10 "El fin"

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Vicenta:
El cuarto está decorado de manera hermosa y es que ha sido un año hermoso; el más hermoso de mi vida. Daniel me enseño lo que era el verdadero amor, y ahora conozco lo que es ser mamá porque aunque aún no haya nacido, siento que amo a este bebé con toda mi alma. Escucho que Daniel me dice emocionado:
—Antes que todo, quisiera darte las gracias por haberme dado el mejor año de mi vida. Cómo estás embarazada y sé que no puedes tomar, te traje jugo de mango, tu favorito.
—Muchas gracias pues.
—Feliz aniversario, amor. Este fue el primer año y espero que vengan muchos más juntos.
—Pensé que lo habías olvidado pues.
Digo con lágrimas de emoción cayendo por mis mejillas. Él se me acerca, seca las gotitas saladas con caricias y me besa lentamente. Luego, sus manos bajan hasta mi cintura. Yo pongo mis manos en sus brazos y sigo besándolo porque no hay nada que me haga más feliz en este momento. Nos separamos y veo que él saca una pequeña cajita; me dice:
—Baby, yo te amo, es más, sé que eres la mujer de mi vida y que quiero pasar toda mi vida a tu lado, amándote y criando a nuestros hijos, todos los que tengamos.
—Yo siento lo mismo, mi amor, te amo con todas mis fuerzas.
—Baby, no quiero que lo que hay en esta caja te haga sentir que nuestro matrimonio simbólico no valió nada para mí porque sí significa mucho para mí y me siento como tu esposo. Sé que prometí no seguir insistiendo con lo de la boda civil y la religiosa pero al menos, quiero que llevemos puestos estos anillos. Son de oro y los mandé a hacer específicamente para nosotros. Por favor, no me los desprecies ¿si?
—¡Wow! Es que—digo con lágrimas en mis ojos—No me esperaba esto pues.
—Aún no haz respondido.
—Sí, Daniel, sí quiero que llevemos puestos los anillos y que el mundo entero se entere de que somos marido y mujer.
—Y hay algo más.
—¿Algo más?
—Sí, hice este álbum.
Dice mientras saca un álbum de esos que les caben muchas fotos. ¿Cuántas cabrán ahí? ¿Doscientas? Me lo entrega diciéndome:
—Esto lo hice para ti. Está lleno hasta la mitad y espero que podamos llenar este y muchos más con fotos de momentos felices como pareja y como familia. ¿Te atreves a vivir esta aventura conmigo?
—Bueno—bromeo—ya vivimos juntos y vamos a tener un hijo así que ¿por qué no?
Digo entre carcajadas y lágrimas. Él me besa cuando de repente, empiezo a sentir unas fuertes contracciones. ¡No puede ser! Solo tengo siete meses. ¡Mi bebé no puede nacer aún! Me desplomo en los brazos de Daniel y él evita que caiga al suelo; me pregunta asustado:
—¿Qué pasa? ¿Qué te duele? Mi amor ¿es algo con el bebé?
—¡Creo que ya viene!
—¿Qué? Pero si solo tienes siete meses  ¿como que ya viene?
Siento un líquido correr entre mis piernas. Si me hubiera hecho pipí, lo hubiera sentido. Miro al suelo y veo el líquido; entonces lo sé: rompí la fuente. Grito:
—¡Mi bebé! ¡Ya viene mi bebé! Gringo ¡ya voy a dar a luz!
Daniel me carga y me lleva hasta el cuarto de hospital; luego llama al doctor y se queda a mi lado cuidándome; aprieta mi mano y me dice:
—Tranquila ¿si? Todo va a salir bien, solo RESPIRA, no dejes de respirar y si te duele mucho, aprietas mi mano y no te preocupes, que no me vas a lastimar.
—¿Crees que va a estar bien?
—¡Claro que sí, amor!
—Es que.
—Mira—besa mi frente—con una familia que lo quiere tanto, que desea tanto su llegada, yo te aseguro de que él va a luchar por llegar a este mundo sano.
—¿Me lo juras?
—Te lo juro, mi amor.
Él también tiene lágrimas en los ojos. Luego de unos minutos, llega el doctor y nos dice:
—Será parto natural, pero es muy posible que el bebé venga bajo peso ya que no debía nacer ahora.
—¿Por qué se adelantó, doctor?
—Señora, usted ha pasado un embarazo con mucho estrés.
—¿Me está diciendo que es por mi culpa?
—No es eso.
—¡SOLO ATIÉNDALE EL PARTO Y NO LA PONGA MÁS NERVIOSA!
—Ok.
Luego de unas cuantas horas y de una larga labor, finalmente escucho el llanto de mi bebé. Daniel lo carga y en lo que yo me tomo un momento para respirar, el doctor lo limpia. Al recuperar el aliento, digo:
—Mi bebé, ¿dónde está mi bebé? ¡Quiero cargarlo pues!
Daniel se acerca con mi chiquito entre los brazos y me lo entrega. Al tenerlo entre mis brazos siento algo diferente. Agarra mi dedo con su pequeña y frágil manita. Me sonríe y en ese momento lo comprendo todo: mi vida nació con él y viviré por y para él. Escucho que vuelve a llorar y con ruidoso, empiezo a amamantarlo. Daniel se sienta en el borde de la cama y nos abraza. El sudor corre por mi piel, mi respiración está agitada y mi corazón late a mil por hora. Ser madre duele, pero el amor es tan grande que vale la pena. Danielito pasa un mes en la incubadora hasta que por fin puede vivir sin ella. Y así pasa el tiempo. Un mes después del nacimiento de mi hijo, su padre me llegó con la noticia de que ya Romero no nos iba a molestar más. Mi gringo intentó arrestarlo pero él se revistió y los atacó, así que el ICE, en defensa propia, asesinó al capo. Ya hoy hace seis años que nació mi bebé y debo decir que desde que llegó a mi vida, soy mucho más feliz. Tengo todo lo que siempre quise tener: un esposo que me ama y al que yo amo con todo el corazón y un hijo fruto del amor más puro y hermoso que puede existir jamás. Esta es mi vida ahora. La vida me enseñó a no tener miedo porque, si es algo bueno, lo que pudo ser, será.

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Lo Que Pudo Ser... ¡Será! [Señora Acero: La Coyote]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora