1 "La noticia más deseada"

568 31 0
                                    

Vicenta:
Acabo de hacerme una prueba de embarazo de la cual, aún no sé los resultados. Esta espera me mata. ¿Qué pasará si da positivo? ¿Qué hará el indio cuando se entere? Sé que Daniel estará feliz con esto pero tengo mucho miedo; miedo de amar y perder a mi hijo, o de que a Daniel y a mí nos pase algo y dejarlo solo a su suerte. ¡No! Vicenta, tienes que ser positiva. ¿Positiva? ¿En qué pienso para ser positiva? ¿En que la prueba dará negativo y mis náuseas son solo un malestar estomacal? Suena egoísta porque lo que más quiere Daniel es que yo le de un hijo. A demás, también me ilusiona la idea de que nuestro amor sea capaz de crear una vida y en ese momento me pregunto: ¿será niño o niña? ¿A quién se parecerá? ¿Será güerito como su papá? ¿Tendrá mis ojos como Daniel tanto me dice? Estas preguntas provocan una sonrisa de ilusión y en ese momento lo sé: pensar en positivo es tener la certeza de que nada malo nos va a pasar, que nadie va a tocar a mi familia, ni a los Acero-Quintanilla, ni mucho menos a la familia que estoy a punto de construir con Daniel. Camino de un lado a otro en mi habitación mientras acaricio mi vientre y siento algo especial. Nada se compara con el saber qué hay una vida en tu vientre; una vida que surgió de ti y de la persona que amas. De repente, el sonido de la puerta me saca de mis pensamientos. Miro rápidamente a los resultados y siento algo raro que nuca había sentido. Siento mariposas en mi estómago y una armónica melodía en mis oídos. En resumen, siento como mi instinto maternal despierta y se clava en mi corazón. Acabo de descubrir que, efectivamente, hay una vida en mi vientre. Una vida que es producto del amor más puro y hermoso que he sentido en mi vida. Escucho pasos entrando a mi habitación. ¿Será mi gringo?

Daniel:
Entro a mi habitación y me encuentro a Vicenta parada en una esquina con una sonrisa que no le cabe en el rostro. Tiene los ojos un poco aguados ¿qué habrá pasado? Sus manos, están escondidas, supongo que en los bolsillos traseros de su pantalón. Me le acerco y la saludo, como siempre, con un beso en esos labios que tanto me provocan. Le pregunto con tono dulce:
-Baby ¿qué te pasa? ¿Por qué estás así de feliz?
-Es que...
Veo que saca sus manos y empieza a jugar con sus dedos. Se ríe y muerde su labio inferior; me dice:
-¡Es que no sé cómo decírtelo pues!
-Solo habla-tomo sus manos-sea lo que sea, debe de ser muy bueno porque te tiene con una sonrisota-la beso-de esas que me encanta ver en tu rostro.
-¡Mi amor!
Se me abraza y esta vez, siento que se aferra a mí como nunca. Ya tengo curiosidad por saber ¿qué me tiene que decir? Se suelta y me dice:
-Pues pasa que acabo de descubrir que tu más grande deseo se va a cumplir en unos meses y pues también me di cuenta de que es lo que yo más quiero, también.
-¿Mi mayor deseo? Bueno, yo tengo dos mayores deseos: uno era casarme contigo, el cual ya se cumplió porque aunque nuestra boda fue simbólica, para mí es auténtica, la más real de todas. Y pues mi segundo deseo es... ¡espera! ¿Vamos a tener una familia? Bueno, ya tenemos una pero, quiero decir, ¿vamos a tener un güerito tuyo y mío?
Ella asienta con su cabeza. ¡No lo puedo creer! ¡Al fin tendremos un hijo! Estoy que babeo de felicidad. La miro y de repente, aún con lágrimas en los ojos, la veo más hermosa que nunca. ¿Por qué será? Ya se lo dije una vez: "Cuando seas mamá, te vas a poner más guapa". La abrazo fuerte y la alzó del suelo; le doy vueltas en el aire. Ella se ríe y cuando la pongo en el suelo, me mira de arriba a abajo y me dice:
-¿Y tú? ¿A dónde vas tan guapo?
-A la fiesta por la visa de Aida, digo, solo si tú vas.
-¿No ibas a llevar a Dieguito a ver a Frida?
-Me llamó su amiga, me dijo que no fuera hoy porque a Frida le dio gripa y no quiere contagiar a Diego.
-Ahh ya.
Se me vuelve a abrazar y siento que me huele el cuello, luego me besa y me dice:
-Mijo, te luciste hoy. ¡Qué rico hueles!
-¿Ah sí?
-Mhm.
-Es el perfume de siempre, ese que yo sé que te encanta.
Le digo con tono seductor mientras beso su cuello. Ella me rodea con sus brazos, besa mis labios y me dice:
-Ahora, nos tenemos que ir para esa dichosa fiesta pero si fuera por mí, nos quedamos aquí todito el día, los dos solitos.
-¿Por qué no nos quedamos?
-Porque de seguro ya le dijiste a Diego que íbamos a una fiesta y ya lo ilusionaste.
-Tienes razón, baby.
-Bueno pues, voy a vestirme.
-Te pongas lo que te pongas, te vas a ver guapísima.
-¡Ya pues!

Vicenta:
Este gringo siempre con sus ocurrencias. Me dirijo entre carcajadas hacia el armario y tomo lo primero que veo. Me pongo una blusa color verde oscuro con unos jeans y voy, de la mano de mi esposo hasta la fiesta. Nos bajamos del coche y veo que Romero está en la puerta saludando a todos. Escucho un resoplido de Daniel; aprieto su mano y le digo con mi voz firme:
-No quiero showcitos ¿estamos?-le susurro con tono seductor-Usted es el único hombre al que yo quiero en mi vida y en mi cama, besándome en la boca despacito.
Lo beso y le doy una sonrisa. Sus mejillas están rojas y eso hace que me ría. Creo que acaba de imaginarse lo que le acabo de decir y ni modo, ya se prendió el gringo. Escucho que me dice con la respiración un poco agitada:
-No tengo ninguna duda de eso-toma mi mano y la besa-Baby, yo confío en ti, es en él en quien no confío.
-Con que confíes en mí basta, mi amor. No voy a hacer nada que te lastime ni que te haga sufrir.

Lo Que Pudo Ser... ¡Será! [Señora Acero: La Coyote]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora