Gris

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Cuando no alcanza el amor que ofrecés
Y peleas una causa perdida
El amor se transforma en herida
Que no cierra, y que no deja ver
Y ceder en la apuesta es tan duro

Era un día gris, como los que venían siendo de la última vez que Luisita había visto a Blanca y Amelia en la cafetería. Durante toda la semana había diluviado en la ciudad porque la temporada de tormentas estaba empezando a caer en Nueva York y la cita de la película se fue postergando porque salir de los departamentos estaba siendo un poco imposible.

"Hoy ha parado un poco la lluvia, ¿os apetece venir a comer unas tortitas y ver la peli?" tecleó Luisi más de cinco veces, borrando y volviendo a escribir pero finalmente se decantó por esa opción porque le pareció la más sensata que las anteriores. No quería ver el celular porque los nervios le habían entrado de repente por la respuesta de Amelia. La rubia para distenderse puso el plan de limpiar el piso por si sus nuevas personas favoritas aceptaban su proposición.

Lo cierto es que estos días Blanca quiso hacer facetime con Luisi para que ella fuera la que le contara los cuentos antes de dormir por la noche y para que le cuente sus cosas favoritas cuando Luisi tenía tiempo en el almuerzo. La mayor había descubierto que era el reflejo fiel de Amelia y que era una niña extrovertida, charlatana y sin vergüenza como solía serlo ella misma a esa edad. Las primeras veces le causaba escalofríos la similitud que tienen ambas y que no tenía correlatividad por el hecho de que hacía días que se conocían.

Luisita una vez que tuvo el piso listo, decidió que tomar un baño era la mejor opción porque la ropa y el aspecto que llevaba no era el adecuado. Si bien Amelia la conocía en todas sus facetas, quería impresionar a Blanca un poco más, si eso era posible. Antes de poner la playlist de la aplicación de música, notó que tenía notificaciones de mensajes y los nervios le volvieron a sacudir el cuerpo. "Hola guapa. Lo siento, hoy no va a poder ser porque ya había quedado"; seguido de "si quieres podemos quedar uno de estos días o puedes buscar a Blanca en el colegio y llevarla al parque. Sé que a ella le gustaría y estaría feliz". La ilusión de verlas se le destruyo como un vaso de cristal y eso no fue lo único.

La rubia se dio cuenta que tal vez había leído mal las señales que le había dado Amelia estos días, o que ella era muy soñadora y se había imaginado que la mayor sentía lo mismo que ella y que la llama del amor nunca se había apagado.

Ese baño fue uno gris: como las nubes de ese día, como se había tornado su día y como su corazón se había puesto.

Sin apuro y sin pausa empezás a perder
Gris, el cielo de tus ojos
Gris, del cielo dos despojos
Luz que enciende mi desvelo

Los días siguieron pasando con algunos mensajes esporádicos de parte de Amelia diciendo que Blanca quería hablar con ella y con las llamadas nocturnas entre esas dos pero Luisita no volvió a tener ningún acercamiento para con la morena después de la noche anterior. Y así, también, los días siguieron grises algunos con lluvia y otros no.

El martes, mientras Luisi salía del estudio, el cielo volvió a petarse de nubes y las gotas volvieron a caer y esta vez dejándola empapada de pies a cabeza. Tenía que caminar diez calles abajo, cruzar el parque y otras cinco más, para llegar a la librería de sus amigas y salvaguardarse un poco de la lluvia. No había podido dejar de darle vueltas a su reencuentro con Amelia y a lo mucho que quería a la niña a pesar del poco tiempo que la conocía.

Cuando iba por la cuarta calle antes de llegar al parque sintió más de cerca la bocina que sentía hace unas calles atrás pero que no le prestó atención porque pensó que era de esos acosadores que la tocan cuando ven a mujer caminando sola. El cuerpo se le paralizó por completo cuando sintió el motor del auto más cerca aún y las lágrimas se le acumularon en los ojos cuando sintió que el conductor aminoraba la velocidad al posarse a su par.

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