13. No es culpa de ella

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Lena

A pesar de que mis sentimientos por Kara seguían presentes, ella no había terminado con Mike y yo me mantuve al margen. Era su última oportunidad, decía, pero yo no estaba segura de ello. De todos modos, hubo una noticia que eclipsó toda aquella situación.

-¿Señorita Luthor?- preguntaron a través del teléfono-.

-¿Sí?

-Le llamo de servicios sociales. Me agrada comunicarle que ya se le ha concedido la adopción de una niña de dos años llamada Katie.

A partir de ese momento, los nervios inundaron mi cuerpo. Yo era una mujer joven, pero el deseo de ser madre siempre había estado ahí. Todos se volvieron locos de alegría y lo mejor fue cuando Kara se ofreció a acompañarme a recogerla para llevarla a casa.

Estaba un tanto abrumada con el hecho de haber conseguido en tan poco tiempo que miles de personas me siguieran en redes sociales, simplemente por creer que estaba saliendo con una famosa. Vi entrevistas de Kara en internet donde negaba esa relación, pero la gente insistía e insistía. Al final, ya me daba igual, porque a ella parecía no afectarle.

Entonces se me ocurrió la idea de ir a verla. En principio, dependiendo de las fechas, solo podría estar conmigo dos días, pero eso me sabría a poco. Quería más. Como a mi compañera de viaje no le disgustó la idea, se la planteé a la rubia y sentí un gran alivio cuando me dijo que sí. Yo sabía que Mike me odiaba y pensaba que podría rechazar la visita por ese motivo.

Maggie vino conmigo al primer encuentro. Nos hicieron pasar a una sala donde sin duda debían impartir clases a niños muy pequeños. Había pupitres diminutos y juguetes por todos lados. Mi corazón bombeaba con fuerza y mi amiga me agarró la mano.

-Tranquila, Lena- me pidió-.

-No puedo evitarlo- me reí mientras notaba que la mano que me sujetaba Maggie temblaba-.

A los pocos minutos, la puerta se abrió y, cogida a una trabajadora social, una niña afroamericana, de inmensos ojos oscuros y trencitas rizadas hizo aparición.

-Ella es Lena- le dijo entonces la mujer- ¿Te acuerdas que te hablé de ella?

La niña asintió y se separó un poco de su protectora para arrimarse a darme un papel con unos garabatos de colores en él.

-¿Para mí?- pregunté y volvió a asentir- ¡Es precioso!

Una sonrisa de oreja a oreja iluminó la habitación.

.

-Si la vieras, Kara... ¡Es la niña más bonita que haya conocido nunca!- exclamé con lágrimas en los ojos-.

-No lo dudo. Aunque eso suena ya a amor de madre, ¿eh?- me dijo, haciéndome reír- ¿Llegaréis mañana?

-Sí, nuestro vuelo llega a media tarde.

-Os iré a buscar.

-¡No hace falta!- le pedí, porque me daba rabia que se hiciera el trayecto dos veces, y una de ellas sola-.

-Claro que sí. Por supuesto que iré.

Cuando salimos de la puerta de embarque, ahí estaba, tan preciosa como siempre, esperando a abrazarme. Todo lo que sentía me golpeó de nuevo pero, en el regreso en taxi, donde no dejábamos de hablar y reírnos, mi mirada se fue a su dedo anular.

Un grotesco anillo con una piedra gigantesca, horrendo por donde lo miraras, me comunicó que se había prometido a aquel imbécil que la trataba como si fuera mercancía. Ella se dio cuenta de que lo miraba y me dijo que aún no le había respondido, pero si el anillo estaba en su mano, era lógico pensar que la respuesta iba a ser positiva.

Todo por ti SUPERCORP AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora