Gritos

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¡SOLTADME! Tsss... Baja el volumen.
¡SOLTADME! Más bajo.
¡Soltadme! Me agarró la garganta.
Soltad-d-dme...
Así mejor.
Que nadie se entere que no estás de acuerdo.
Que no quieres trabajar en una oficina.
Que quieres el té con mucho azúcar.

Que nadie se entere de que gritas,
grita en silencio, decían.
Insolentes.
Como si se pudiera cantar gol
sin dedicar ese ¡jódete!
a tu amigo del equipo contrario.
Como si pudieras llorar
sin desbaratar la armonía
y hacer que los pájaros
empezasen a piar bufidos.

Gritar sacudidas de ira
que vienen a ser rabia.
Rabia desorganizada
que se muere por arrancar cada átomo de mi esbelto organismo.

Un nanosegundo de silencio
y comienza la cuenta atrás
desde cinco...
Cinco... Me queman los pulmones.
Cuatro... Un sabor ácido saluda a mi garganta.
Tres... Vibraciones espontáneas de mi campanilla.
Dos... Do, re, mi, fa, sol, la, si, sí...
Parece como si las mismísimsas musas
hubiesen estado follando en mí
y para mí,
caóticamente
y viceversa.

La quinta sinfonía de Vivaldi,
sus Cuatro Estaciones.
Una sensación extraña,
ni la poesía la puede explicar...

Desvarío.
¿Por dónde iba?
Una explosión.

Uno... ¡NOELIA, MALDICIÓN! SE HAN ACABADO LOS CEREALES.

Una oración cualquiera.
En una habitación cualquiera.
A una hora cualquiera.
Por una persona cualquiera.

El grito restante de una buena
balada de rock,
que tanto me gusta.
Gritos... Llegan a ser admirables

Llegan a no ser gritos cuando se trata de rock.
Gritos...He pasado de Vivaldi a The Beatles.

Maldita poesía,
no me entiendo ni a mí
cuando eres mía.

Poemas de (no quiero) amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora