...3 meses antes...
—Entonces, ¿estás segura de que puedo quedarme aquí sin problema?, no me gustaría que Austin y tú peleen—nuevamente, decidí no agregar esto último. Marcie era una de las pocas amigas que me quedaban, la necesitaba, o más bien a su sofá.
—Seh, él no te notará, creéme—sonrió quitándole importancia moviendo su mano frente a mi—. El sofá está ahí, sabes donde está el baño. Bienvenida, Allie.
* * *
Debí imaginar que con mi suerte alguien como Austin no dejaría sus manos para si mismo. La primera noche "chocó" por "accidente" conmigo en la cocina mientras buscaba un vaso de agua. Intente decirle algo al respecto a Marcie, pero para ella todo era parte de mi "imaginación". Que se jodan, no voy a ser la responsable de quebrar una relación y que la única chica a la que le agrado me odié. Oh no. Está noche abandonaba el sofá de Marcie, o ese era el plan.
Esperé que se durmieran para hacer mi movimiento, y para una chica con mi suerte, me estaba yendo relativamente bien, hasta que oí los jodidos pasos.
—¿Te vas tan pronto, muñeca?—ronroneó Austin a mi espalda, apreté mi agarré en el pomo de la puerta mientras contaba hasta diez para no girarme y romperle la cara con mi puño. Así se crece en esté lado de la ciudad, niña, la voz agria de mi madre decía en mi cabeza.
—Aleja tus jodidas manos de mi—gruñí hacia él.
—Vamos—rió—, todos saben que eres un culo fácil—apretó su ingle contra mi trasero—. No le diremos a Marcie, será nuestro pequeño sucio secreto—ronroneó en mi oído. Asqueroso. Pasa un horrible escalofrío por mi columna, anticipando lo que ya venía. Ahí se va mi amistad con Marcie. Dejé que su sucia mano aventurará por mi estomago, acercándose a mi pecho, incluso dejé que apretará uno de ellos. Ahora, Allison, ahora. Me volteé y le dí mi mejor sonrisa seductora, la que mamá me enseñó a usar—Eso es, Allie bonita, disfrutarás de esto, ya verás—lamió sus labios con su mano aún apretando mi pecho, cerdo asqueroso. Me acerqué a sus labios, manteniendo la sonrisa seductora de mamá, al mismo tiempo que levantaba mi rodilla para darme el impulso de golpear duro en sus pelotas.
—¡Bastardo!—grité viéndolo retorcerse en el suelo sujetando su ingle. Se merece más que un golpe en las bolas, pero eso ya no es asunto mío. Salí del apartamento de mi ex amiga antes de llamar la atención de los vecinos con los gritos de Austin y Marcie.
Arrastrándome por las sombras del edificio, repase mi lista mental de amigos que me quedaban—de sofás que me quedaban. Marcie era la última. Joder.
De todas formas no era la primera vez que dormiría en la calle, mi meta era llegar al otro lado de la ciudad, el lado de los ricos, el lado donde esperaba que lo bueno llegará a mi vida. Realmente esperaba eso. Salí del edificio trotando para mantener el calor en mi cuerpo, quedaban horas para que los primeros rayos del sol salieran, y mi estomago ya rugía. Me quedan tres dolares, y no sé qué mierda hacer además de seguir caminando. Así se crece en esté lado de la ciudad, niña. A pesar de las negligencias de mis padres, ellos me dieron algunos buenos consejos para sobrevivir en esté lado de la ciudad, para llevar dos meses en la calle no estoy nada mal, quizá necesité una ducha y un buen desodorante, pero lejos de eso, estoy bien. Además, hoy es el día, sonrío en la oscuridad. Hoy cruzaré al lado bueno. Hoy.
Presente.
No quería ir a ninguna fiesta en realidad, pero tenía que hacerlo, porque es parte de ser de esté lado de la ciudad, tener amigos, ir de fiesta, ser feliz. Sigo teniendo pesadillas todas las noches, despierto con mi cuerpo bañado en sudor y mi garganta en carne viva de tanto gritar. Es algo bueno que tenga un apartamento para mi sola, quizá no sea el mejor barrio, pero tengo unos vecinos decentes, y alcanza para mi misero salario como camarera reemplazante. Y está Jenna, una chica mimada que huyó de casa en una etapa de rebeldía, es mi vecina y la que me está invitando a una fiesta de niños de mamá. Genial.
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Bruises, Una secuela de Scars.
Non-FictionHe sido golpeada varias veces en la vida, y nunca me quejé, porque esa vida era todo lo que conocía. Supongo que escapar de casa porque tus padres te quieren dar a cambio de una nueva dosis, fue el peor golpe de todos.