Capítulo 10;

490 46 18
                                    

Se había asombrado por el gesto de Oliver, sintiendo como si aquello fuera un vaso de agua para el incendio que ocurría en su interior. Quizás estaba equivocado y no era verdad todo lo que él había estado pensando en ese momento.

Decidió pasar el resto del viaje en silencio, mirando por la ventana lo que se alcanzara a ver entre la oscuridad de la noche. Se sentía más tranquilo ahora, aunque no había calmado su curiosidad del todo, ya que no sabía de qué quería hablar el mayor de ambos.

[...]

Una vez llegaron al lugar, Elio comenzó a analizar este con la mirada, escuchando las palabras de Oliver y recordando el lugar en donde se dieron su primer beso, donde todo comenzó. Sin poder evitarlo una sonrisa se escapó al traer devuelta esos hermosos recuerdos.

─Mamá dice que es mejor hablar, ¿tú qué responderías a eso?, ¿es mejor hablar o morir?─
Respondió y por fin en todo ese rato le dirigió la mirada a Oliver, logrando ver claramente esos ojos azules que tanto amaba. Su mirada se desvió un poco hasta los labios del americano, sintiendo un gran deseo de poder probarlos una vez más, pero necesitaba una señal o algo que le indicara que sí podía hacerlo, así que dejó escapar un susurro de sus labios.

─Elio...Elio, Elio, Elio.─
Dijo mientras una de sus manos buscaba lentamente la del más alto, queriendo tomarla y entrelazar sus dedos. Quería tocarlo, sentirlo y aferrarse a él una vez más, no podía dejar que la oportunidad se le escapara de las manos.

El rubio escuchó atentamente a Elio, obviamente era mejor hablar antes que morir. Pero aunque él prefería hablar prefería disimular, siempre disimular antes que hablar o morir.
Bajó la mirada y calló, calló durante cortos segundos que parecieron ser una eternidad.
Escuchó como lo llamaba por su nombre y se estremeció por completo. Sabía que lo que haría estaba mal, pero Elio, su adorado Elio, se encontraba tan cerca, tan accesible...
El menor tomó su mano y Oliver supo que no podría ocultarlo por más tiempo, que ya no podía disimular.

—Oliver... Oliver, Oliver, Oliver.—

Respondió llevando una de sus manos al mentón del muchacho, buscando tener su primer beso por segunda vez, rozando sus labios y tomándolos entre los suyos como si pudiera alimentarse de él.
Sin dudarlo desabrochó el cinturón de su acompañante y lo jaló con suavidad para que se sentara sobre su regazo, para poder apreciar aún más de cerca el aroma de su piel, y deleitarse bajo el tacto de sus manos sobre su pecho, desabotonando su camisa con desesperación.

—Desvístete Elio, rápido.—
Ordenó.

LATER | Elio y Oliver | El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora