Capítulo 4: La temporalidad de la libertad

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Nathaniel no estaba acostumbrado a estar en una aula tan llena, este semestre tenían que compartir el horario de Apreciación del Arte II con el grupo B debido a un error administrativo. Era raro y había una clara división entre ellos, todas sus compañeras estaban de un lado del salón y el B del otro.

El profesor Patrick se veía muy feliz de compartir la gran idea que había tenido para mejorar la convivencia entre ellos: hacer grupos de tres. Al inicio, la mayoría estaba feliz con la idea, casi todos tenían una tríada de amigos: Ámber tenía a Li y Charlotte, Castiel a Lysandro y Rosalya, Iris se quedaría con Kim y Violeta porque Melody se apuntaría con Nathaniel y seguro tendrían que adoptar a Karla. Pero el profesor rompió la ilusión de sus alumnos en un tris, los grupos se harían al azar.

―Llevamos pocas clases y fue imposible no darme cuenta de la desunión que existe entre ustedes, sé que esta estrategia los ayudará a conocerse mejor ―explicó Patrick con calma ante el descontento general. Agarró una caja de cartón que estaba en su escritorio y agregó con una risita―: Además, prefiero revisar ocho proyectos en lugar de veinticuatro.

La dinámica era simple: el profesor iba a elegir al primer alumno para que tomara un papel que contenía el nombre de su nuevo compañero, ese mismo tenía que sacar otro para elegir al último integrante y este debía llamar a alguien más para que se repitiera el proceso. Los equipos comenzaron a formarse sin drama más allá de algunos gestos de malestar, hasta que fue el turno de Ámber.

―¡Ni loca! ―exclamó al leer el nombre de Debrah―. ¡Prefiero recursar antes que desperdiciar mi tiempo con esta mosca muerta!

―Ámber, no insultes a tu compañera ―la regañó Patrick―. Van a estar juntas este semestre y aprenderán a respetarse.

―Yo nunca le he hecho nada, no sé por qué me odia ―explicó Debrah con la voz quedita.

Ámber volteó los ojos ante las miradas de desaprobación de casi todos en el aula. Tenía a tantos chicos tras ella que la veían como un ángel en la Tierra y amigas por montones que la defendían a capa y espada. No la soportaba.

La emoción no se terminó ahí, los alumnos se asombraron al escuchar el nombre que Debrah sacó: Kentin. Ese pequeñín de corte hongo y gafas enormes fue víctima de acoso por sus compañeros de clase, Nathaniel no se sentía la persona más valiente, pero como delegado, lo ayudó algunas veces a salir de problemas. Todos sabían que el chico estaba en una escuela militar desde el semestre pasado.

―Kentin se reintegrará con ustedes esta semana ―avisó el profesor―. Alexy, por favor, continúa con la dinámica.

Alexy aún tenía la quijada en el piso. ¿Por qué apenas se estaba enterando de que Kentin estaba de vuelta? Le hubiera gustado que le avisara, pero eso no era lo importante, su mente estaba distraída con la emocionante idea de volver a verlo.

Pasó al frente con un resbalón gracias al pie de Silvain, ignoró las risas y sacó un papel de la caja.

―Lysandro.

Nathaniel comenzó a inquietarse. No le había importado ser parte de ningún equipo porque no tenía amistades qué perder, pero las probabilidades de que le tocara estar con Castiel eran mayores ahora. Estaba en un dilema, no quería compartir todo el semestre con los idiotas de Eric y Travis y por supuesto que preferiría pasar tiempo con Castiel, ¿pero no iba en contra de lo que quería proponerse?

Entonces Lysandro sacó un papel y leyó:

―Nathaniel.

―¡Bien! Eso deja a Castiel, Eric y Travis en el último equipo. Júntense con sus compañeros, les daré esta clase para que conversen entre ustedes. Soy positivo en que se llevarán bien y sacarán a relucir su lado cooperativo ―dijo el profesor con una sonrisa amable eso que sonó más como una advertencia.

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