- Me das tu numero? - Dijo Carter, sacándola de los pensamientos en los que se encontraba sumida.
- ¿ Como ? - Dijo Cat girándose para mirarlo directamente a los ojos.
- Si, que si me das tu número, no me gustaría perder la primera amistad que he hecho aquí - Dijo mientras dejaba a la vista su bonita sonrisa.
- Emmmm.... claro - Dijo finalmente mientras sacaba de su pequeña maleta de mano su móvil, en el pequeño pueblo no había tenido la necesidad de aprenderse su número, por que no tenía a nadie a quien dárselo.
Después de darle su número el chico le dedicó una amplia sonrisa.
Después de una hora más de vuelo aterrizaron.
- Ha sido un placer conocerte Cat - Dijo el chico bajando las escaleras del avión
- Lo mismo digo Carter, nos veremos pronto -
Cat caminó hacia la salida y estuvo tentada en girarse para dedicarle una ultima sonrisa, pero no lo hizo.
Cogió un taxi para ir a la casa de su tía. A pesar de que el paisaje estaba oscuro, la ciudad le fascinaba, la hierva alta y verde, los monumentos, las catedrales, todo era distinto a donde ella vivía, el movimiento de la ciudad, los coches, estaba maravillada. Decidió que ese sería su punto de inflexión, el punto donde cambiaría el rumbo de su vida.
La casa de su tía era grande, tenía dos pisos, el primero pintado de un color marfil, el segundo era un tono rosáceo, no supo si le gustaba esa mezcla de colores o no. Subió las escaleras de la entrada y antes de tocar a la puerta vio en la parte superior el apellido de su familia. Eso le sacó una sonrisa, pulso el timbre y al segundo su tía le abrió la puerta.
- Hola Cat ! Cuanto tiempo sin verte - Dijo mientras la abrazaba.
- Hola tía, si mucho tiempo - Dijo sonriendo incómodamente.
La casa era más grande por dentro, al entrar había una moqueta beige, a la izquierda habían unas escaleras en forma de caracol, también con moqueta, hacía la izquierda estaba el gran salón, tenía una chimenea preciosa, encima de ella estaba la televisión, una pantalla plana pegada a la pared, enfrente estaba el sofá, que era un cheslong, color café.
- ¿ Como te ha ido el viaje ? - Preguntó tía Caren
- Bien, ha sido un viaje largo, pero he disfrutado con las vistas - Dijo Cat recordando a su compañero de avión.
- Te apetece salir a comer algo ? o prefieres descansar
- La verdad es que me gustaría tumbarme un rato, pero muchísimas gracias.
-Claro cariño, descansa - Justo en ese momento aparecieron detrás suyo, sus hijos.
- Oh, chicos, saludad a vuestra prima.
Primero se acercó la menor, Yolanda.
- Ahora ya podré hablar de cosas de chicas con alguien, por que con este no se puede - Dijo señalando a su hermano con la cabeza.
Cat se rió y dirigió la mirada hacía su primo Tim, le sonrió y ella le devolvió la sonrisa.
- Seguro que no quieres salir Cat ? - Preguntó de nuevo tía Caren.
- Gracias tía pero ahora estoy cansada, quizá mañana - Al pronunciar lo de tía, se sintió extraña, no había tenido mucho contacto con ella, desde... que su padre los había abandonado, al fin y al cabo era su hermana y Cat no se sentía muy cómoda con los familiares de su padre.
- Tim, acompáñala hasta su habitación.
Tim asintió con la cabeza y con una mirada le indicó que la siguiera, ella obedeció, fueron escaleras arriba. Mientras iban subiendo habían fotos colgadas de las paredes, algunas de los tres y otras de su padre, eso le disgustó un poco, no quería saber nada de él.
- Mi madre a veces es un poco pesada - Dijo Tim
Ella no sabía que decir así que sonrió. Caminaron por el pasillo, donde habían cuatro habitaciones, todas con las puertas cerradas.
- Bien, esta es tu habitación, si necesitas alguna cosa estoy bajo prima.
Ese prima, sonó raro, como si un desconocido le hablara.
- Gracias - Logro decir, pensó en llamarle primo, pero creyó que sería hipócrita.
Entró en la habitación, era grande, la cama de matrimonio estaba en medio, enfrente de la amplia ventana que daba directamente al jardín, bajo la cama, una alfombra morada, combinaba perfectamente con el color de la colcha, blanca. A la izquierda había una mesa de trabajo, sobre ella un ordenador, se acercó y vio que era un Mac, a la derecha al lado de la cama un puf color rosa y encima de el una estantería llena de libros, entre ellos " Cumbres borrascosas, Hamlet, orgullo y prejuicio, It, y Demian " Le gusto esa sección. Había sacado lo de la lectura a su padre.
Abrió la maleta y buscó el armario, giro a su alrededor pero no vio nada, pensó buscar a su primo, pero no lo hizo, se tumbo el cama, frustrada. Descubrió un mando sobre la almohada, habían botones de todos los colores, le dio al rojo e instantáneamente el borde del techo se iluminó de rojo, con luces led, siguió dándole a los botones hasta que uno de ellos abrió una puerta que estaba en la pared, se levantó sorprendida y miro aquello, era un fantástico vestidor.
A la izquierda había una pequeña mesa con espejo para maquillarse, a la derecha habían un montón de vestidos de todos los colores, justo debajo pares de zapatos, entre tantos, de tacón, zapatillas, botas...
Y al fondo ropa casual, jerséis, sudaderas, chaquetas, vaqueros... y un espejo enorme, en todo su borde habían bombillas que se iluminaban al acercarse, como si fuera una cabina de actriz. Ni siquiera sabía donde iba a poner su ropa, pero no le importó, le había encantado aquello.
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Nuestro pequeño secreto.
VampiroCatherine, una universitaria normal, tiene que buscar la verdad para concluir la misión de su existencia, acabar con los vampiros. Pero y si ella fuera uno de ellos ?