6. Todo para mí

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Kara

Estaba embelesada. Estaba entusiasmada por embarcarme en un nuevo proyecto de vida. Iba a ser la mejor vegana del mundo porque quería impresionarla. ¿Por qué quería impresionarla? Pues no estaba segura. Era una cuasi desconocida, pero esa pequeña parte que conocía de ella había logrado impresionarme.

Cuando nos despedimos después de una increíble cena, prometí no volver a mirar esos vídeos con imágenes tan cruentas, pero, ¿qué iba a hacer más que investigar todo aquel mundo? En cuanto me puse el pijama que me prestó, comencé a utilizar todos aquellos datos de mi tarifa infinita para ver la realidad que se había escondido a mis ojos hasta ese entonces.

Fue horrible y, en cuanto había pasado escasa media hora, apagué. Me dispuse a dormir, pero todo lo que había acontecido ese día me vino a la mente. La recordé a ella siendo una heroína gallinácea. También me pasaron los momentos en los que me consoló, en los que me abrazó. La sentía tan cercana a mí, a pesar de no conocerla...

Pero también me vinieron esas horribles imágenes de maltrato, de muerte y de dolor. Aquel pollito era sólo uno de millones. Había pasado ya más de una hora desde que intentara dormirme cuando decidí levantarme en busca de la única que podía dar consuelo a mi alma en esos momentos.

Salí sigilosamente por la puerta de mi habitación para ir a la siguiente. Iba a picar, pero me frené. ¿Qué hacía una mujer adulta buscando consuelo en otra en mitad de la noche? No era una niña. Debía irme de allí.

Sin embargo, mi cuerpo me lo impedía. No quería que me fuera, no quería dejarla. Tímidamente, golpeé la puerta. Había sido un sonido apenas audible, no despertaría a nadie, pero estaba cogiendo el valor necesario para hacerlo más fuerte. Aún así, ese pequeño golpeteo me asustó.

-¿Sí?

¡Mierda! Me había escuchado y ahora no sabía qué hacer. Me puse tan nerviosa como cuando el profesor Hemsworth me había pillado con una chuleta a mis tiernos once años.

-Perdona, Len- logré articular- No debería haberte despertado. Soy idiota, perdón- me disculpé- Buenas noches.

Me llamó, pero no contesté. Me apoyé en la pared, maldiciendo lo estúpida que podía llegar a ser, y entonces abrió la puerta. Cuando la vi mirándome, con preocupación, tuve que confesar el motivo de mi visita.

-¡Te dije que no vieras esos vídeos, Kara!- me sentí acompañada por aquella conversación en la que ella me reñía como si fuera mi madre. Me sentía muy niña en ese momento, y aquello me reconfortó- ¿Y ahora?- terminó por decir-.

Saqué valor para compartir con ella lo vulnerable que me sentía en ese momento.

-¿Puedo quedarme a dormir contigo?

Su cara se tornó a una compasión que no había visto nunca en nadie. Agarró mi mano y me condujo dentro. La apreté en cuanto obtuve su contacto. Me hacía sentir tan bien... Desplegó la colcha y las sábanas hacia atrás y me sonrió.

-¿De qué lado quieres dormir?

Me encogí de hombros mientras le devolvía la sonrisa. Hacía muchísimo tiempo que no dormía con una amiga. Los últimos años había dormido sola o con Mike. Cada vez me sentía más niña, mucho más infantil, mucho más segura.

Ella se tumbó entonces del lado derecho y esperó a que la acompañara. Me eché en la cama y nos tapé a las dos. Su fragancia envolvía toda aquella estancia. El olor de su cabello impregnaba la almohada que ahora sostenía mi cabeza. El tacto de sus sábanas de algodón me acariciaba la piel. Los tonos blancos y violetas de las paredes me calmaban. Me encantaba todo lo que degustaban mis sentidos. Todo. Hasta su voz acariciando mi oído cuando me preguntó si me encontraba bien.

Todo por ti SUPERCORP AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora