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-Quiero que veas esto hijo mío. - El rey tomo a su hijo de la mano con una delicadeza como si se tratara de un fino jarrón o una copa de cristal. Veía a su hijo como solo un padre sabe, con dulzura, amor y aprecio. Sin duda, Jungkook era su hijo favorito, era el único de sus hijos que había heredado su amor por las guerras y la lucha. Gong Yoo era un rey temido y respetado por su reino, admirado en el campo de batalla y amado entre las doncellas. - No hagas ningún ruido, al matar un animal debes ser el animal, sentir su dolor y su alegría. - las palabras del rey era cálidas como un té de hierbas relajantes en una noche fría. Esto hizo que su hijo más joven tuviera un escalofrió desde la punta de los dedos de sus pies hasta su negra cabellera. Los grandes ojos de Jungkook observaban todo a su alrededor, pero sin hacer ningún ruido, tratando de ser parte del mismo bosque para dejar de ser un intruso.

Con su mano libre tomo con más firmeza su arco tratando de que este no se le fuera a caer o peor aún que asustara a los animales. Respiro profundamente, inhalando el aroma a pino y tierra mojada, quería que sus pulmones se llenaran de esa esencia, sentía el aire frio entrar en su cuerpo y salir siendo cálido hasta el punto de que se podía ver el humo blanco. Su corazón latía con rapidez pues los nervios de que su padre se sintiera orgulloso del crecían con cada segundo que pasaba. Aunque su cuerpo estaba cálido pues lo cubría un abrigo de piel de oso que el general Kim había matado únicamente para Jungkook, pues sabía que si obtenía el aprecio del favorito del rey tendría el futuro asegurado.

El rey soltó la mano de su hijo en cuento vieron a un lobo gris como el humo de una fogata a punto de morir a media noche, con solo las estrellas dando la luz suficiente para apreciar ese color gris casi plata. El lobo se veía imponente, no era el más grande que había visto pero si les doblaba el tamaño a sus perros más salvajes. Por un segundo el rey tuvo miedo de que su amado hijo fuera lastimado por tal bestia, sintió la necesidad de tomarlo en los brazos y alejarlo de aquel peligro. Tal vez si lo hubiera hecho Jungkook no habría matado aquel lobo, tal vez jamás hubiera tenido ese amar por la muerte, tal vez hubiera encontrado otro pasatiempo como sus hermanos. Tantas cosas pudieron haberse evitado si su padre hubiera seguido su instinto en ese momento, pero no fue así.

Fue un parpadeo, un momento fugaz, silencioso y sutil, el rey se quedo perplejo al notar en un abrir y cerrar de ojos como una flecha atravesaba el cráneo del lobo. Sus ojos tuvieron un brillo de asombro y su sonrisa una muestra de orgullo, ese fue el día en que el rey sitio como su corazón se llenaba de amor puro, había encontrado un hijo tan igual a el, tan valiente y lleno de valor, que no le dolió darle la espalda a su primogénito para querer darle la corona a su hijo menor.

Corona De Mentiras (Vkook/Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora