Capítulo 12;

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Sintió un calor enorme recorrer todo su cuerpo y terminar en ambas mejillas luego de la repentina pero ansiada intromisión del más alto. Había pasado tiempo de la última vez que se había entregado así a Oliver, ya que efectivamente el americano había sido el primero y el único.

─Elio...─
Susurró en respuesta al más alto. Sus piernas rodearon la cintura ajena, tratando de apegar al rubio lo que más podía a su cuerpo mientras de sus labios escapaban sonoros gemidos por los movimientos ajenos. Era un poco doloroso, ya que hace mucho no lo hacía, pero realmente eso era lo que menos le importaba en esos instantes. Tener a Oliver nuevamente a su lado era todo lo que había deseado durante el año que ambos estuvieron separados. No sentía miedo sobre los riesgos que podían correr o las consecuencias que su amor pudiera traer, a Elio eso no le importaba y estaba más que dispuesto a luchar por el amor que ambos habían construido ese verano.

─¿Sabes algo? Nadie más me ha tocado así desde la última vez que lo hicimos. Eres el único que lo ha hecho.─
Confesó con su voz un tanto más agitada por las embestidas del americano, moviendo sus caderas con suavidad para tratar de seguirle el ritmo y que el contacto fuera más profundo. Sus labios buscaron los de Oliver con desesperación, volviendo a unir ambos en un beso desenfrenado y cargado de pasión. De vez en cuando su lengua dejaba pequeñas lamidas en labio inferior del más alto, pidiendo permiso para entrar y hacer aquel beso algo más erótico y provocativo. Elio ya no era un niño y de cierto modo también quería mostrar esa madurez en el ámbito sexual, no mostrarse tan tímido y quizás hasta lograr sorprender un poco más a su amado Oliver.

─Déjame estar arriba.─

—Y nadie más lo hará Elio...—

Afirmó el mayor quien haciendo caso a la petición de su contrario lo dejó hacer y deshacer a su gusto.
Obviamente extrañaba tanto la suavidad de su piel, su tacto, el sonido de su jadeante voz murmurando su nombre, lo extrañaba a él en su totalidad.

Pasaron varios minutos abrazados, charlando de cualquier estupidez que se les venía a la mente. Mirando el cielo, contando estrellas, nunca antes había sido tan enriquecedor acostarse sobre el césped sin hacer nada más que reír, discutir sobre algún libro, mirarse a los ojos sin la obvia necesidad de hablar. Oliver sabía qué pensaba Elio con solo mirarlo, siempre lo supo.

—Será la última vez.—

Soltó de pronto.

—O quizá la primera de muchas en este año. El tiempo lo dirá...—

Agregó enarcando una ceja mientras se impulsaba hacia arriba ayudándose con sus antebrazos para ponerse de pie.
Debian volver, era demasiado tarde y su esposa sospecharía.
Besó a Elio varias veces más antes de subir al alto, lo estrechó entre sus brazos, intento captar su aroma y guardarlo de alguna forma en su memoria.
Lo besó por cada día que no pudo durante cuatro estaciones, y al dejarlo cerca de la residencia lo vió alejarse hasta que su silueta se perdió entre las sombras. El dulce Elio, no había cambiado.

....

El sonido del canto matutino de los gorriones lo hizo despertar, se desperezo y de inmediato miró el reloj, rayos era tarde. Saltó de la cama, se dió un baño rápido, abotonó su camisa, verificó llevar las llaves del auto en el bolsillo de su pantalón y partió hacia la universidad.
Vería a su amado nuevamente, o mejor dicho, a su alumno.

¿Cómo ocultaria Oliver en su mirada sus ansias por besarlo en los labios? ¿Cómo podría llamarlo por su apellido si lo noche anterior... lo había llamado por su nombre?

LATER | Elio y Oliver | El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora