Confianza

54 5 3
                                    

Me removí un poco en mi lugar abriendo los ojos. No podía moverme. No entendía el motivo por el cual no podía hacerlo, pero luego noté que me encontraba amarrada. Me desesperé sintiendo como estaba en una camilla de metal, pero luego escuché quejidos a mí alrededor. No era la única en ese lugar.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza ¿Qué nos harían? Estaba realmente asustada, temerosa de qué me ocurriría, al parecer no era la única porque susurros se hicieron presentes. Moví mi cabeza hacia un lado y en efecto, habían como diez o nueve personas a parte de mí, estaban amarradas a mesas de metal.

-Hola, jugadores...-dijo una voz que hizo que los vellos se me pusieran de punta-Perdedores-entre las mesas metálicas, entre todos nosotros, apareció Xavier. No había aparecido en persona hace mucho tiempo.

Estaba tranquilo, seguramente por el hecho de que todos nosotros estábamos amarrados y no podíamos hacer nada, porque en realidad tenía la impresión de que no habían guardaespaldas en la habitación.

Tenía miedo. Posiblemente esto sería una muerte súbita.

-Ustedes dejaron ser golpeados por los guardaespaldas, por ello es que están aquí, dos afortunados serán escogidos por mí para realizar un juego rápido y divertido-¿Cuál es su definición de divertido? ¿Qué nos saquemos los ojos entre nosotros?

-¿Y por qué nos amarraste entonces?-preguntó un chico desde el otro lado de la habitación donde estábamos.

-Para evitar que se golpeen tanto con las convulsiones-dijo y podría jurar que en ese momento estaba sonriendo aunque no pudiese verlo.

Antes de que alguno de nosotros pudiera preguntar algo al respecto, los guardaespaldas entraron colocándonos a cada uno una manzana en la boca. Me preguntaba para que sería, pero mi propia pregunta no formulada en voz alta fue respondida cuando sentí un pinchazo en mi brazo.

Comencé a perder el control de mi cuerpo y a gritar de dolor, solo que la manzana ahogaba el grito, no fui la única, toda la habitación se llenó de murmullos. Comencé a convulsionar y a sentir como me ahogaba con mi propia saliva, me golpeaba a pesar de estar muy bien amarrada a la camilla.

Xavier se paseaba entre la camilla mirándonos a todos con burla ¿Qué era esa cosa que nos había dado? ¿Una especie de veneno? ¿Una droga? Tenía conciencia de lo que pasaba a mí alrededor pero no podía controlar a mi cuerpo, solo quería desmayarme, perder el conocimiento rápido, pero al parecer eso no ocurría.

-Esta droga puede bien ser un veneno, los que no tengan efectos secundarios se salvaran de realizar el juego, los otros, bueno, espero sus efectos no sean tan graves-¿A qué rayos se refería?

En ese momento no pensaba exactamente con claridad, pero al escuchar la risa de Xavier porque gracias a las convulsiones el chico a mi lado se golpeó muy fuerte la cabeza, supe y entendí una cosa.

Ese hombre era el Diablo en persona.

...Ruby...

Estaba terminando de hacer mis quehaceres en el trabajo, aunque no quería en realidad, mi teléfono no había dejado de sonar puesto que Tren había llegado temprano y al parecer había descubierto mi pequeña fechoría. Le negué rotundamente tener algo que ver con ello, pero le dije que llegaría a su departamento para acompañarlo en mandar a revisar la impresora.

Salí como toda una diva empoderada luego de darle una mala mirada a la colega que me había acusado con mi jefa de que yo había llegado tarde. Esa arpía quería que me despidieran pero no lo iba a lograr.

Caminaba con tranquilidad y me detuve frente a un auto estacionado para comenzar a arreglarme el cabello utilizando los vidrios como espejo. Por un costado logré ver a un hombre extraño, este traía un sombrero marrón, gafas de sol color negro, un enorme abrigo marrón y botas militares.

Color Carmesí /EDITANDO ERRORES/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora