CAPÍTULO 2

39 5 0
                                    

                        "UN EXTRAÑO"
    Te ves como mi siguiente error

Llena de edificios, carteles gigantes, luces brillantes, gente por todos lados locos por llegar a su trabajo. Tomé mi cámara y empecé a recorrer la cuidad, las calles eran infinitas, no sabía a dónde ir.

Mientras miraba la ropa de esas tiendas con las faldas de jean más lindas que pareciera que fueron hechas con una máquina de coser construida por los mismos dioses de la moda, ví un  círculo de gente y escuché una voz interesante, soy tan curiosa que me acerqué y era un anciano cantando, no más de sesenta años con uniforme deportivo no muy limpio. En Mendoza no se ve mucho de eso. Me acerqué más a escucharlo y cuando terminó de cantar de las veinte personas que habían lo aplaudieron tanto como si fueran cien. Preguntó si alguien quería cantar con él y como no iba a hacerlo si estaba en un lugar con personas que no me conocían y no cantaba tan mal, esquivé a la gente y tomé el micrófono inalámbrico.

Lo más importante era que nadie me conocía.

Canté una canción que escribí yo, tenía miedo de que la gente se fuera al principio porque no entendieran la letra por cantarla en español, pero cada vez venían más y más.

Cuando terminé empecé a escuchar gritos como si fuese una pelea, dejé todo y me acerqué. Fuí pasando por la gente y habían dos chicos peleando y lás personas estaban mirando y grabando, casi no podía creer que nadie se acercara a separarlos. Me metí entre medio de ellos y puse un brazo en el pecho de cada uno para apartarlos, uno me empujó pechando mi hombro y me caí. Mi cabeza golpeó tan fuerte contra el piso como si tiraras un trozo de hielo contra un cristal. Después de dos segundos, que para mí fueron minutos, uno de los chicos me levantó agarrándome de la cintura. Había un mundo de gente rodeándome, tenía un chichón en la cabeza y sangre en el párpado izquierdo. Me quedé un tiempo sentada y el chico que me ayudó se quedó conmigo.

-Gracias por ayudarme-le dije agarrando mi cabeza.
-No hay de qué. Soy Cameron.
-Y yo Ariadna.
-Dejame llevarte a mi casa así puedo curarte. No te haré daño.

No sé si era su cabello castaño oscuro con un poco de rulos o las pecas que salpicaban toda su piel, que me hizo creer que era inocente o no me haría daño. Tal vez sus ojos marrones oscuros y su sonrisa perfecta me atraían más y no me dejaría llevar por su altura y brazos músculos y fuertes.

-De acuerdo- le dije, mientras me ayudaba a levantarme.

Mientras caminábamos pasamos por un café donde noté que era el más famoso de la cuidad. Había una fila enorme de gente, dónde las personas se detenían para poder probar un delicioso chocolate caliente con dos medialunas.

Cameron me preguntó si quería tomar algo, le dije que no tenía dinero pero se ofreció a pagarme. Preguntó si alguien tenía algo para curarme el ojo y de repente muchos mozos me sanaron. Casi quedé como nueva.

Nos sentamos en una mesa muy alejada de las personas no sé porqué y empezamos a hablar de cómo llegué aquí y de un momento a otro me dí cuenta  que era un actor, pero me quedé callada.

Atrapado.

Después de comer fuímos a su casa a  pie. Enorme, blanca, las paredes eran casi de cristal, era una casa de ensueño, por dentro era mucho más hermosa, limpia, con muebles nuevos, como seis habitaciones y un patio enorme que parecía una cancha de fútbol. Los padres estaban en la cocina y la hermana en el sillón, solo se veía un poco más chica que yo, estaba algo incómoda. La madre era muy amable, apenas Cameron le contó mi situación fué muy atenta. Me ofreció comida, algo para tomar y yo muy tímida negaba a cada gesto de amabilidad. Ya era tarde, me prepararon unas frazadas en el sillón y me acosté a dormir.

Resistiendo el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora