CAPITULO 1

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                          "EL VIAJE"
¿Cuándo fué la última vez que te le entregaste a la locura?

Estaba trabajando como la mayoría de los días de mi semana, un Viernes a la tarde repleto de gente. Nunca entendí que era lo divertido de venir a comer a un local de comida rápida, enserio, niños gritando por todos lados, gente empujando para poder ver en la pantalla si estaba su número, personas mayores quejándose de los precios.

Terminó mi turno al fin después de seis agotadoras horas sin ni siquiera tomar un poco de agua, cuando me llamó mi gerente. Pensé que estaba en problemas, nunca me llama a no ser que sea porque me falta dinero en la caja, ahora que lo pienso siempre me falta, nunca trabajaré en un banco probablemente. Toque dos veces la ventanilla que estaba en el medio de la puerta marrón y me hizo una señal agitando dos dedos para que pasara.

Me dijo "Siéntate, tengo que hablar contigo". Cerré la puerta y me senté.

-Te daré una noticia que estoy segura de que te largarás a llorar.

Rayos, me despedirá, me despedirá.

-¿Que pasa?

-Te trasladaremos a Estados Unidos, Nueva York

¿Que?

Y como ella dijo, lloré. Me explicó todo el asunto de porque me trasladaban y la abrace tan fuerte que casi le corto la respiración. Corrí al lugar donde mis compañeros y yo comíamos, entré y ya lo sabían. Estaba triste y feliz al mismo tiempo, los iba a extrañar mucho. Charlábamos de todos nuestros momentos juntos, nos reíamos de los clientes molestos que no sabían que pedir y de las bromas que hacíamos en el local.

Pasó el día y con lágrimas en los ojos me fuí. Camino a mi casa, en el micro que siempre me tomo, no podía parar de sonreír, la gente me miraba y no entendían nada.

Desde muy chica siempre quise ir a Nueva York, más para conocer a mis actores favoritos y porque yo pensaba que iba a ser una actriz famosa. A los ocho años le dije a mi mamá que me iba a ir cuando fuera mayor a estudiar actuación.

Jaja que ingenua.

Apenas llegué a mi casa y entré me dí cuenta que mi papá ya sabía, estaba aliviada porque la verdad no iba a saber cómo decirle, nunca me dejó hacer tantas cosas. Tal vez me cuidaba demaciado porque mi mamá estaba lejos, se fué a enseñar a otra escuela, a otra provincia y solo la veía los fines de semana y no la mayoría. Mi papá nunca estaba ya que su trabajo era repartir medicamentos por todo Mendoza y mi hermano y yo tuvimos que aprender a mantenernos solos. Tenía otros dos hermanos más que solo eran hijos de mi papá, pero nunca viví con ellos, los veía solo cuando me iba de vacaciones a Córdoba, que en realidad eran todos los años desde que nací.

Disfrutaba más estar con mis amigos, aún que todos mis grupos eran muy falsos. Yo necesitaba que me demostráran amor y no recibía el amor que yo les daba a ellos. Me atacaban por la espalda cuando yo los defendía a muerte. Aún que algunos si valían la pena y los iba a extrañar mucho y a otros ya los extrañaba hace rato.

Necesitaba irme, empezar de nuevo, esta era mi oportunidad. Tenía que olvidar una horrible tragedia que había cambiado una parte de mi vida. Ya tenía todas las razones que necesitaba.

Mi mamá cuando se enteró de la noticia pidió unos días en el trabajo para estar conmigo y me acompañó a sacarme la VISA. Apenas se bajó del micro nos tomamos un taxi hasta mi casa, dejó las maletas, sacó el auto y fuímos al banco a retirar todos mis ahorros para ir a Buenos Aires, iba a ser la primera vez que viajaba en avión, el boleto lo pagó la empresa pero todo lo demás corría por mi cuenta.

Resistiendo el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora