceptar que tuviera un novio.

Estuvieron por un tiempo así, llevando la amistad que ya tenían, pero en una dulce y emocionante relación secreta. Eventualmente, los padres de Alexy se enteraron y fue todo tan... sencillo. Un alivio que se terminó cuando fueron descubiertos por los padres de Kentin.

Bastó un inocente beso cerca de la casa de Kentin para que todo se fuera a la mierda. Para Giles era inaceptable lo «poco hombre» que había salido su hijo, había sido un debilucho contra sus compañeros, ¿pero eso? Era cruzar todos los límites. Por supuesto que lo había mandado a la escuela militar para «enderezar» a Kentin.

Alexy sacudió la cabeza, como si eso le ayudara a alejar el dolor que se había instalado en su pecho. Había sido muy duro separarse de Kentin y ser incapaz de comunicarse con él.

―Ey, siento la tardanza ―habló Kentin llegando junto a él.

Alexy se levantó y sintió que el mal sentimiento se disipó al verlo.

Kentin se veía más... rudo. Cabello corto, el labio partido por su reciente pelea contra Travis y seguía usando anticuados pantalones militares; Alexy se preguntaba por qué, quizás le había tomado gusto, pero le deban ganas de comprarle ropa nueva.

―Hola, guapo.

Kentin negó con la cabeza.

―No me mientas, me estabas juzgando con la mirada.

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