Estoy parado sobre la muralla que divide
Todo lo que fué de lo que será
Estoy mirando como esas viejas ilusiones
Pasando la muralla se hacen realidadHacía un mes y un par de semanas que Amelia y Luisita se habían dado su primer beso y que las cosas cambiaron en la vida de ambas. Al principio fue todo muy raro y confuso para las dos; Amelia no pensó que Luisita se animara a tanto y Luisita por su parte no creyó que Amelia le correspondiera al beso.
Todavía no se habían animado a tener sexo porque Amelia quería cuidar a Luisita y sabía que había situaciones para las que todavía no estaba preparada. Sentía que había muchas cosas que no estaban claras entre las dos. Amelia no hablaba mucho ni de su familia ni de su pasado porque todavía no quería espantar a Luisita. Necesitaba disfrutarla un poco antes de que huyese.
Amelia pasó la mayor parte de su vida preparándose para que las personas la abandonaran: su madre, su padre, su hermana mayor, alguna de sus amigas. Todos, inevitablemente, se iban de su lado. Ella entendía que no todo el mundo pensaba de la misma forma que ella ni compartían los mismos ideales ni la misma forma de vivir. Pero lo que no entendía es cómo la familia deja a una parte de la misma por tener diferencias.
Era otro día frío en Nueva York. El invierno estaba recién comenzando pero el frío todavía era soportable así que Amelia decidió ponerse el abrigo verde que hacía años que tenía guardado en su armario.
Hacía un día que Luisita no le respondía los mensajes y que Amelia no quería molestarla ni quedar como pesada. Sabía que estaba triste porque hacía mucho tiempo que no veía a su familia y entre la floristería y la relación que estaba formando con ella, no había tenido tiempo de viajar a verlos. Amelia sabía que Luisita era una de las personas más familias que conoció en su vida y le encantaba la manera en que ella hablaba de ellos: de sus papás, de sus primos, de sus abuelos, de sus tíos y de sus amigos. A veces se detenía a pensar que era una de las cosas que siempre anheló, pero que nunca llegó a tener de verdad. Con el tiempo aceptó que no era culpa suya.
Amelia cogió de nuevo otro metro y no el habitual, porque esta vez estaba citada en el tribunal. En realidad, eso era lo que le había dicho a Luisita porque quería darle una sorpresa. Amelia sabía que a Luisita le gustaban tanto las sorpresas como a ella dormir los domingos hasta tarde. El primer paso para la sorpresa consistía en pasar por la panadería que estaba en la esquina del piso de Luisita y comprar los croissant recién horneados. Luisita le había avisado que tenía su día libre, con intención de hacer planes con ella y que esa había sido la razón por la que había estado trabajando algunos días doble jornada para ahorrar un poco más de dinero.
Eran las nueve en punto cuando Amelia tocó el timbre de Luisita. No se había acostumbrado aún a que el encargado del edificio la reconociera y le diera acceso para que se manejara con libertad dentro del mismo. Era una persona a la que le costaba acostumbrarse a ciertos hábitos que se salían de su rutina y últimamente se estaba sorprendiendo con todas las acciones que tenía Luisita para con ella porque se le hacía difícil aceptar que alguien como ella la apreciara. Por eso es, que se sorprendió cuando no escuchó ningún ruido ni risas ni música del otro lado de la puerta, y más aún después de llamar más de tres veces al timbre. Luisita tardó en aparecer varios minutos, con aspecto de estar muy dormida.
Había muchísimas cosas de Luisita que le gustaban a Amelia aun sin conocerlas a profundidad e incluso le comenzaron a gustar desde antes de descubrirlas, y verla recién despierta sin duda era una de esas. Había otras, que ya conocía de sobra (y que también le excitaban, pero esa era otra cuestión) como por ejemplo la brújula moral que tenía Luisita. Esa era una de las cosas que hacía que se enamore cada dia un poquito mas de ella.
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Degradé
Fanfiction"El amor era un sentimiento completamente relacionado con el color, como miles de arcoíris superpuestos uno sobre el otro." - Paulo Coelho.