Violeta

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I never meant to cause you any sorrow
I never meant to cause you any pain
I only wanted to one time to see you laughing
I only wanted to see you laughing in the purple rain

Las semanas siguieron pasando y ninguna de las dos se había animado a dar el paso con la otra. Para Amelia no era algo nuevo tener sexo con una mujer, pero para Luisita sí, por lo que no quería dar el paso por miedo de sentir que Luisita pensara que ella la está apurando. En cambio, Luisita no se animaba a estar con Amelia porque tenía miedo de que su falta de experiencia hiciera que Amelia saliera corriendo.

Lo cierto es que ninguna de las dos hablaba sobre el tema porque no querían romper con todos los momentos hermosos que estaban viviendo las dos. Amelia no podía dejar de pensar en cómo iba a ser su primera vez con Luisita, sobre todo las veces que se quedaban muy cerca de dar el paso. Dicho paso nunca llegaba porque, a pesar de tener un montón de acercamientos, no pudieron terminar el asunto porque algunas de las dos ponía un pretexto de por medio. Amelia invitó a Luisita a su piso porque le había hablado a Marina sobre ella. Todavía le parecía irreal que fuera su única familia pero por otro lado estaba orgullosa de que así lo fuera. Estaba nerviosa porque consideraba a Luisita como una de sus personas favoritas en su vida y necesitaba vivir el encuentro entre las dos personas que más quería.

Como la mayoría de las veces, Luisita la sorprendió y sin darse cuenta comenzó a voltear su vida de cabeza. Luisa Gómez era una mujer que nunca llegaba con las manos vacías así que, adelantándose a Amelia, llegó con unos croissants calientes para desayunar y unas bolsas del mercado porque había decidido que quería impresionar a Marina con sus "dotes culinarias".

Amelia sintió una sensación de confortabilidad, de estar en casa, de tener lo que siempre quiso tener cuando vio a Luisita y a Marina reír por una anécdota que había contado la rubia sobre sus padres y sus abuelos en navidad. Amelia sintió que tenía todo lo que sin darse cuenta había anhelado y supo que no quería perder eso por nada del mundo.

Purple rain, purple rain
Purple rain, purple rain
Purple rain, purple rain
I only wanted to see you bathing in the purple rain

-Oye, tú...- Luisita entró a la cocina y la abrazó por detrás. Hacía como cinco horas que inconscientemente Luisita se había puesto una distancia con Amelia porque no sabía hasta cuanto podía tolerar Marina. Y no quería que ninguna de las presentes sintiera algún tipo de incomodidad.

Luisita había tenido muchísimo tiempo para hablar con Marina porque se dió cuenta de que Amelia había estado haciendo todo lo posible para darles espacio para hablar a solas. En una de las conversaciones, se enteró de muchísimas cosas de Amelia que ayudó a entenderla más a fondo, lo que hizo que cayera en cuenta que más nunca quería proteger a Amelia aunque eso sonara insensato para alguien que está afuera.

Marina le contó que a Amelia todavía le seguía doliendo el repudio de sus padres, que su hermana la mirase como un bicho raro, que sus abuelos (a excepción de una) pretendiesen que Amelia no existía, no solamente por los actos que tuvo en el pasado sino también por la decisión de no seguir con el legado familiar y dedicarse a otra cosa. También le contó que ella tomó la decisión de seguir al lado de Amelia porque nunca había conocido a alguien tan valiente, fuerte y empoderante como lo era ella, y que también porque la quería como su ejemplo de vida a seguir: toda su familia era una basura con pies y, sin duda, se había dado cuenta de que no quería estar al lado de ellos. Le comentó que Amelia siempre fue como su pilar en su vida y que el poco tiempo que no pudo verla sintió esta se caía a pedazos. Lo último que le dijo, antes que el móvil le sonase avisando que ya estaban allí por ella, fue que Amelia era una persona fuerte pero que también necesitaba que la protegieran.

DegradéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora