CAPÍTULO 5

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                                                                                      "PEQUEÑO DESLIZ"

    Las locuras por amor no las hace cualquier enamorado

Estaba caminando por la vereda y no había ni una sola alma en la calle, empecé a tener un poco de miedo. Había caminado varias cuadras cuando una sensación de incomodidad se esparció por mi cuerpo. De repente empecé a escuchar murmullos, aceleré el paso pero ya era tarde, me habían rodeado. Un hombre se apareció frente a mi, me tapó la boca y uno que estaba atrás mío me levantó y me llevó a un callejón. Estaba muy asustada, les rogué que no me hicieran daño, pero no les importó. Eran cuatro hombres grandes, musculosos, con una cara que aún que los vieras de día daban miedo. Uno se acercó lentamente y me empezó a tocar el hombro bajando el bretel de mi remera completamente, luego de que otro me sacara la campera tirando del cierre de ella brutalmente, estaba paralizada. Las lágrimas no paraban de caer de mis ojos.

El miedo es una sensación que nosotros elegimos tener.

Se sentó uno a cada lado mío y mientras uno tocaba mi cuerpo casi desnudo y cubierto de miedo, otro se quedaba vigilando. Estaba muerta, aún no, pero lo estaba. Cuando intenté gritar uno me pego una piña en la nariz y mi remera ya no era blanca. Tenía mis ojos cerrados cuando empecé a escuchar una sirena, mi respiración de pronto empezó a ser casi normal. Los hombres salieron velozmente corriendo y mientras la policía iba hacia ellos Cameron saltó del auto y se tiro hacia mí.

-Nunca más te dejaré sola- dijo entre lágrimas.

-No lo hagas- le dije ahogandome en las mías.

-¿Cómo supiste que estaba aquí?

-Peyton llamo diciendo que no habías llegado y rastree tu celular.

Llegamos a casa en taxi y estaba toda la familia de Cameron despierta. "Perdón por preocuparlos" les dije a todos y Carolina me abrazó diciendo que lo importante es que estaba bien. En ese momento escuché el teléfono y me asusté, era Peyton, llamó para ver si estaba bien. Y no, no lo estaba.

Me tomé un té para tranquilizarme y me fuí a bañar. Fué horrible ver todos esos moretones en mi piel y aún sentir las manos de esos hombres en mi cuerpo. Luego salí para que Cameron me curara mi herida en la nariz.

-¿Duele?

-Sí- le dije mirando a un punto fijo con un rostro totalmente neutro.

Puso sus manos en mi cuello y me dijo:

-Te sanarás y voy a estar aquí.

-Tenía mucho miedo, pensé que no te volvería a ver- estallé en lágrimas.

-Eso no pasara. Siempre voy a estar. Nunca estarás sola.

Una noche mágica, terminó en un desastre, estaba a punto de amanecer y nosotros recién nos acostábamos. Había sido una larga noche y en dos horas ambos teníamos que ir a trabajar, pero Cameron quiso que me quedara para descansar.

Cuando desperté Cameron ya había vuelto del trabajo y me invitó a almorzar, teníamos que hablar. Me vestí aún viendo las marcas moradas de anoche en mi piel y nos fuímos.

Llegamos al restaurante y en la mesa que estaba frente a la nuestra estaba Teresa, la señora que me encontré en el avión cuando venía hacia acá, estaba con Pablo. Me paré para saludarla y estuvimos un rato hablando, fué agradable verla tan feliz. Me contó que se iba a casar y nos invito.

-¿O no que te dije que el destino te tenía algo planeado?

-Tenías razón- dije riéndome tocándole el hombro.

Resistiendo el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora