8. ¿Por qué ese matiz?

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Kara

Me desperté en mitad de la noche con Lena abrazándome y me entró el pánico. ¿¡Qué mierda estaba haciendo!? La estaba cagando pero bien. En cuanto se despegó de mí, hui de allí y, cuando volví a verla, le dije que lo que había hecho era una tontería debido a mi tristeza. Ella pareció entenderlo y respiré. No iba a meter la pata más.

Al parecer, ahora era la madrina de aquel pollito. Después de subir la foto a la red, cientos de mensajes preguntando quién era esa nueva amiga se sucedieron. Recibí los "me gusta" de mis compañeros del grupo y de muchos amigos más, incluido de Mike.

"Prometí no molestarte en tu huida del mundo pero, ¿un santuario?"

"¿En Idaho? ¿Pero no te ibas a California?"

Era Alex, mi mejor amiga, casi como una hermana, y compañera en Krypton.

"Tengo muchas novedades que contarte cuando vuelva, pero ahora estoy muy entretenida por aquí"

"¡Hay tantas y tantas cosas que hacer!"

"¡¡¡Me he hecho vegana!!!

"¡Madre mía, estás loca!"

"Estoy deseando que vuelvas"

"Te echo de menos... =( "

"Y yo a ti, preciosa"

"Nos vemos en unos días"

"¡¡¡Te quiero!!!"

-Lo siento- le dije a Lena, que estaba a mi lado mirando cómo escribía mientras caminábamos de vuelta- Hablo con Alex.

-¿Alex? También del grupo, ¿no?- preguntó haciendo memoria-.

-Sí. ¿Lo descubriste mientras me investigabas?

-¡Calla, bruja! ¡Tú hiciste lo mismo conmigo!

-Culpable- reí y la contagié-.

-¿Sois amigas?

-Mi mejor amiga- contesté- Y prometió no hablarme en todas las vacaciones para dejarme descansar, pero acaba de flipar sabiendo que estoy en Idaho.

-No me extraña- afirmó- Te has desviado varias horas de tu trayecto.

-Por una buena causa... Amadriné a un pollito.

-Exacto- rio- Y salvaste algunos más.

Le sonreí mientras llegábamos a aquella caseta que emitía aquella luz roja que calentaba a los bebés. Se adelantó y pasó por delante de mí. Saludó a la persona que se encargaba de ellos, que no era el mismo veterinario que yo recordaba y entramos.

Ahí estaba Karl, piando como el que más, con aquella patita preciosa con un defecto de impresión.

-¡Hola, pollito!- exclamé, con la voz más infantil que pudiera haberme salido-.

Agaché mi mano sobre ellos y muchos se acercaban en busca de compañía, supuse. Me reconfortó tanto aquella sensación de haber hecho el bien que, a pesar de que sabía de antemano que al principio iba a costarme seguir aquel estilo de vida, lo iba a mantener por ellos, por los que no pueden hablar con palabras pero eso no les debería hacer perder los derechos.

Estuvimos un rato hablando con aquel hombre y reconfortando a los bebés antes de salir en dirección a la casa.

-¿Te ha gustado verle?

Todo por ti SUPERCORP AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora